LETRA S
Septiembre 2 de 1999
El alcohol y la prevención del sida
Al día siguiente de la cruda
CARLOS BONFIL
Usted sabe cuándo, usted sabe cuánto, pero déjenos conducirle al fascinante mundo de Marlboro o a los refinados territorios de Solera. En el consumo de cigarros y alcohol abundan las fórmulas publicitarias que los fabricantes se ven obligados a utilizar para advertir sobre los riesgos del consumo inmoderado. La posibilidad de desarrollar un cáncer pulmonar, el peligro de conducir un auto en estado de ebriedad, son temas recurrentes en campañas no declaradas de prevención, cuyos efectos disuasivos ciertamente son menores si se considera el constante incremento del consumo del alcohol y del tabaco. Se restringen los espacios para fumar, aumentan las cargas fiscales para la venta de estos productos, existen multas por ingerir bebidas embriagantes en la vía pública; adicción, riesgos para la salud, políticas de disuasión, sanciones judiciales, son sólo algunos aspectos de una cultura que paradójicamente pretende inhibir el consumo de estas sustancias, al tiempo que fomenta su comercialización inmediata. En el caso del sida, el consumo de drogas y alcohol se asocia al riesgo del padecimiento infeccioso, hasta hoy incurable, y a sus efectos negativos sobre la calidad de vida de las personas afectadas.
Desde el inicio de la epidemia del VIH, al consumo de drogas y alcohol se le vincula con las conductas sexuales de riesgo que predisponen a la infección por el virus del sida. En el caso de las llamadas drogas duras --heroína y cocaína--, administradas por vía intravenosa, la posibilidad de transmisión aumenta en la medida en que los usuarios intercambian las agujas; y con las drogas "de diseño", anfetaminas, poppers, enervantes, el riesgo consiste básicamente en inducir a los usuarios a estados de excitación sensorial o de total relajamiento, que pueden propiciar descuidos u olvidos en la práctica de un sexo más seguro, es decir, en la regularidad y buen uso del condón que previene contra las enfermedades sexualmente transmisibles.
Sin traumas, tapujos o inhibiciones
Según el investigador Peter Weatherburn, del proyecto SIGMA1, lo que hay que analizar en el caso del alcohol son sus efectos desinhibidores, tomando sin embargo distancias con la creencia popular, basada en certidumbres puritanas, de que el alcohol contribuye a derrumbar el poder de la voluntad. Es importante señalar que así como el alcohol conduce a cierto relajamiento de la voluntad, también permite a algunos individuos superar sus inseguridades y tener una relación sexual más placentera. En los casos de autoestima muy baja, el alcohol puede jugar un papel importante: sirve, de acuerdo con muchos testimonios, para "darme valor", pues "me siento mejor después de unos tragos".
Weatherburn distingue cinco argumentos clave en la relación alcohol-actividad sexual: la capacidad de relajamiento social ("si soy tímido, el alcohol me libera de mis inhibiciones y me permite ser más sociable; en ocasiones, más deseable"); de relajamiento sexual ("el alcohol no sólo me libera de mis inhibiciones, también libera a mi pareja, la pone cachonda, hace que ceda en situaciones que, sobria, jamás aceptaría, y por otro lado me permite discriminar mucho menos, pues ya no importa con quién lo hago sino cómo lo hago"); de rendimiento sexual ("el sexo me cansa, la cabeza me da vueltas, no logro concentrarme", aunque otras personas señalan lo contrario: "me vuelve inmediatamente excitable, prolonga mi orgasmo"); de deseo sexual ("una ligera ebriedad incrementa mi deseo y mi entusiasmo, me hace sentir más sensual, aunque no es parte integral del sexo y tampoco es totalmente necesario"); de sociabilidad ("los bares propician los encuentros, y el alcohol me ayuda para abordar a la gente, me da valor para proponer un encuentro más íntimo").
Pretextos busca el diablo
Las interpretaciones moralistas coinciden: los individuos saben a lo que se exponen al tener sexo sin protección, y si persisten en ello es porque algún factor externo (drogas, alcohol) o una tara congénita (propensión a la promiscuidad), los impulsa a un comportamiento suicida. En realidad habría que considerar que quien consume alcohol y tiene un momento de abandono en materia de prevención, no es necesariamente ni alcohólico ni promiscuo. En muchas ocasiones, el alcohol es sólo un pretexto o una justificación tardía o, muy deliberadamente, un medio pasajero para intensificar la sensualidad --de ningún modo una adicción incontrolable. Existen varios factores que pueden conducir a la bebida y al abandono de la prevención: los sentimientos negativos --culpa, depresión, soledad--, los estímulos sensoriales --música, atmósfera relajada--; las emociones placenteras --viajes, reventones, celebraciones--; sensaciones desagradables --enfermedad, duelo, insomnio--; el desafío personal (probar "cuánto aguanto"); la influencia de amigos (la promesa de intensificar el placer de la convivencia mediante el alcohol).
Sin embargo, ante esa gran variedad de estímulos e incitaciones para beber, y ante la posibilidad real de un descuido en la protección contra infecciones por ETS, existen recomendaciones muy precisas que señala la IAPAC2: valorar los factores de alto riesgo (identificar situaciones de exposición al mismo), reunir información suficiente sobre dichos riesgos y estrategias para enfrentar las situaciones ya mencionadas; monitorear la reacción personal ante dichas situaciones ("cómo actúo en esos casos, cómo reacciona mi pareja") y establecer una estrategia de autocuidado y prevención efectiva. Resulta absurdo atribuir de modo especial al alcohol, o eventualmente a las drogas, la responsabilidad en cualquier conducta sexual de riesgo. Al hablar de VIH y alcohol, es preciso informar a las personas sobre los riesgos reales (mínimos en un consumo moderado) y señalar también que el abuso del alcohol ("Nada con exceso, todo con medida") no sólo se relaciona con riesgos para la salud, sino con la exacerbación de conductas violentas: acoso sexual, agresiones intrafamiliares, violaciones y diversos crímenes de odio.
1 Socio-sexual Investigations of Gay Men and AIDS.
2 International Association of Physicians in AIDS Care.
Fuentes consultadas: Peter Weatherburn, "Alcohol Use and Unsafe Behaviour: Any Connection?" en AIDS: rights, risk and reason. Ed. Peter Aggleton, The Falmer Press, London, 1992.
Journal of the International Association of Physicians in AIDS Care, abril 1998.