* Carta póstuma
Mark Barton, un asesino
Julio 29, 1999, 6:38 a.m.
A quien corresponda:
Leigh Ann está en el clóset del dormitorio principal bajo una cobija. La maté la noche del martes. Asesiné a Matthew y a Mychelle la noche del miércoles.
Mark Barton, químico y ex operador de bolsa desempleado de 44 años, escribió esta nota horas antes de asesinar a nueve personas y herir a 12 más en dos corredurías de bolsa en el sector financiero al noroeste de la ciudad de Atlanta, para después suicidarse ante los ojos de policías que lo acorralaron cuando trataba de huir.
Al redactar la nota en computadora, Barton tuvo la necesidad de aclarar su pasado y sus actuales conflictos en la medida de lo posible.
Podría haber similitudes entre estas muertes y la de mi primera esposa, Debra Spivey. Sin embargo, rechazo haberlas matado a ella y a su madre. No hay razón para que mienta ahora. Me pareció, simplemente, una manera tranquila de matarlos, y una forma relativamente indolora de morir.
Hubo muy poco dolor. Todos murieron en menos de cinco minutos. Los golpee con un martillo mientras dormían y luego los sumergí boca abajo en la tina para asegurarme de que no despertaran con dolor. Para estar seguro de que estaban muertos. Lo siento tanto. Desearía no haberlo hecho. Las palabras no pueden describir esta agonía. ƑPor qué lo hice?
En 1993, la primera esposa y suegra de Barton fueron asesinadas por alguien que les destrozó la cabeza con un objeto pesado durante un campamento. Un seguro de vida y la presencia de restos de sangre en el auto de Barton lo señalaron como el principal sospechoso. Pero el hombre presentó una coartada perfecta: demostró que en el momento del asesinato se encontraba en casa con sus dos pequeños hijos Matthew y Mychelle, de 11 y 8 años, respectivamente.
Años después Barton reconstruyó su familia al casarse con Leigh Ann, quien fungió felizmente como madre postiza de los niños, hasta que hace poco pidió el divorcio a Barton, quien le había pedido permiso de seguir viviendo en el hogar familiar un tiempo.
Aunque las autoridades atribuyeron los asesinatos a los problemas financieros de Barton, quien había invertido todo lo que tenía en operaciones bursátiles arriesgadas, el hombre responsabilizó veladamente de sus actos a su esposa de 27 años.
Maté a Leigh Ann porque ella era una de las principales razones de mi desaparición, cuando planee asesinar a los otros. Ahora desearía no haberla matado. Ella no pudo evitarlo, y la amaba tanto de todas formas.
En algún momento del martes, Barton asesinó a su mujer, envolvió su cuerpo en una cobija y la ocultó en el clóset. Sobre el cadáver, el hombre colocó una nota con una plegaria en la que encomienda a su compañera: Te doy a mi esposa, Leigh Ann Vandiver Barton. Mi cariño, mi amor precioso. Por favor cuida de ella. La amaré siempre.
La noche siguiente, el hombre asesinó a sus hijos, cuyos cuerpos recostó en sus camas y rodeó de juguetes. Y encomendó a los niños con plegarias similares: Te doy a mi hijo, (...) mi amiguito, mi vida. Por favor cuida de él. Te doy a mi hija (...), mi corazón, mi vida. Por favor cuida de ella.
En su nota explicativa, Barton se dijo convencido de que Jehová cuidaría a su familia y se encargaría de reunirlos en otra vida. Sin embargo, reconoció que esto no explicaría sus actos ante los demás.
...Sé que los cuidará en la otra vida. Estoy seguro de que no le importarán lo detalles. No hay excusa, ni buenas razones. Estoy seguro de que nadie entenderá. Y si acaso alguien entiende, no quiero que lo haga. Solo escribo esto para decir por qué. Sepan que quería a Leigh Ann, Matthew y Mychelle con todo mi corazón. Si Jehová lo dispone, quisiera volver a verlos en la resurrección y tener con ellos una segunda oportunidad.
Barton se declaró convencido de que sus hijos estaban predestinados a vidas como la que tuvo él mismo. Prefirió liberarlos.
Maté a los niños para darles sólo cinco minutos de dolor, en lugar de una vida de dolor. Me obligué a hacerlo para evitarles todos los sufrimientos por los que pasarían después. Sin madre, sin padre, sin parientes. Los temores del padre se transmiten al hijo. Así fue de mi padre a mí, y de mí a mi hijo. El ya lo tenía consigo, cómo dejarlo solo así. Tuve que llevarlo conmigo.
Esa vida que Barton no quería para sus hijos lo torturó varios meses. Se cree que cuantiosas pérdidas en operaciones bursátiles arriesgadas, pero sólo el hombre sabía si eso era todo.
He estado muriendo desde octubre. Despierto en la noche con tanto miedo, tan aterrado, que no puedo seguir con ese miedo cuando estoy despierto. Me ha dañado. He llegado a odiar esta vida y el sistema de las cosas. Ya no tengo esperanza.
Sin embargo, en su última carta Barton advirtió que se vengaría. El objeto de esta venganza eran, al parecer, los empleados de las dos casas de bolsa en las que abrió fuego, matando a nueve e hiriendo a 12 personas a las que saludó con comentarios sobre la situación bursátil.
No planeo vivir mucho más tiempo, sólo el necesario para matar al mayor número posible de las personas que tan avariciosamente buscaron mi destrucción.
Deben matarme si pueden. Mark O. Barton.
No tiene la culpa el arma,
sino quien la utilizó: NRA
El actor y líder de la Asociación Nacional del Rifle (NRA), Charlton Heston, rechazó hoy que el derecho a la libre posesión de armas de fuego favorezca matanzas como la que ocurrió el jueves en Atlanta, y aseguró: "Lo ocurrido ahí es terrible, pero no se puede culpar al arma, sólo a quien la utilizó para matar".
El actor añadió que es falso que haya una proliferación de armas de fuego y una relación de la misma con incrementos en los índices de criminalidad, pues aseguró que "el número de armas en circulación permanece constante desde 1950 en Estados Unidos y el índice de criminalidad ha descendido". Reiteró que es un derecho constitucional de los ciudadanos estadunidenses el portar armas para defenderse "y eso no va a cambiar".
Sin embargo, la primera dama Hillary Rodham Clinton afirmó que el nuevo asesinato en masa "nos mueve a pensar bien qué debemos hacer para asegurar que las armas no caigan en manos de niños, delincuentes y personas inestables. Espero que el Congreso tome medidas rápidas en torno a una legislación en este sentido".
La matanza de Atlanta ocurrió sólo dos meses después de que dos adolescentes inestables mataron a tiros a13 personas en la preparatoria Columbine de Littleton, Colorado, antes de suicidarse con sus propias armas. Este viernes, un niño de seis años mató accidentalmente a su hermano de cinco cuando ambos jugaban con un rifle en casa de sus abuelos, en la localidad de Lake Park, Florida.
Asimismo, el alcalde de Atlanta, Bill Campbell, aseguró que se tendrá que abrir un debate sobre la posesión de armas de fuego que, dijo, son "un cáncer que carcome el corazón de nuestro país". Recientemente Campbell y los alcaldes de Chicago, Nueva Orleans, Cleveland y Boston demandaron a fabricantes de armas estadunidenses a los que culparon de los altos índices de criminalidad en las ciudades que gobiernan. (Agencias)