LETRA S

Agosto 5 de 1999


Mitos que reducen la esperanza de vida

SANDRA TREVIÑO PEREZ

 

En el caso de la infección por VIH/sida el desarrollo de nuevos y más potentes fármacos, y las numerosas combinaciones de los mismos, ha avanzado con tal rapidez que el padecimiento se ha vuelto uno de los más complejos y difíciles de tratar. La terapia puede hasta el momento dividirse en cuatro grandes etapas: la primera se caracteriza, a partir de 1986, por el uso de un solo fármaco (monoterapia): Zidovudina (AZT); con el desarrollo de otros medicamentos se demuestra desde 1994 que una terapia doble es mejor que la monoterapia y se modifica así el tratamiento con una nueva combinación: Zidovudina + didanosina (ddI), o Zidovudina + zalcitabina (ddC); en 1996, se da a conocer la dinámica viral y se inicia la época de los inhibidores de proteasa y del famoso coctel antiviral (o triterapia); dos años después, en 1998, se inicia una cuarta etapa que incluye los medicamentos llamados no análogos y las combinaciones de más de tres fármacos.

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El desarrollo de estas etapas de tratamiento se ha reflejado sin duda en la menor frecuencia de aparición de algunas enfermedades oportunistas y en el alargamiento del tiempo de vida de los pacientes. Al principio, hubo gran entusiasmo por el éxito de los "cocteles antivirales", se pensaba que esta buena respuesta duraría para siempre. Sin embargo, el éxito de los "cocteles" ha desencadenado, paradójicamente, fenómenos diversos en el comportamiento del paciente. Hasta hace poco, cuando una persona infectada por el VIH o ya con sida observaba a su alrededor, veía rondar claramente el fantasma de la muerte y en consecuencia cuidaba más de su salud, se informaba y tenía la clara conciencia de que tomar adecuadamente sus medicamentos antivirales lo alejaría, por lo menos por un tiempo indefinido, del evento fatal. En el momento actual, conforme ha mejorado la calidad y cantidad de vida, una persona infectada por el VIH mira a su alrededor y lo que ve es a sus compañeros(as) prácticamente sanos(as), llevando una vida normal. Si bien es cierto que la mayoría de los pacientes continúan puntualmente su tratamiento antiviral, pues saben que de ello depende su vida y su calidad de vida, muchos otros se olvidan (o pretenden olvidar) ese pasado trágico, y al sentirse bien y observar a los demás también en buenas condiciones, tienden a negar la enfermedad y sus consecuencias. No es raro escuchar todos los días alguna de las siguientes frases: el paciente suspendió las dosis del fin de semana porque salió de vacaciones, no se toma alguno de los medicamentos porque siente que le cae mal, o peor aún, que toma menos pastillas que las indicadas porque sus amigos así lo hacen. Algunos pacientes, que afortunadamente son minoría, toman acciones que pueden ser aún más peligrosas, modifican algún componente del esquema de antivirales aconsejados a veces por médicos diferentes a los de su equipo de cabecera, pues piensan que tendrán un esquema más potente y lo único que se consigue es inutilizar opciones posteriores de tratamiento. Existen incluso pacientes que abandonan todo el tratamiento por completo durante semanas o meses, sintiéndose bien. Es necesario llamar la atención sobre la gravedad de este problema, porque lo único que se consigue con este tipo de "estrategias" es acortar la vida útil de los esquemas antivirales. Afortunada o desafortunadamente, los efectos de suspender o tomar inadecuadamente un esquema de antivirales no se observan en forma inmediata, pueden pasar meses o incluso años para que se noten los efectos, pero lo que es un hecho es que sí habrá consecuencias y probablemente fatales. El tiempo útil de los esquemas antivirales es aproximadamente de 12 a 18 meses en promedio, si se toma en cuenta que con los medicamentos disponibles sólo pueden hacerse tres o máximo cuatro combinaciones, se comprenderá que la vida útil de los antivirales en total es aproximadamente de cinco a seis años. Una vez que todos los esquemas antivirales han fallado, sube la cantidad de virus en la sangre, luego bajan las defensas, y finalmente se presentarán enfermedades asociadas con el sida. Lo que aún no se sabe es cuánto tiempo pasa entre la falla al tratamiento y la presencia de los síntomas, pueden ser meses, o años; lo que sí es un hecho es que mientras menos tiempo útil se tenga con los medicamentos, menos tiempo pasará entre la falla y los síntomas.

En México, se han reportado más de 40 mil casos de personas con infección por el VIH. No todos tienen acceso a un tratamiento antiviral. Por ello, quienes cuentan con la valiosa oportunidad de vida que brinda el tratamiento no deben desaprovecharla pensando erróneamente que cuando retomen correctamente los medicamentos tendrán buena respuesta, que la cura está cerca, o que su organismo ya se hizo inmune al VIH. Estos son mitos que en forma definitiva disminuyen la esperanza de vida. Si bien es cierto que cada vez surgen nuevos medicamentos, y que avanza también el conocimiento acerca del VIH, ni los médicos ni los pacientes debemos confiarnos, pues tal vez después sea demasiado tarde.

 

Médico internista de la Clínica de Sida del Hospital General Regional No. 1 "Gabriel Mancera" del IMSS.