En 1974 alguien robó de la galería Knoedler, de Nueva York, una obra estereoscópica de Salvador Dalí, La doble imagen de Gala. El título no está mal, Gala era de suyo, dicen los especialistas, una mujer de doble imagen, que andaba entre la administración de la obra y la fortuna del pintor y la administración de sus amigos hippies, que se acercaban a ella para que terminara con el infortunio de andar errando de huaraches por España.
Lo de obra estereoscópica tiene su explicación oficial: ``Consistía en pintar dos cuadros de características similares, aunque no idénticas, al objeto de conseguir, mediante la disposición de tres espejos, la sensación que Dalí denominaba la tercera dimensión''. La Interpol y el FBI hicieron entonces lo que mejor saben hacer: buscar infructuosamente algo.
Veinticuatro años más tarde, hace unos días, un alemán se bañaba en su casa de Palma de Mallorca. Gozaba del chorro de la regadera cuando se fue la luz, era de noche y lo único que quedó vivo en la oscuridad fue un radio de transistores, porque él, el alemán, estaba muerto de miedo, ¿miedo de qué?, le preguntó más tarde el agente del FBI que llegaba a la pista del cuadro estereoscópico con 24 años de retraso. Aquí el alemán declaró cosas que no vienen al caso mencionar, para que la historia del cuadro no pierda su curso.
El radio, lo único vivo en aquel baño oscuro, transmitía las más novedosas declaraciones del Papa: ``El infierno es un estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados... así la condena eterna no es la obra de Dios, sino nuestra propia obra''. Si el infierno es obra de cada uno, pensaba el alemán mientras se enjabonaba maniáticamente un codo, entonces que cada quién construya el infierno que le guste, lleno de diablos que toquen mambo o de plano con espejos para que sea una obra estereoscópica.
La descripción de la regadera es importante y hay que hacerla ahora que podemos verla, antes de que se vaya la luz en el baño. Tina estándar, llaves y aditamentos estándar, con excepción del elemento que impide que el agua que cae moje el retrete y el lavabo, que en este caso es un cancel que el alemán había comprado en un mercado de antigüedades en Barcelona. Es importante decir que la luna estaba esa noche especialmente brillante y que el cancel no era un cancel, sino dos espejos antiguos que habían sido acondicionados para ese uso en particular.
La luz se fue cuando el Papa proponía que el infierno es la obra estereoscópica de cada quien, la luna entró con fuerza por la ventana e iluminó el cancel, el alemán brincó del susto, en la superficie de los dos espejos se distinguía la imagen de una mujer que él acababa de ver pintada y expuesta en un centro de arte en Cadaqués. El cuadro, se acordaba perfectamente, era obra de Salvador Dalí.
En cuanto regresó la luz hizo la denuncia a la policía, sabía que el cuadro de Cadaqués era originalmente una obra estereoscópica y él tenía ahí, en su baño, la otra mitad perdida. La obra fue rearmada y ahora puede verse, como fue concebida, en aquel centro de arte cuyo dueño y director, ex secretario de Dalí, por cierto, no ha podido explicar cómo fue que llegó esa mitad de cuadro robado a su galería.
La verdadera historia apenas comienza para el alemán de Palma de Mallorca. A la mañana siguiente, luego del interrogatorio del agente del FBI, mientras se rasuraba frente al espejo, llegó a la conclusión de que la imagen de Gala se había quedado grabada de tanto reflejarse.
De inmediato brincó a la siguiente conclusión, pensó, viendo el reflejo de su cara llena de crema de rasurar, que había una parte suya en cada espejo que lo había reflejado. El alemán de Palma puso unas cortinas de plástico en el lugar que ocupaba el cancel y haciendo un ejercicio de memoria prodigiosa ha preparado una lista de todos los lugares con espejo donde ha estado y ha contratado al agente del FBI para que rescate sus obras estereoscópicas, que andan regadas por el mundo.