A fines de la década de los sesenta, el escritor Iñigo Laviada, en su libro Caciques de la sierra, afirmaba al referirse a la situación del pueblo mixe que en ``el campo mexicano a pocos kilómetros de nuestro hogar y a siglos de diferencia cultural de nuestras vidas, hay muchas regiones prisioneras en las montañas, las barrancas, los desiertos y las selvas. Ahí viven centenares de miles de mexicanos, hermanos nuestros, oprimidos por la miseria, el abandono y la insalubridad, fruto de la pobreza de la tierra y su incomunicación y de las dramáticas circunstancias económicas y políticas de su vida social''. Han pasado tres largas décadas y en nuestra memoria esta denuncia se actualiza con la muerte accidental y dolosa que en estos días se ha asomado en Alotepec Mixe.
Un camión de pasajeros de la empresa Fletes y Pasajes llega directamente al municipio de Alotepec Mixe. Otros seis más recorren el tramo carretero que parte de Ayutla hacia el denominado ``Mixe medio'' comunicando a ocho municipios mixes. Los caminos, todos catalogados como ``rurales'' y con una anchura aproximada de tres a cuatro metros, se encuentran en muy mal estado. En estos tramos de terracería, apenas cabe el camión de pasajeros y, en muchos casos, las unidades tienen que maniobrar de reversa para liberar las curvas o cruzar con otros vehículos.
Las unidades de transporte que la empresa señalada envía a estos caminos están en mal estado en su gran mayoría. Por lo regular, tenemos que soportar las continuas fallas mecánicas que sufren estos vehículos. A la par, cada que subimos a estos carros debemos aguantar la carga de discriminación que, semejante al veneno, sueltan cotidianamente los conductores y cobradores. Los abusos son parte de la tragedia cotidiana que los mixes vivimos.
En este escenario, no es casualidad, o fruto del destino, el último accidente ocurrido el 15 de julio, a tres kilómetros de Alotepec Mixe, en el que perdieron la vida un comunero y una comunera, y que dejó un saldo de 32 heridos, todos de suma gravedad. Este percance carretero no es nuevo para las familias mixes. Para nosotros serán inolvidables los accidentes del 26 de diciembre de 1996 y del 13 de julio de 1997, en los que murieron 26 personas y más de 30 resultaron con heridas graves.
¿Cuántos muertos debemos poner los mixes para tener caminos y comunicación moderna y digna?, es la pregunta que las autoridades municipales de Alotepec han pronunciado frente a estos acontecimientos que hoy siembran de dolor y muerte a nuestra región.
En estos hechos lamentables hay, por lo menos, tres responsables:
a) La empresa Fletes y Pasajes, cuya falta de cuidado en sus vehículos y conductores posibilitó el percance.
b) Las autoridades federales y estatales competentes, dado que no han puesto la atención debida al planteamiento de las autoridades mixes para modernizar y pavimentar el tramo Ayutla-Alotepec.
c) En tercer término hay una responsabilidad social, en virtud de que muchos ciudadanos mexicanos hemos tolerado el abandono y la indiferencia generalizada hacia los pueblos y comunidades más necesitados. Por señalar dos ejemplos: en el accidente referido ninguna ambulancia o socorrista llegó al lugar de los hechos, a pesar de nuestras múltiples llamadas. Hay que destacar también que muchos de los pasajeros venían a cobrar sus cheques de Procampo, ¿qué tanto le cuesta a la Secretaría de Agricultura entregar los recursos de ese programa en efectivo, y no en cheques, como hace ahora, para evitar viajes y esfuerzos innecesarios a los campesinos indígenas?
Definitivamente los mixes queremos un futuro con vida. Somos ciudadanos mexicanos que tenemos derechos como todos, y como tales aspiramos a mejores condiciones de vida y mayor seguridad en nuestros caminos. Nuestro destino no es la muerte como esperanza, ni tampoco queremos ser sujetos permanentes de la nota roja en la prensa y en los medios de comunicación. Es responsabilidad de todos, gobierno y sociedad, que el dolor cese en el pueblo mixe y nuestra voz de seguridad, justicia y vida progrese para bien de los mexicanos.