n Sublime ilusión, disco que Eliades Ochoa dará a conocer en el Hard Rock Live
Un campesino sí puede actuar en el Carnegie Hall
Pablo Espinosa n ƑQué hace un campesino de segundo frente en el Carnegie Hall de Nueva York? Ríe de buena gana Eliades Ochoa ante la pregunta. Revira el guajiro: ''Demostrar que los campesinos somos de carne y hueso, que en el campo se dan los mejores plátanos, que tenemos derecho de presentarnos en un edificio tan bello, con nuestra música, la música tradicional cubana. Porque en el campo se dan los mejores frutos, Ƒo no es cierto, chico?".
Eliades Ochoa está en México. Este sábado dará a conocer, en vivo, en el Hard Rock Live, su nueva producción discográfica: Sublime ilusión (Virgin), que es una catarata de alegría.
En entrevista, este héroe popular que es venerado en el mundo, da rienda suelta a su pasión mayor: ''La música que me vio nacer, la música de Santiago de Cuba, porque la música tradicional cubana tuvo un momento de enfermedad, cuando llegó la salsa, pero hoy goza de cabal salud. Pero ese declive sólo aconteció en La Habana, en la parte occidental de Cuba, porque en el oriente, en Santiago, nunca ha dejado de existir el son, con toda su fuerza".
Música que regresó por sus fueros
El resurgimiento del son, arma Eliades una metáfora cubanísima, ''sucedió cuando estando empatado el juego en el noveno inning y con las bases llenas, pegó un jonrón: el disco Buenavista Social Club, que grabamos en 1996 junto a Ry Cooder y otros artistas de La Habana, y fuimos Premio Grammy en 1997 y ese disco llevó la música tradicional cubana a rincones del mundo que hubiera pasado mucho tiempo sin llegar. Hoy día, cuando se habla de música tradicional del mundo en muchas partes del orbe es señal de que los teatros se van a abarrotar".
Eliades Ochoa, en efecto, forma parte de la pléyade que a manera de cabeza de playa ha tomado el suelo y el cielo por asalto. La aparición de Buenavista Social Club (que en realidad es parte de una trilogía, con los volúmenes A toda Cuba le gusta y Presentando a Rubén González) no hizo sino confirmar lo que ya era una fiesta planetaria: la música tradicional cubana, la música ''clásica" de la isla, regresó por sus fueros luego de un periodo en el que la así llamada salsa y otras formas deformadas tomaron el mercado internacional.
Una manera superficial de ubicar la nueva era de la música tradicional cubana sería tomar como parteaguas la aparición de Buenavista... Si bien hay otros sucesos importantes, este disco ha sido tomado como referencia o punto de partida porque desde entonces el mercado ha lanzado sus fauces, voraces siempre, hacia esta mina de oro. Pero también las sensibilidades inteligentes lo han hecho, entre ellas la del cineasta alemán Wim Wenders, quien filmó un documental que causó furor en el mismísimo festival de Berlín. La aparición de una pléyade de ''muchachos" cuya edad promedio es de 80 años, en el Carnegie Hall, luego de ganar el Grammy es un hecho histórico. Entre ellos estaba Ochoa, el más joven de esos jovencitos de alma (Ibrahim Ferrer, Rubén González, Compay Segundo, ochentean).
Lo de hoy, entonces, es de nuevo la música cubana tradicional. Es dable escucharla por doquier y no sólo los teatros, las pistas de baile lucen atiborradas por conocedores, seguidores, especialistas, amantes del son, de hueso colorado, por igual que por pirrurros, snobs y oportunistas.
En la hora del triunfo, justo es enfatizar la labor de muchos que han estado con el son de manera honesta y sin poses. Hoy que las trasnacionales se pelean la firma de contratos de las estrellas cubanas, las disqueras independientes en el mundo tienen su crédito en letras de oro. Un ejemplo: el nuevo disco de Ochoa es distribuido por la poderosa EMI. Su discografía anterior, empero, la construyó en México, Discos Cora Son: A una coqueta, Se soltó un león, Cubáfrica. Además de Cora Son, otras discográficas pequeñas (Pentagrama, en México) contribuyen a la permanencia de la música tradicional cubana. Aun en discos de difícil consecución, siempre ha estado el son ahí.
Sublime ilusión es una fiesta entera. Quince cortes con la ortodoxia, la pureza, la fidelidad a patrones rítmicos pero la soltura, bonhomía, fresca sonrisa del toque, sentimiento, sabor cubano tradicional está en son montuno, son, guaracha, bolero e incluso un tango.
