EL PRD LE HA DADO una salida poco airosa a su candidato a la Presidencia: una simple y rotunda elección por la vía de la aclamación con delirante auditorio repleto. Cárdenas, como el Mahidi de los árabes, es el único, el esperado, el elegido contendiente que llenará las plazas de las esperanzas y las urnas decisorias. Cualquiera otro que se atreva a registrarse quedaría sepultado en una avalancha compuesta por el peso del aparato, una contienda limitada a los militantes y simpatizantes duros, la ascendencia del caudillo, la tupida trabazón de los dirigentes partidistas cerrados en su derredor y, por si ello no fuera suficiente, el enorme gasto publicitario para posicionar al ingeniero. Una combinación ciertamente imbatible y que ridiculiza las amables y reiteradas invitaciones de melosos dirigentes para que se inscriban los que quieran, con especial dedicatoria al Porfirio de sus desventuras.
La suerte está, entonces, echada y nada hay que le meta compostura. Ya Muñoz Ledo viaja rumbo a lo que él mismo llama "el exilio". Se lleva, la legitimidad que él reclama a diestra y donde lo dejen decirlo. Pero mientras tanto, trata, por todos los medios a su alcance, y que afortunadamente tiene algunos, de inscribirse como contendiente en la Alianza Opositora (AO), aunque sea con el membrete del PARM. Pero si esto tampoco es posible por el veto que quiere imponerle el PRD, con seguridad intentará otra forma de seguir en la pelea. Ojalá y pueda hacerlo por el bien del ensayo democratizador y para no aumentar los enredos que se han formado a su vera. También por el bien del quehacer público, que no puede perderse a un hombre de su talento y contribuciones. Los del PRD deben saber que formar a un candidato o a un dirigente es una tarea menor frente al activo de contar con guías de la lucidez y energía de Porfirio. Y esto a pesar de los golpeadores que le han lanzado y que mucho aportan a la medianía y las envidias (Saucedo).
No deja de ser irónico el contraste actual entre los dos partidos, PAN y PRD, respecto del proceso desatado en el PRI. Los dos primeros comprometidos con formas abiertas para seleccionar a sus candidatos, pero que se quedaron con un solo prospecto y sin elecciones. Uno por la eliminación de los rivales, y el otro por un menjurje mercadológico, y la reciedumbre para prevalecer de ambos. Ahora resulta que el hermético PRI aceptó el riesgo de la incertidumbre y continúa adelante con sus cuatro postulantes. De prevalecer tal situación, las legitimidades serán distintas, ni duda cabe. Las múltiples razones para enturbiar, desde fuera y adentro, el sendero elegido por el priísmo, no borrarán los millones de votantes que acudirán en su respaldo. Sólo una primaria abierta, decidida, transparente, sin exclusiones cupulares y millonaria en votos para escoger el abanderado de la aún borrosa AO, podrá presentar un título semejante.
La ruta para consolidar la AO, y que resulta ser un llamativo fenómeno político, está plagada de problemas y, sobre ellos, se apilan ya errores de distinta índole y procedencia. Unos, los de mayor seriedad, le vienen por los desplantes histriónicos de sus dos principales aspirantes, Fox y Cárdenas. Ellos pretenden acomodar método de selección, posturas y facultades del ganador a sus muy peculiares deseos de amarrar el triunfo de antemano. Tal y como lo hicieron con sus propios partidos. Otros son resultantes de las terminantes condiciones de postulados y programas que cada partido va exigiendo adoptar. Pemex, industria eléctrica, Chiapas, Educación pública y gratuita en todos los niveles (UNAM), IPAB, adelantan, ni más ni menos, los perredistas de pura cepa. Ante tal andanada, los panistas se refugian en la indeterminación y esperan encontrar la salida más airosa que satisfaga a su élite en su ya larga intentona de someter a los Amigos de Fox. En adición, afloran las luchas de los proponentes de la coalición para asegurar sus cuotas de votos y puestos de relevancia. Pero el mecanismo de selección sigue gravitando sobre las reales oportunidades de concretar la Alianza. El llamado a los voluntarios y "notables" ciudadanos exhibe grietas insalvables, endurecimientos de posiciones e ineptitudes nada convenientes para el lustre de las burocracias partidarias que pretenden liderear el momento y la actualidad mexicanas. El achique irremediable del tiempo pone su parte y juega a favor del equipo contrario, el del PRI. Si va a haber alianza que la definan cuanto antes y no continúen malgastando las expectativas despertadas, condicionando contenidos, acumulando vituperios y descalificaciones para, sobre todo ello, levantar su propia clientela. El costo por las indecisiones, alharacas y las trabas ya empieza a aflorar para los dos partidos mayores y sus abanderados. *