Gabriela Olivares (recopiladora),
La pluma y el lapicero.
Crónicas de periodismo cultural,
Centro Cultural Tijuana,
Tijuana, México, 1999.
En 1997 la periodista Gabriela Olivares, responsable de la sección cultural del semanario tijuanense Zeta, ideó reunir testimonios de periodistas culturales escritos en primera persona para ser recopilados en un libro editado por el emblemático Centro Cultural Tijuana (Cecut).
La singularidad de La pluma y el lapicero. Crónicas de periodismo cultural radica en que no es una antología que reúne una selección de ``los mejores textos periodísticos'' de los participantes, sino de una serie de recuentos y reflexiones propiciadas a partir del ejercicio del periodismo cultural, escritas ex-profeso a solicitud de Gabriela Olivares.
Resulta excepcional encontrar este puñado de relatos en primera persona -con excepción de Rosa Beltrán, quien por su formación literaria utiliza el recurso narrativo de la tercera persona- cuyo conjunto nos permite reconstruir fragmentos de la historia de los diversos medios periodísticos, particularmente los impresos, en los que se ha insertado la vida profesional de los participantes en el proyecto, por lo que es un buen punto de referencia para quien quiera conocer parte de la historia del periodismo cultural mexicano.
Desde el acercamiento a la crítica teatral ejercida puntualmente y con pulcritud envidiable por la ``decana'' del libro (Olga Harmony, 1928) hasta las afirmaciones de la ``benjamina'' del proyecto (Rosa Beltrán, 1960) -cuyas reflexiones sobre la veracidad y oportunidad del periodismo se insertan en el análisis de lo que en el mundo académico se conoce como historia cultural-, las tramas desarrolladas en La pluma y el lapicero integran un mosaico apasionante y apasionado: a través de la trayectoria que se inicia en las mocedades comunistas de Humberto Musacchio podemos conocer parte de la historia de los suplementos culturales de El Día, El Nacional, Excélsior, Novedades y el innovador concepto de página cultural que nació con Unomásuno en 1977. En el texto de Musacchio podemos enterarnos del nacimiento de La Jornada y seguir las huellas del periodista en otras publicaciones.
En sus ``Historias de prensa cultural'', Sergio González Rodríguez nos entrega la historia del suplemento La cultura en México de la revista Siempre! durante el rico periodo monsivaisiano; hace un ajuste de cuentas sobre su paso por La Jornada Semanal, se detiene en la revista Biblioteca de México y desemboca en su actividad actual como integrante del equipo editorial que semanalmente nos entrega El ángel, en efecto, uno de los suplementos culturales más leídos de la prensa capitalina.
Vivir el periodismo como una ``experiencia cultural'', según nos cuenta Edmundo Lizardi, permite hacer un reconocimiento a quienes ejercen el periodismo en nuestra amada provincia mexicana a pesar de los riesgos, y me refiero a esa tradición caciquil según la cual al periodista incómodo simplemente se le borra del mapa. El texto de Lizardi y su parodia de Don Corleone nos resulta ejemplar en este terreno.
La memoriosa vida del poeta Roberto Vallarino en el periodismo cultural se sitúa centralmente en el Unomásuno de Becerra Acosta como punto de referencia para sustentar su tesis sobre el ``deterioro en la calidad del periodismo cultural''. Cuando Roberto afirma que ``en 1977, hace 20 años, existía lo que hoy se ha desmoronado: un periodismo poético y cultural con sentido crítico y no reverencial'', hace suya la vieja máxima comunista de no hay más ruta que la nuestra. Me parece admirable la fidelidad de Vallarino a Becerra Acosta. Es cierto que en las páginas culturales del viejo Unomásuno se dio voz por vez primera a las feministas, al mundo gay y al rock como expresiones culturales -añadiría a los ecologistas-, y reconozco que la sección de Vallarino era agresiva y polémica. Sin embargo, creo que el fenómeno que Roberto califica como deterioro en el periodismo cultural merece un análisis más complejo en el que se describa, por ejemplo, el papel que han jugado las oficinas de prensa en lo que podría describirse como institucionalización de la información cultural, y el hecho de que la mayoría de los artistas cuenten con representantes, agentes de relaciones públicas o encargados de prensa.
