Juan Moreno Pérez*
El apoyo de Hacienda a Barnés

La información dada a conocer en el reporte sobre las finanzas públicas para el segundo trimestre de 1999 muestra que la Secretaría de Hacienda ha dado un apoyo preferencial al rector Barnés, permitiéndole modificar el calendario de gasto de esa institución. Con ese apoyo, el rector ha podido ejercer una cantidad de recursos suficiente para mantener su política, sin ceder a los reclamos de una huelga interminable.

Los resultados de las finanzas públicas para la primera mitad del año registran un fuerte ajuste en muchos rubros del gasto público. Entre ellos, destaca la notable caída en las erogaciones destinadas a la educación. Por ejemplo, el gasto incluido en el Fondo para la Educación Básica y Normal (FAEB), que se incluye en el Ramo 33 y corresponde básicamente a la nómina de los maestros de provincia, señala una caída real anual de 12.9 por ciento.

Otros ejemplos se pueden ver en la página 87 del reporte sobre las finanzas públicas para el segundo trimestre del presente año. Las previsiones y aportaciones para la educación básica y normal del Distrito Federal disminuyen en 20.1 por ciento real. El gasto de la dirección general de educación superior, destinado sobre todo a las universidades de provincia, también disminuye en 13.4 por ciento, en términos reales.

En contraste, el subsidio que otorga el gobierno federal a la UNAM registra un crecimiento real anual de 13.3 por ciento, según el mismo cuadro incluido en la página 87 del citado reporte. Este aumento no refleja un aumento en el subsidio programado para esa institución, sino un cambio en el calendario del ejercicio, para permitir al rector Barnés mantener su política.

Como se puede recordar, dentro de la discusión habida en la Cámara de Diputados el pasado mes de diciembre, la fracción del PRD criticó el exiguo subsidio de sólo 7 mil 516.9 millones de pesos que se proponía para la UNAM. Ese monto resultaba 9.3 por ciento inferior, en términos reales, al aprobado un año antes. Por ello, dentro de su propuesta de presupuesto alternativo, la fracción del PRD incluyó un incremento de 600 millones de pesos en el citado subsidio. Esa propuesta fue rechazada por la alianza PRI-PAN que decidió el actual presupuesto para 1999.

La decisión de incluir ese limitado subsidio a la UNAM dentro del presupuesto de egresos para 1999 sólo se puede entender como parte del plan para tratar de imponer el aumento en las cuotas, luego intentado por el rector Barnés. Como se puede apreciar al comparar los presupuestos originales de la UNAM para 1998 y 1999 (tomo V de cada presupuesto), la contrapartida del escaso subsidio programado era un aumento real de 24.3 por ciento en los ingresos propios de la UNAM, entre ellos, las cuotas.

Como sucede cada año, el subsidio autorizado en el presupuesto es aumentado después de manera discrecional por la Secretaría de Hacienda, dependiendo del aumento decidido para las percepciones de los trabajadores y académicos, y de las prioridades de la política económica. Así, en 1998, el citado subsidio se incrementó en 13.1 por ciento, del cual se permitió que la UNAM ejerciera 38.6 por ciento durante la primera mitad del año.

Para 1999, dado el fracaso en el intento de aumentar las cuotas, se puede esperar un ajuste en el subsidio del orden de 15 por ciento, que lo puede situar en 8 mil 644.4 millones de pesos. Así, el subsidio ya ejercido entre enero y junio, que alcanza 4 mil 222.5 millones de pesos, representa 48.8 por ciento del programado para todo el año, porcentaje muy superior al 38.6 por ciento utilizado durante la primera mitad de 1998. Este cambio en el calendario es el que explica el citado crecimiento real de 13.2 por ciento.

La pregunta obligada es: ¿por qué la UNAM está gastando de manera tan acelerada los aún exiguos recursos de que dispone para todo el año, si se encuentra en huelga? La respuesta es fácil: para sostener la política intransigente del rector Barnés, con su costosa campaña de publicidad, con sus onerosos gastos para mantener la ficción de clases extramuros en locales alquilados y para garantizar todo tipo de apoyos dentro de la misma UNAM.

Lo grave del asunto es que esa política del rector Barnés ha sido sólo posible por el apoyo decidido de la Secretaría de Hacienda, que le ha permitido modificar el calendario de gasto, al mismo tiempo que limita otras erogaciones para educación, propiciando disminuciones en términos reales, como antes se dijo. Este es un ejemplo más de cómo se utilizan las finanzas públicas para alcanzar objetivos políticos ajenos a las decisiones tomadas por la Cámara de Diputados al decidirse el presupuesto de egresos de la Federación.

*Asesor de la fracción parlamentaria del PRD.