El Uyuyuy, El Mastuerzo y El Cucurrucucú


Arrejunte desmothernista de Botellita de Jerez, en día patrio

Patricia Peñaloza n "La historia se divide en antes y después del guacarrock, para qué decir más", arremete impúdico Sergio Arau. Complementa Paco Barrios: "El guacarrock fue una realidad virtual para echar desmadre, un pretexto para divertirnos". Remata Armando Vega-Gil: "Esta nueva gira es una propuesta lounge retrovisora, un desmothernismo". Y es que tras nueve años de no tocar juntos como el trío original que para muchos fue la única y verdadera propuesta charrocanrolera -y no su secuela tras la salida de Arau-, los ex miembros de Botellita de Jerez celebrarán el "último arrejunte del milenio, o el Menudo y Flanstástico Reencuentro de Botellita de Jerez".

La Botella nació en 1985 en el DF, como una banda jocosa que cuestionaba al pop ramplón y a los incipientes grupos de rock mexicano, quienes adoptaban poses artificiosas. Además incorporaban, como hicieron por ejemplo Jaime López o Rodrigo González, elementos relacionados con su entorno, actitud secundada por grupos posteriores, claves en la historia del rock hecho en México, como Caifanes, Café Tacuba, Maldita Vecindad, El Gran Silencio.

En 1997, el vocalista de Café Tacuba (ahora Nrü) asumió, en la revista estadunidense SPIN, que su banda era continuadora del guacarrock. Frente a este ejemplo dice Barrios, El Mastuerzo: "Me pone chido que lo digan, pero no sólo ellos, sino muchas bandas más, agarraron la onda de lo que queríamos decir. Y no sólo éramos nosotros, antes existieron Toncho Pilatos o Rockdrigo. Estamos juntos otra vez, por un mes de gira, no para proponer una chingada, sino para seguirnos divirtiendo". Arau, el Uyuyuy: "Nunca planeamos abrir una brecha, hicimos el grupo y ya. Pero entonces fuimos criticados, pues nos burlábamos de otras bandas; decían que veníamos a destruir al rock mexicano". Vega-Gil: "Las actuales tocadas no serán de pura nostalgia, son un encuentro con un montón de gente que nos quiere de verdad. Por ejemplo, los del Gran Silencio y los de Plastilina Mosh, quieren palomear con nosotros en Monterrey, pues para ellos significamos algo especial. Nos han dicho que acá nos quieren ver los Molotov, Lino Nava de La Lupita, los tacubos... Lo más importante es que nos estamos sintiendo muy, muy queridos".

A pesar de que pasan de los 40, los botellos parecen de veintitantos, chacotean, alburean. El Mastuerzo: "Quisimos recuperar choros de la cultura popular que no sólo nosotros habíamos mamado, sino muchos. Lo que rompimos en los 80 fue la actitud solemne que prevalecía, eso fue lo más cabrón". Prosigue Arau: "En el Watchatour se me acercaron los de Control Machete, quienes nunca pensé que fueran nuestros fans. Ahora me emociona ver que, lo que ellos, o Plastilina..., o El Gran..., agarraron de nosotros, fue lo kitsch, el mal gusto, el no tener miedo al ridículo -que yo creo fue lo más impor- te. Eso es lo más chingón, pues se heredó una actitud, no un género musical, y ya cada quien la desarrolló a su manera. No lo inventamos todo no tante. Eso es lo más chingón, pues se heredó una actitud, no un género musical, y ya cada quien la desarrolló a su manera. No lo inventamos todo nosotros, ya se hacían cosas así en Argentina, por ejemplo, pero metimos elementos cercanos, como Tin Tan, entonces aun considerado como hipernaco... Creo que el Guacarrock era algo amorfo que existía por ahí, a lo que -les guste o no, lo quieran o no- le dimos forma, la cual tuvo que ser muy obvia para que se entendiera. Impusimos una marca. Queríamos hacer ver que esos elementos eran nuestros, pues se rechazaba lo que sonara a bolero o mariachi. Y sólo podías o ser un folclórico en las peñas, o ir a la disco; si tocabas rock eras 'imperialista pro-gringo'. Pero yo había crecido con los Beatles, los Kings, y también me gustaban Pérez Prado y todo eso que ahora es cool y entonces era naco. Yo dije: 'aquí algo está mal, no pueden estar las cosas divididas, pues la vida no es así, sino más compleja'. Ahora parecerá patriotero lo que hicimos, pero no era esa la intención".

Barrios: "porque no era un discurso mexicanista, más bien nos burlábamos del discurso oficial, de nosotros mismos, de los mexicanos". Vega-Gil: "imagínate, asumirte mexicano era lo 'rebelde' Esa es otra semilla que creo dejamos: el que se aceptara sin complejos como 'normal' lo mexicano, para que a partir de ahí cada quien desarrollara su interpretación estética".

Aunque en 1997 se llevó a cabo El último guacarrock, en el que participaron subsecuentes integrantes de Botellita (El Señor González, Santiago Ojeda, Fernando Andrade), Alfonso Alvarez, el representante de El Gran Silencio, les picó la cresta recientemente para que se decidieran a tocar de nuevo juntos, sólo los tres originales. Cada uno abrirá cancha entre sus actuales actividades: Arau hace plástica y cine en Los Angeles; su cortometraje Un día sin mexicanos fue seleccionado por la compañía de cine independiente Sundance para hacerlo largometraje; Vega-Gil ha publicado varios libros de poesía y cuento, y próximamente saldrá su primera novela; Barrios es ahora rolero, grabó su primer disco solista en 1996 (Prohibido), y prepara el segundo (Podrido), para el 2000.

Si nunca los vio, aproveche.