A José María Espinasa le corresponde relatar su vida como editor de un conjunto de publicaciones culturales tanto independientes como auspiciadas por diversas instituciones universitarias o estatales. La publicación de las revistas El Vaivén y Tercera Llamada, desafortunadamente de corta vida, son dos experiencias de las que parte Rosina Conde para concluir que ``en la región (Baja California) no hay respeto por el periodismo cultural, ni siquiera entre los mismos periodistas''.
La manera antisolemne en la que Felipe Ehrenberg ``dice las cosas'' tiene mucho que ver con su trayectoria como maestro en diversas artes: la mimeografía, la neología y la promoción cultural, entre otras. De ahí que haya optado por compartir un pragmático decálogo en el que sintetiza sus técnicas periodísticas. Federico Campbell ha dividido su vida entre el periodismo y la literatura, es decir, entre el gusano y la mariposa. Finalmente toma partido: el escritor es todo lo contrario de un reportero. Veamos los famosos archivos: mientras que para un periodista son una mina y fuente permanente de consulta, al escritor sólo le sirven para inhibir su imaginación. Campbell abandonó las filas de la revista Proceso porque quería dedicarse a la literatura; sin embargo, al paso del tiempo no resistió quedarse al margen de lo informativo y ahora publica en la revista Milenio.
Sin embargo, como dice Rosa Beltrán, ``no todo lo que relumbra es periodismo''. Formada en los terrenos de la crítica literaria y la literatura comparada, al hablar de los crímenes políticos, Rosa añora un mundo donde el acontecimiento social era un hecho real antes que un hecho narrativo, es decir, un periodismo que no haga literatura. ``Puede ser que, personalmente, el periodista esté a favor de ésta o aquélla postura moral y vaya en busca de su verdad, aunque no le quede claro cómo dar con ella. Pero en sus notas, la narrativa jerarquiza los acontecimientos de tal modo que lo terrible se confunde con lo trivial y la explicación accesoria sustituye en espacio y en importancia el significado profundo de los hechos que se narran.'' La propuesta es tan sugerente, que vale la pena retomar este hilo conductor.
Por mi parte, suscribo la eterna queja por la falta de condiciones adecuadas para ejercer un periodismo de investigación. Sin embargo, de 1977 a la fecha mi situación ha variado: el ser nombrada ``editora responsable'' de la sección Lunes en la ciencia me ha permitido explorar un territorio que, para mí, siempre ha sido parte de la cultura y por ello no me resulta ajeno. Y como ``la cabra siempre tira al monte'', ahora dispongo de un tiempo y una libertad que me permite elegir los asuntos sobre los que quiero escribir, hecho que me permite alternar mi actividad en la sección científica de La Jornada con la publicación de la columna ``Alebrijes'' en la sección cultural del mismo diario. Y ya lejos de la vorágine del diarismo, degusto el ``lujo asiático'' de preparar textos periodísticos a los que puedo dedicar el tiempo que sea necesario y publicarlos cuando estén bien cocinados.
Luis Zapata,
Siete noches junto al mar,
Editorial Colibrí,
México, 1999
y un gran conversador.
