Las metas educativas en favor de la infancia latinoamericana se han transformado en quimera. Pero es en el sistema educativo de los niños y las niñas indígenas donde puede observarse el modo supremo del maltrato infantil.
En la teoría, se coincide que el niño indígena debe aprender a leer y escribir en su lengua materna y sólo después ser introducido el español. En la práctica, los programas siguen destacando la necesidad de castellanizar a la población indígena como única vía para lograr la unidad lingüística y cultural.
Las consecuencias son inevitables: ni los niños indígenas pueden aprender con facilidad y afianzar sus estructuras mentales ni sus derechos humanos son observados como parte de su identidad cultural.
En la mayoría de los países de América Latina, no figuran los derechos de los pueblos indígenas en sus cartas constitucionales. Tampoco aparecen sus condiciones reales de vida en las estadísticas, y los idiomas oficiales los dejan al margen de la educación.
En las Segundas Jornadas Iberoamericanas de Educación Intercultural Bilingüe (Antigua, Guatemala, septiembre de 1998), se dijo que "en el futuro la educación será intercultural o no será educación". Pero nada indica que algún gobierno haya recogido el guante del desafío. El asunto, simplemente, interesa poco y nada.
Parecería que lo "intercultural" sólo es pertinente al español y el inglés. Sin embargo, y por sólo ofrecer un ejemplo común en otras regiones, cuando los niños indígenas de Ecuador concluyen el ciclo de los seis años escolares tienen dos opciones: asistir a un colegio de educación hispana o dejar de ir para siempre a clases. El 90 por ciento opta por lo segundo.
Entre los egresados de casi todas las escuelas primarias bilingües de ese país destacan dos problemas: primero, la dificultad de aprender inglés y, segundo, el sentirse obligados a quitarse el poncho y cambiar su indumentaria por un uniforme convencional. En la sierra andina ecuatoriana hay comunidades en las que casi ya no se habla quechua. Pero esto no significa que sepan hablar bien el español.
En Perú, los esfuerzos por ejecutar programas de educación quechua-hablantes de educación primaria bilingüe no han tenido el apoyo necesario. Y los modelos educativos siguen basándose en la tradición cultural de occidente que pone énfasis en el "porqué", cuando el niño indígena comprende mejor a partir del "para qué".
Entre los quechuas, la enseñanza prematura del español tampoco permite la internalización de su estructura. Por tanto, la competencia lingüística y comunicativa no se desarrolla plenamente. Luego, el burócrata que evalúa desde el ministerio tampoco entiende las causas de la deserción y reprobación que afecta la eficiencia terminal y la pobreza acaba siendo la culpable de todo.
Para los teóricos de la democracia teórica, siete mil años de cultura y mil lenguas nativas de América son cosa del pasado, "folclor". Y muchos escritores ni siquiera advierten que la pérdida paulatina de identidad cultural de nuestros pueblos choca frontalmente con sus propios intereses: la difusión masiva de la lectura.