* FORO DE LA CINETECA
Cortometrajes mexicanos
Una labor interesante en el medio fílmico nacional ha sido, en los últimos tres años, la promoción y difusión de la producción de cortometrajes. Por lo general, el público no tiene mucho acceso a los cortos de nuestros cineastas o a los trabajos de los egresados de las escuelas de cine. Existen, por supuesto, festivales que últimamente cubren esta carencia, pero su público sigue siendo muy restringido y su publicidad insuficiente. Un propósito expresado hace varios años fue dedicar en la Cineteca una pequeña sala a la exhibición constante de este tipo de trabajos, y aunque en repetidas ocasiones los cortometrajes han sido parte de las exhibiciones de las muestras, siempre había sido a manera de aperitivo, como introducción al plato fuerte. La experiencia del pasado Foro de la Cineteca, en el que se exhibió una selección de cortos provenientes de los festivales internacionales de Tampere y Munich, alentó sin duda a que este año se hiciera otro tanto con cortometrajes mexicanos de producción reciente, reunidos en un solo programa. Es preciso dar una continuidad real a la exhibición de cortos nacionales, y sobre todo estímulos más vigorosos para su producción y difusión, si se desea ir más allá de un mero escaparate anual de buenas intenciones.
Este año la calidad de lo seleccionado es muy desigual. Un cortometraje, Cocktail Molotov, de José Angel García Moreno, joven egresado de la Escuela de Cine de Animación de Praga, y de la Escuela de Cine y Tv de la Universidad de California, destaca por su concisión narrativa, su destreza técnica y su eficacia humorística. De los cinco cortometrajes presentados, es el de menor duración y el más redondo. Una promesa muy fuerte para el cine de animación en México. El muro, de Sergio Arau, maneja su propuesta con corrección técnica, pero su desarrollo narrativo es predecible y algo obvio su mensaje sobre la incomunicación humana. Además de éstos, la selección incluye una primera obra de Sergio Guerrero Garzafox, Lávelo y úselo, con Luis Felipe Tovar y Cecilia Suárez, historia del extraño encuentro en una lavandería, con una insinuación muy críptica de misterios relacionados con la madre del protagonista masculino y un objeto punzocortante que instalará un clima de turbiedad poco convincente. De modo similar, Ciudad que se escapa, de Rodrigo García Saiz, intenta crear una atmósfera claustrofóbica en su relato de un fotógrafo de nota roja inventado por un novelista sin éxito. La confusión de identidades, el entrelazamiento de ficción y realidad, los episodios grotescos que se suceden a partir de una idea original de Paco Ignacio Taibo II (Mariachis muertos sonrientes), y en general el clima fantástico que el fotógrafo Juan Carlos Carrasco se esfuerza en imprimir a esta crónica intimista ambientada en la ciudad de México, no consiguen una verdadera intensidad dramática, en parte porque se coloca insistentemente la atención en el histrionismo de Bruno Bichir, quien interpreta a ambos personajes con un despliegue de comicidad muy complaciente.
Todo lo contrario sucede con los personaje que interpretan Martín Zapata y Gabriela Murray en La historia de I y O, de Valentina Leduc, episodio que construye, con humor e inteligencia, una comedia eficaz en torno de los goces, sorpresas y tribulaciones de una pareja de clase media. Este corto y Cocktail Molotov son los momentos más afortunados de la selección que hoy presenta el Foro.
* Carlos Bonfil *