Ť Sin concesiones, el tango que ofrece en El Hábito
Liliana Felipe vive a plenitud las historias que narra con su música
Ť Confrontar la razón y el espíritu, reacción en los espectadores
Angel Vargas Ť Profundo, como sus ojos marinos, el tango de Liliana Felipe no hace concesiones al amor melancólico ni a la felicidad profana ni al dolor cauterizante ni a la carcajada desgarbada. Como embarcación en altamar, su canto sortea con gran pericia cuanta tormenta se le presenta y sabe disfrutar con placidez cuando la tranquilidad llega.
Y es que, como dice la melodía, ''el tango es puerto amigo donde ancla la emoción".
La compositora e intérprete argentina vive con intensidad las historias que narra mediante su música. En compañía de un bandoneón y un contrabajo, que lo mismo se desgarran en lánguido llanto que erupcionan en risa desquiciada, su voz es un crisol de sentimientos camaleónicos, capaz de acariciar a quien sufre y embriagar al que ama, pero también de mofarse de lo ilógico de la cotidianidad.
En su espectáculo Jueves de tango, que desde hace una semana y hasta que Cronos dé licencia se realiza en el teatro bar El Hábito, Liliana Felipe se vale de este género, por naturaleza sensual y agresivo, para provocar en cada espectador una confrontación entre la razón y el espíritu. Un constante tránsito de pensamientos y sensaciones.
Acarrear el anonimato
La del jueves pasado fue una presentación especial para la cantante, ya que el público en gran medida estuvo compuesto por sus amigos, entre ellos la escritora Laura Esquivel, quien celebró el décimo aniversario de la aparición de su exitosa novela Como agua para chocolate.
Dueña del escenario, Liliana interpretó durante un par de horas poco más de dos decenas de piezas, en las cuales por igual invitó al ''che bandoneón" a apiadarse del dolor de los demás y a celebrar el ''abandono" de la pareja que nunca se ha amado, que a reflexionar ''a dónde van los que se van... a dónde llegan los que se van... por qué se van" o acerca de que ''toda la vida es el ayer que me persigue del pasado".
Ataviada de negro vestido de canutillo, hizo un par de homenajes. Uno de ellos dedicado ''al morocho del abasto", Carlos Gardel. Y el otro a sus amigos de la infancia y a todos los que lucharon contra la dictadura en Argentina.
''A los militares argentinos hay que hacerles un monumento... pero arriba de ellos", bromeó.
Ese, el humor, es otro aspecto que caracteriza el quehacer de la compositora.
Entre canción y canción o dentro de ellas mismas, el tono irónico, festivo, jocoso o picante siempre estuvo presente.
De ofrecer un fragmento de un poema a las nalgas, de Eduardo Césarman: ''Nalgas compactas y dispersas ... nalgas constructivas y solidarias... correctas y entusiastas... nalgas peludas e hiperventiladas...", cantó que a los 80 años será una vieja irreverente que use calzones rojos, que rompa santos y se tire al monaguillo de la iglesia: ''Seré una vieja... vieja puta vieja, escupecuras... vieja, pero no pendeja".
Con ello esta artista que, según Jesusa Rodríguez, ''ha acarreado su anonimato por muchos países'' dejó constancia de que la poesía y el humor e incluso la irreverencia pueden caber muy bien en un teatrito, sabiéndolo acomodar. La moraleja sería: no todo el tango es para llorar.
Tan igual y tan diferente por y para siempre, Liliana Felipe seguirá presentando Jueves de tango en El Hábito (Madrid 13, centro de Coyoacán), a partir de las 21:00 horas.