Angeles González Gamio
La patria

En unos días se conmemorará el inicio del movimiento que independizó a México del reino de España. Tardamos 11 años en lograrlo. Fue Agustín de Iturbide quien, en 1821, consiguió unir a todas las fuerzas opositoras. Ahí se inició la conformación del concepto de patria; sin embargo, a partir de esos momentos se sucedió una serie de luchas intestinas que dieron a la nación décadas de guerras, golpes de Estado, traiciones y demás avatares políticos que nos llevaron a padecer invasiones extranjeras, la pérdida de la mitad de nuestro territorio y un gobierno imperial encabezado por un emperador austriaco, entre múltiples calamidades.

En este siglo la cosa no ha sido mucho mejor: sufrimos una sangrienta y prolongada revolución que generó muchas esperanzas, la mayoría frustradas. La igualdad social que se buscaba no se logró y el territorio, el patrimonio natural y cultural, se ha destruido y malgastado. Se le teme a palabras como honradez, civismo, ética, para no hablar de frases como ''amor a la patria'', que suelen considerarse palabras de discurso, para ceremonias cívicas.

Cabe preguntarse qué peso tiene esto en la decadente situación social que vivimos: inseguridad, corrupción generalizada, conflictos severos que parecen no tener solución, voces que claman, gritan y reclaman pero no pueden comunicarse. En el centro de todo ello se encuentran cambios políticos inéditos que se reflejan en agudas divisiones sociales, las cuales hacen temer el regreso a tiempos de inestabilidad y luchas intestinas.

Ahora como nunca habría que retomar los valores fundamentales, devolverle su sentido a la palabra patria, integrarla a nuestro ser en su más amplio significado, comprometernos con ella, ponerla por encima de intereses personales o de grupo. Vale la pena recordar los pensamientos del poeta, escritor, filosofo y humanista español Antonio Machado:

 

Concepto de patria

 

''Sabemos que la patria no es una finca heredada de nuestros abuelos, buena no nada más para ser defendida a la hora de la invasión extranjera. Sabemos que la patria es algo que se hace constantemente y se conserva sólo por la cultura y el trabajo. El pueblo que la descuida o abandona, la pierde, aunque sepa morir.

''Sabemos que no es patria el suelo que se pisa, sino el suelo que se labra; que no basta vivir sobre él, sino para él. Que allí donde no existe huella del esfuerzo humano no hay patria, ni siquiera región, sino una tierra estéril, que tanto puede ser nuestra como de los buitres o de las águilas que sobre ella se ciernen. ƑLlamaréis patria a los calcáreos montes, hoy desnudos y antaño cubiertos de espesos bosques, que rodean esta vieja y noble ciudad? Eso es un pedazo de planeta por donde los hombres han pasado, no para hacer patria, sino para deshacerla.

''No sois patriotas pensando que algún día sabréis morir para defender esos pelados cascotes; lo seréis acudiendo con el árbol o con la semilla, con la reja del arado o con el pico del minero a esos parajes sombríos y desolados donde la patria está por hacer.''

Mil pensamientos y sentimientos se derivan de estas palabras, que ojalá nos lleven a la reflexión, y cuando se entone el Himno Nacional, se de el grito o se enarbole la bandera tricolor en alguna de las alegres fiestas que se hacen en todo el país se piense que la patria es mucho más que un día de festejo popular y que el mejor reconocimiento a los que dieron su vida por la Independencia de México --baste recordar las cabezas de Hidalgo, Allende y Aldama colgadas en la Alhóndiga de Granaditas-- es amar profundamente a México y demostrarlo con hechos. Si cada ciudadano hace su trabajo bien, es honrado y cuida de no afectar los derechos de los otros, inmediatamente comenzaríamos a tener un país mejor.

Bien visto no es tan difícil: sólo basta proponérnoslo. Hagámoslo cuando estemos frente a un suculento chile en nogada, pleno de significados históricos y gastronómicos, que ahora, en plena temporada, se ofrece en los mejores restaurantes de la ciudad: Prendes, La Hostería de Santo Domingo, El Cardenal y el Rey del Pavo, por supuesto... en el Centro Histórico.