n Actuaciones de la generación 1995-1999 del Museo Nacional de Culturas Populares
Formar seres integrales, un mérito del LTCI
Angélica Abelleyra n Con el proyecto, casi concluido, de ''aterrizar" en la codificación y afinación del cuerpo teórico que ha dado sustento al trabajo de los diversos grupos del Laboratorio de Teatro Campesino e Indígena (LTCI); con peticiones para constituir entidades creativas similares en Sonora, Tlaxcala, Puebla y Veracruz; con la invitación desde Alemania para publicar la memoria gráfica de estos colectivos que han crecido desde hace más de dos décadas en siete entidades del país, así como a la espera de que pronto se pueda llevar a escena la versión teatral de María Alicia Martínez Medrano sobre Acteal, transcurre por estos días el trabajo de algunos jóvenes formados en estos laboratorios.
Se trata del Laboratorio de Teatro del Museo Nacional de Culturas Populares, cuya Generación Cristina Payán 1995-1999 presenta sus exámenes de fin de cursos en ese museo de Coyoacán. Un jurado de actrices y actores, maestros, críticos de teatro y dramaturgos, dictamina las puestas en escena desde el lunes pasado y hasta el próximo 8 de septiembre, en una primera etapa. Para octubre y noviembre próximos continuarán otras evaluaciones que podrán ser presenciadas por el público.
Impulsora de estos espacios, Martínez Medrano habla sobre los proyectos de LTCI. Martha Aura, Angélica Aragón y Socorro Merlín -integrantes del jurado- comentan en torno de las obras que han visto a la fecha. Y destacan el trabajo de los laboratorios para formar ''seres integrales" que encuentran en el arte una vía de aprendizaje interno y de enseñanza hacia su colectividad indígena, campesina y, en algunos casos, urbana y marginal.
(Los otros jurados son Jesús González Dávila, Beatriz Sheridan, Carlos Francisco Baeza Sosa, Delia María Rendón, Fernando Belmont, Felio Eliel y Pilar Jufresa, por citar algunos.)
Trabajar en colonias marginadas
Autora de Los alaridos, Abracadabra y Guadalupe María, entre otras piezas montadas ahora en el recinto coyoacanense, Martínez Medrano resalta las aportaciones en los campos de la pedagogía teatral, producción y difusión por la desaparecida promotora cultural Cristina Payán en la conformación del Laboratorio de Teatro del Museo Nacional de Culturas Pupulares y los alumnos a punto de egresar como ''trabajadores de teatro", es decir, profesionales que pueden optar por la dramaturgia, la danza, la actuación, la dirección teatral o la producción.
''Nuestro trabajo es una profesión, no una labor de costura ni de una reivindicación de nada. Esta generación lleva el nombre de Cristina no por extensión sino por su constante apoyo, porque ella acoge y protege el programa del laboratorio en el museo y porque tenía una visión integral del teatro. Para mí fue un lujo hablar con ella de pedagogía teatral, de analizar las diferencias entre la preparación de un futuro actor indígena o campesino y uno urbano. Nos pusimos a platicar de ello y vimos que los dos primeros son contemplativos, concentrados en la vida de su comunidad, en su relación con el entorno, mientras que el urbano vive con prisa, con otras velocidades y urgencias. En 1995 me convenció que podíamos hacer algo aquí, en el museo, pero no sólo en él sino que tiró las puertas del museo y nos fuimos a trabajar a colonias marginadas. Ella estuvo en todo, en el asombro de ver cómo daban los maestros clases a los campesinos y a los indígenas y a los urbanos, con un alto grado de dificultad en la actuación misma, la educación musical, la mecánica teatral, la contemplación, la lectura y la poesía."
La dramaturga comentó que, además de la solicitud de que se funden LTCI en cuatro entidades más, la semana próxima iniciarán un ciclo de escenificaciones en las delegaciones Iztapalapa y Xochimilco. Resaltó la conclusión, con pedagogos, de la codificación del cuerpo teórico que sustenta el trabajos de los laboratorios que en América Latina tienen sus similares en Colombia (con grupos urbanos marginales) y en la India y China, seguramente.
Entrevistadas aparte, Martha Aura, Socorro Merlín y Angélica Aragón coincidieron en señalar ''la seriedad y enorme calidad" de los trabajos presentados por los laboratoristas como su examen final, y remarcaron la tarea relevante que los LTCI han hecho en la conformación de seres integrales en el arte del teatro, y no simplemente actores. Martha Aura señaló que, además de formar profesionales que ''no se atienen a la guía del director teatral, porque ellos mismos se dirigen, los laboratorios están formando mejores personas". Socorro Merlín se mostró ''admirada" por la continua "aportación de los LTCI a la sociedad, a las comunidades indígenas y campesinas en las que ha incidido, así como la constante sorpresa que genera cada montaje". Para concluir, Angélica Aragón destacó ''el rigor" en el trabajo que heredó Martínez Medrano de Seki Sano en la formación de actores con un compromiso con su oficio y con la sociedad. ''En los laboratorios no se forman a actores en lo externo, con barniz; se va al trasfondo para constituir a seres integrales, para determinar a individuos y reforzar a la persona en el término griego de la palabra, alma, con un amor y un respeto por el arte para poder seguir viviendo en una realidad hostil que si bien no va a cambiar en lo inmediato, nos puede modificar a cada uno de nosotros; te puede cambiar a ti".