Se trata, explica Eliades, de un recorrido por la historia de la música popular cubana de esta centuria: ''Me di a la tarea de empezar en la primera década, cuando empezamos con son y estamos terminando el siglo a base de son. Y es mi responsabilidad, porque sé que existe una maravillosa fortuna musical encerrada, tirada en cajones. Por eso vine en este disco con un repertorio que abarca desde principios de siglo hasta los años sesenta y empecé a buscar canciones que estaban ahí -arma otra metáfora- en ese cajón y me puse a sacudirles el polvo, darles un poco de brillo y sacarlas a la luz pública, porque es insoportable pensar que cosas como ésas, que son grandes tesoros, corran peligro de perderse".
Tesoros de la humanidad. El Cuarteto Patria fue fundado en Santiago de Cuba -cuna de son, bolero y guaracha- y ostenta, entre otros prodigios, la herencia de los grandes clásicos del siglo: Ñico Saquito, Miguel Matamoros, Lorenzo Hierrezuelo, Francisco Repilado, et al. La cantante, María Emilia García, es también una leyenda de la lucha social cubana prerrevolucionaria. Eliades dirige desde 1978 el cuarteto, con el que se presenta en México y ha grabado sus discos recientes. A su llegada a este conjunto, Eliades añadió las percusiones, además de un sabor inconfundible. Su nuevo disco -con Cooder, el armoniquista de blues Charlie Musselwhite y el líder del grupo chicano Los Lobos, David Hidalgo- culmina con una pieza instrumental: versión de Eliades en el tres al clásico del maestro Ernesto Lecuona: La comparsa.
Improvisar es inherente al canto
-ƑDe qué otras maneras se enriquece la tradición, además de añadir la percusión?
-Tengo una guitarra que está enriqueciendo el son, la tradición la conoce como guitarra tres. Pero la mía tiene una forma diferente de encuerdarla (encuedal-la, pronuncia Eliades) y de afinarla y, por supuesto, un sonido distinto. Tiene siete cuerdas en lugar de seis. Esos son inventos míos, cosas de un campesino de segundo frente: Eliades Ochoa. Porque hay momentos en que uno va a tocar el son y hace falta el bongó y la maraca; por ejemplo si vas a tocar el changüí y si no hay maracas y no hay bongó pues no está saliendo nada, chico. Lo otro es que hay que tener el corazón bien puesto para tocar o cantar un son. Si no sale del corazón no sale. Hay que nacer sonero. El son no se compra en la farmacia o en la ferretería.
-ƑPor qué una cuerda más al tres?
-Fue más por necesidad. Era 1959. Trabajaba con dos cuerdas, en una tenía un falsete, una octava en el re y me gustaba mucho el sonido que daba. La necesidad era que había bastantes cuerdas pero no tenía plata para comprarlas, así que usaba una en lugar de la otra; incluso, cuando pude comprar la que me faltaba, el sonido me gustó tanto que dejé esa como séptima cuerda.
-ƑCuál es la necesidad que le dicta la improvisación?
-Siempre me gusta cantar y declarar las cosas con la guitarra. La improvisación en el canto tiene su momento y depende si se trata de una guajira son, de un bolero son. No concibo un son montuno donde no se improvise, donde no se le cante a lo que te viene a la mente.
-Es abrumadora, en su discografía, la mayoría de temas de autores clásicos frente a los de creación propia, Ƒhabrá cambios?
-Lo que pasa es que me debo a la música que me vio nacer. Pero les prometo sorpresas para un próximo disco. Para el que va a salir enseguida no, porque está por salir uno que es el homenaje al 60 cumpleaños del Cuarteto Patria y que coincidirá con la aparición del libro de mi compañera, Grisel Sande, quien escribió la historia del cuarteto desde su fundación hasta la fecha.
-ƑQué hace un campesino de segundo frente en el Carnegie Hall de Nueva York?
-Demostrar que en el campo se dan los mejores racimos de plátano y que es de donde se alimenta la mayor parte de la población. Demostrar que allí se dan las cosas buenas. Me siento feliz y orgulloso de representar la música que me vio nacer, la de Santiago de Cuba, en todos los rincones del mundo. Nadie puede decir a qué venimos a este mundo y por qué nos vamos de él, pero lo que sí sé es que seguiré tocando son montuno, guaracha, bolero, son, changüí, porque a finales del siglo que viene habrá quienes, como nosotros ahora, sigan hablando de la música tradicional cubana.