Ť La agrupación mexicana grabó más de 300 discos, con 3 mil canciones
Falleció Alfredo El Güero Gil, fundador del trío Los Panchos
Ť Introdujo en la música un instrumento para tocar prolongados requintos punteados
Ť Los intérpretes fueron símbolo cultural del país, incluso antes de la época de oro del cine
Arturo García Hernández * A los 84 años murió en las primeras horas de ayer Alfredo El Güero Gil. Autor de canciones como Un siglo de ausencia y Sin ti, era el último fundador sobreviviente del trío Los Panchos, la agrupación musical mexicana que más amplia y prolongada presencia internacional ha logrado. Mucho antes que las telenovelas, al mismo tiempo que el cine de la época de oro, Los Panchos fueron símbolo cultural de México en el mundo y hasta la fecha su legado musical es objeto de culto y veneración dentro y fuera de la frontera del nopal.
Torturado en sus últimos años por la hidropesía y el enfisema pulmonar, El Güero Gil detentaba una biografía variada e intensa, en la cual su brillante faceta como músico y compositor se ayuntaba con una suerte de leyenda negra derivada de un carácter bronco que lo llevó a involucrarse en hechos sangrientos.
Su nombre real era Alfredo Bojalil Gil. Hijo de padre libanés y madre mexicana, nació el 5 de enero de 1915 en Misantla, Veracruz. A fines de los treinta conoció a Jesús Navarro en las instalaciones de la XEW, en la ciudad de México. Ambos buscaban una oportunidad para dar cauce a sus vocación musical. De inmediato se hicieron amigos. Al ver que para ellos no había la ansiada oportunidad, decidieron probar suerte en Nueva York, ya entonces meca internacional de la cultura y el espectáculo, por encima de París, asolada en esos años por la Segunda Guerra Mundial.
Después de fallidos intentos individuales, decidieron formar un trío, para lo cual llamaron al cantante puertorriqueño Hernando Avilés (1914-1986). El 14 de mayo de 1944 el requinto de Alfredo Gil, la voz de Chucho Navarro (1913-1993), la inspiración de ambos, y la singular primera voz de Hernando Avilés debutaron en el Teatro Hispano de Nueva York. Nacían Los Panchos y con ellos una nueva manera de tocar e interpretar el bolero, considerado durante mucho tiempo un género exclusivo para cantantes solistas.
El nombre lo propuso El Güero Gil como homenaje a Pancho Villa y porque consideraba que era sugerente para el público estadunidense y fácil de identificar con México.
Así empezó una carrera de casi 50 años, durante la cual el trío grabó cerca de 300 discos y aproximadamente tres mil canciones en seis idiomas (incluidos el griego y el japonés). Así nació también una industria que aún hoy mueve millones de dólares, producto de la constante redición y venta de cientos de miles de copias de discos, principalmente en México, el resto de Latinoamérica, Estados Unidos y España.
Por mencionar un dato: de acuerdo con un estudio de mercado, tan sólo en 1994 se vendieron en Miami un millón y medio de copias de discos de Los Panchos. Es una cantidad que ni con mucho alcanzan la mayoría de los baladistas juveniles de moda. En ese mismo año obtuvieron en España un disco de oro y cuatro de platino por su ventas. La traducción en números hablaba de por lo menos 115 mil copias vendidas. Cabe decir que la neopanchomanía en aquel país fue en buena medida resultado de la inclusión del tema Lo dudo ųcompuesta por Navarroų en la película La ley del deseo, de Pedro Almodóvar. Tal neopanchomanía convirtió al trío y su legado musical en preciado botín de propios y extraños. La piratería ųreproducción y venta ilegal de sus discosų alcanzó dimensiones descomunales dentro y fuera de México. Lo que para unos era legítima herencia o patrimonio cultural y para otros nostalgia o moda posmoderna, para algunos también fue mina de oro.
Y surgieron ''Panchos" por todos lados. En años recientes han llegado a identificarse tres agrupaciones diferentes con el nombre de Los Panchos, tocando simultáneamente en distintas partes del mundo. Una de esas agrupaciones era promovida por Francisca Feregotto, tercera esposa de Navarro. Para ello contaba con el apoyo de El Güero Gil. Pero los herederos de Navarro sólo reconocen a Los Panchos que encabeza Rafael Basurto Lara, la última de las siete "primeras voces" oficiales que pasaron por el trío. La historia es compleja, como corresponde a un asunto en que se mezclan intereses económicos legítimos y espurios, codicia, afectos, oportunismo, malos entendidos, resentimiento y luchas de poder.
A partir de su debut, Los Panchos alcanzaron vertiginosa popularidad. Durante una temporada en el Hotel Pierre de Nueva York, llegaban a cantar šmás de 100 canciones! Por lo menos eso contaba Gil. El desgaste de las voces era enorme, y difícil de sostener un tren de trabajo así. Había que hacer algo. Gil pensó que metiendo solos de requinto punteando las canciones podrían descansar más sus voces. Para el efecto mandó hacer un requinto de un tamaño menor al de una guitarra normal. El nuevo instrumento, un eslabón sonoro entre la guitarra y el violín, dio al trío el sonido que, incorporado en las introducciones y los arreglos, los identificó e hizo escuela: el sonido Panchos. Pronto surgieron otros tríos y cada uno, con mayor o menor acierto, incorporó un requinto.
ƑCómo le hizo? En una entrevista con La Jornada Gil explicaba: "Es una facultad que se tiene para inventar y hacer introducciones. Eso no se estudia, eso ya se trae. La música la traigo de nacimiento. No estudié música, absolutamente nada, pero el oído lo tengo perfectamente bien, hasta la fecha".
Transcurridos cuatro años desde su debut, el trío llegó a México a finales de 1948. Una foto registró el momento de su arribo a la ciudad de México: Gil, Navarro y Avilés posan en un descanso de la escalerilla de descenso del avión. A su lado, una mujer de contundente belleza saluda con la mano en alto. Es María Félix. Ellos parecen mirar, incrédulos, la multitud que les espera y que los escoltará desde el aeropuerto hasta El Patio, el centro nocturno más lujoso del momento, lugar de su primera presentación aquí. Profetas en su tierra.
En sus últimos años, Alfredo Gil forcejeaba con dos enemigos poderosos que le acechaban continuamente: la añoranza y un complejo por la vejez. Ni siquiera la posibilidad de la muerte le importaba tanto. Después de lo vivido, era comprensible que le resultara más disfrutable el pasado que el presente: "Todo nace y todo muere. Tarde o temprano se va uno. Me voy satisfecho de no haber actuado nunca en contra de mis sentimientos. Fallas he tenido, por supuesto. Pero después de cierta edad uno empieza a perfeccionar las cosas, a nivelarlas, a estar tranquilo si no feliz del todo. La falta de salud es lo que me está afectando, la falta de salud para seguir disfrutando del pasado. Sí, tengo nostalgia, šcómo no! Me ha tocado el complejo de la edad, el complejo de la soledad, el complejo de mis años ya abatidos por la vida y también disfrutados por el éxito. Todo eso me hace sentir nostálgico, un poco triste, pero me repongo y lucho contra mí mismo".