Después de cuatro años de ausencia en las librerías desde La más fuerte pasión (Océano, 1995) Luis Zapata publica Siete noches junto al mar, novela que continúa en la actual vertiente estilística que el autor ha elegido para construir sus historias. De la misma manera que en su novela anterior, en Siete noches junto al mar Zapata utiliza como técnica narrativa la expresión directa y dialogada, o, en este caso, más bien casi monologada, de sus personajes sin la intervención del narrador omnisciente que todo lo observa y lo sabe de antemano. El recurso es efectivoÊy, una vez más, Zapata lo maneja con maestría. Si en La más fuerte pasión nos enteramos a pie juntillas de la vida y milagros de una pareja de hombres intergeneracionales (uno joven y otro maduro, pues) y las broncas en su relación sexo-afectiva, en esta novela asistimos al coloquio de cuatro personajes -Ivancito y Lucy, dos vacacionistas chilangos, y Fer y Nidia, los anfitriones- que, en siete noches tropicales a la orilla de Pie de la Cuesta en Acapulco, se imponen como divertimento la tarea, ahora tan difícil gracias a la televisión, de contar anécdotas curiosas o sobresalientes, propias o ajenas.
Estructurada como novela a partir del eje temático del juego de contar historias, la narración también puede verse como un compendio de cuentos en los que, en cada tertulia, los personajes van contando sucesivamente sus vidas y las de los amigos, amigas y conocidos, procedimiento que a Zapata le funciona muy bien para disertar con humor e ironía sobre un sinnúmero de temas que le interesan. En este sentido, son recurrentes las alusiones a ``la situación tan cabrona'' del país (pobreza y delincuencia), las drogas, la preocupación por el deterioro físico y la edad, las dolencias físicas y del alma, la inclinación de la gente moderna por la medicina alternativa, la solidaridad, la pareja, la amistad, la diversidad sexual, etc.
Así, la vida contemporánea y las preocupaciones de una clase media mexicana -urbana y provincial- venida a menos, quedan reflejadas a través de narraciones cortas sobre experiencias de vida que motivan a los personajes a la reflexión sobre la existencia, o que simplemente provocan la diversión y la sorpresa por chuscas o fuera de lo común. De este modo la novela da cuenta, aunque suene grandilocuente, de la condición humana de seres contemporáneos que se autoanalizan en el psicoanálisis colectivo que representa la charla sincera entre amigos. Si bien no todas las historias pueden resultar interesantes para el lector, todas ellas están escritas con pericia y responden a la psicología del personaje-narrador en cuestión; psicología que se va definiendo a medida que el personaje en turno va relatando sucesos propios o extraños, pero que finalmente lo dibujan en el contexto de lo que narra. De esta manera, al igual que para Saussure, para Zapata el lenguaje no describe al sujeto: lo constituye. En este sentido, la candidez de los relatos de Fer -al parecer un hombre joven y soltero-, sobre personajes, situaciones y costumbres de los pueblos de la Costa Grande, contrasta con el desenfado de Ivancito, el gay intelectual, cuando cuenta anécdotas sobre sí mismo o sus amigos gays, vinculadas con chichifos, ligues, celos, infidelidades, los homosexuales de provincia y los casados, etcétera. En cuanto a Lucy, divorciada y parlanchina, su narrativa gira en torno a sus viajes y sus amigas depresivas, hipocondríacas, tacañas, mitómanas, etc. Por su parte Nidia, la mujer liberal casada y con hijos, aborda situaciones de trabajo, ligues, broncas matrimoniales, historias de accidentes y desgracias familiares, velorios, el gusto por ``el moño'' (la mota) y otros temas.
La lectura de Siete noches junto al mar es una experiencia deliciosa, no sólo porque en este convite uno se ve identificado y ve reflejados a sus amigos y amigas, sino porque Zapata crea una atmósfera de intimidad y complicidad que hace partícipe al lector o la lectora, desde su sillón favorito o desde su cama, en el coloquio.
Al igual que en su novela anterior, Zapata capta con muy buen oído el habla coloquial de sus personajes, sobre todo el habla sabrosa y rica en expresiones de los chilangos. Como narradores orales, los personajes se convierten en narradores literarios, y uno tiene prisa por ``escuchar'' en qué termina el relato, ya que las anécdotas no son lineales, igual que en la conversación cotidiana, sino que están impregnadas de una serie de sub-anécdotas que se disparan por otros caminos, haciendo más rico el relato.
