El mensaje leído por el Ejecutivo, con motivo de la presentación del quinto Informe de Gobierno, resalta más por lo que omite, que por lo que dice; las ausencias de Chiapas, la UNAM, el costo del rescate bancario, la privatización eléctrica, para poner de relieve sólo los temas centrales, son elocuentes. Se esperaba el balance de cinco años de un gobierno marcado por la crisis, con aciertos y errores, avances en algunos aspectos y retrocesos en otros, con el objetivo prioritario inalcanzado de lograr el bienestar. En su lugar, se ofreció un panorama que guarda poca relación con el que los mexicanos viven y sufren cotidianamente, lo que, por cierto, es normal en la visión tecnocrática.
Ejemplo de esta esquizofrenia es el asunto del empleo. El mensaje destaca que en julio pasado, se registró la tasa de desempleo abierto más baja desde diciembre de 1992: 2.26 por ciento contra 7.6 por ciento en agosto de 1995. Además, recuerda que el número de asegurados permanentes al IMSS alcanzó en julio su máximo histórico de 10 millones 411 mil, lo cual refleja un crecimiento respecto al promedio de 1994 de sólo un millón 609 mil personas, alejada de los 4 millones 800 mil que debieran haberse asegurado para absorber a la fuerza de trabajo que se incorpora a la PEA.
Hace apenas unos días, el subsecretario del Trabajo informó que en lo que va del gobierno de Zedillo se han creado ``alrededor de un millón de empleos formales (200 mil por año), pese a que la demanda anual es de un 1.2 millones'' y que cerca del 50 por ciento de la PEA (19 millones de personas) ``desempeña alguna actividad dentro de la economía informal'', mientras que 400 mil trabajadores emigran anualmente a Estados Unidos en busca de empleo (La Jornada, 27/08/99, p.50).
Así, al tiempo que ``las medidas de política económica aplicadas... han permitido reducir la tasa de desempleo abierto'', los 3 millones 200 mil mexicanos que no son incorporados a un empleo formal, se desempeñan en la informalidad o emigran. Por ello, mal puede hablarse de que esa reducida tasa de desempleo expresa un logro; no hace sino indicar el hecho grave de que una parte creciente de la población ya ni siquiera busca empleo, dadas las condiciones salariales que se ofrecen, precisamente por razones asociadas a las restricciones impuestas por la política económica.
La preocupación gubernamental por convencer a la opinión pública de las bondades de su política económica, en contraste con los desastres provocados por los malhadados populistas, busca rescatar la pertinencia del modelo instrumentado por las pasadas tres administraciones y que pretende conservarse. Olvida, o trata de hacer olvidar, que los populistas eran gobierno del PRI, exactamente igual que ellos. Por lo que para fines prácticos, la condena a esos gobiernos es una condena al régimen priísta.
Por eso, la respuesta de Medina refleja lo que muchos mexicanos piensan. Ciertamente, no refleja la opinión del Congreso, donde la minoría mayor es priísta, pero los legisladores deben responder a la población que los eligió; en este sentido, el PAN y el coordinador de su grupo parlamentario han mostrado una nueva faceta, fundamental para el futuro del país: no ser más copartícipe de las grandes decisiones, en las que ha salvado al régimen de la debacle; no más Fobaproas, no más decisiones contrarias al verdadero interés de la población.
La dureza del panista, establecida desde el principio de su texto al indicar que recibe ``el documento que dice contener el estado que guarda la administración'', es estrictamente adecuada. El informe expresa la opinión del grupo en el poder, no es un punto de vista objetivo, sino parcial e interesado. Es absolutamente compartible la opinión de Medina, al señalar que ``de nada sirve escuchar una vez más que `vamos bien', si la pobreza sigue aumentando peligrosamente en el país''.
No sorprende que, en consecuencia, los legisladores priístas hayan carecido de la tolerancia, que su jefe dijo caracteriza a su gobierno. Les hace falta entender que ha llegado a su fin el ritual priísta, que los tiempos exigen reconocer la polarización política existente, que los agravios cometidos en diversos procesos electorales, particularmente en el estado de México, no hablan de un gobierno que practica la democracia.
Así las cosas, bienvenidos los panistas a la oposición verdadera, la que requiere perseverancia y congruencia. La construcción de la alianza opositora ha recibido un apoyo que puede ser fundamental.