Así, en esta novela Luis Zapata plasma literariamente el arte de conversar, de saber platicar historias, y recupera para la literatura el placer de la narración oral y el placer por la anécdota, por las historias de vida contadas en boca de sus personajes. Sin duda este libro será un deleite para todos aquellos y aquellas que siguen platicando aunque ya hayan acabado los comerciales. Siete noches junto al mar: filosofía cotidiana decantada en anécdotas.
Biografía
Breve combate de inoportuna muerte (El elegido), Agustín Jiménez, Col. Las cascadas prodigiosas 37, Verdehalago, México, 1999, 61 pp.
Ensayo (antropológico)
Ritos xochimilcas, ritos mexicas y ritos cristianos, Refugio Cabrera Vargas y Erwin Stephan-Otto Parrodi, Col. Antropología, serie ceremonias de Xochimilco, Patronato del Parque Ecológico de Xochimilco, A.C., México, 1999, 145 pp.
Ensayo (filosófico)
Análisis filosófico, Bertrand Russell, introducción y traducción de Francisco Rodríguez Consuegra, Col. Pensamiento contemporáneo 57, Ediciones Paidós/I.C.E. de la Universidad Autónoma de Barcelona, Barcelona, España, 127 pp.
Entre filosofía y literatura, Michel Foucault, introducción, traducción y edición de Miguel Morey, Obras esenciales volumen I, Col. Paidós Básica, Ediciones Paidós, Barcelona, España, 1999, 393 pp.
Estrategias de poder, Michel Foucault, introducción, traducción y edición de Julia Varela y Fernando çlvarez Uría, Obras esenciales volumen II, Col. Paidós Básica, Ediciones Paidós, Barcelona, España, 1999, 407 pp.
Ensayo (literario)
Lecturas simultáneas: la enseñanza de lengua y literatura con especial atención al cuento corto, Lauro Zavala (compilador), Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, México, 1999, 149 pp.
Voces reunidas, Antonio Porchia, UNAM, México, 1999, 298 pp.
El viejo Bloomsbury y otros ensayos, Virginia Woolf, UNAM, México, 1999, 219 pp.
Ensayo (político)
Noam Chomsky habla de América Latina y México, entrevistas con Heinz Dietrich, prólogo de Luis Javier Garrido, incluye documentos inéditos de los archivos nacionales de Estados Unidos, Col. El ojo infalible, Editorial Océano, México, 206 pp.
Ensayo (religioso)
Historia de las creencias y las ideas religiosas I, de la edad de piedra a los misterios de Eleusis, Mircea Eliade, Col. Paidós Orientalia, Ediciones Paidós, Barcelona, España, 1999, 663 pp.
Historia de las creencias y las ideas religiosas II, de Gautama Buda al triunfo del cristianismo, Mircea Eliade, Col. Paidós Orientalia, Ediciones Paidós,
Barcelona, España, 1999, 678 pp.
Historia de las creencias y las ideas religiosas III, de Mahoma a la era de las reformas, Mircea Eliade, Col. Paidós Orientalia, Ediciones Paidós, Barcelona, España, 1999, 456 pp.
Narrativa
A través del hueco, Renato Prada Oropeza, Difusión Cultural (UNAM), México, 1999, 174 pp.
Eres una bestia, Viskovitz,Alessandro Boffa, traducción de Alejandro Pérez Viza, Col. Palabra en el tiempo núm. 264, Editorial Lumen, México, 1999, 161 pp.
Generaciones perdidas, Carlos Martínez Rentería (compilador), Benito Juárez/Times Editores/Ciudad de México, 1999, 125 pp.
No sólo para dormir es la noche, Rosa Nissán, Grupo Patria Cultural/Nueva Imagen, México, 1999, 166 pp.
Viaje al centro de la Tierra, Julio Verne, Col. Literatura Universal Alba, Edivisión Compañía Editorial, Barcelona, España, 1999, 187 pp.