EL CGH Y EL PORRISMO DE LA ULTRA
El miércoles pasado, en el marco del festejo por la Independencia realizado en Ciudad Universitaria, el activista Alejandro Echevarría, El Mosh, de la Facultad de Ciencias Políticas, admitió su responsabilidad en la agresión y las injurias proferidas dos días antes -el lunes 13-- contra La Jornada, su directora general, su director fundador y su colaborador Carlos Monsiváis, así como en el daño causado al Museo de la Ciudad de México, momentos después de que esta casa editorial celebrara, en el edificio referido, un debate sobre medios y democracia, en el marco de los festejos por su 15 aniversario. Esa noche, una turba que se desprendió -bajo el liderazgo de El Mosh- de la concentración que el movimiento estudiantil realizaba en el Zócalo capitalino, se dirigió al recinto histórico -en donde, por suerte, ya no se encontraba casi ninguno de los asistentes--, coreó calumnias contra este diario, sus directivos y el colaborador mencionado, intimidó y hostigó a un trabajador de La Jornada, dañó un vehículo propiedad del periódico e intentó incendiar las puertas del museo.
En la edición del miércoles 15, en este mismo espacio, se pidió al Consejo General de Huelga (CGH) -el cual se deslindó, por medio de su Comité de Prensa, del ataque mencionado-- que identificara y aislara a los autores de la agresión, la cual fue descrita como una muestra de intolerancia, provocación y vandalismo, un atentado a la libertad de expresión y al derecho a la información, un ataque absurdo al patrimonio histórico del país y como una acción incompatible con el espíritu universitario y con la pluralidad, la civilidad y la tolerancia.
Ahora, resulta innecesario que el CGH identifique a los responsables de la acción referida, toda vez que El Mosh se ha reivindicado, sin ningún empacho, como su instigador: "Sí, fuimos nosotros. La verdad es que quisimos entrar a hacer nuestro numerito, pero no nos dejaron". El cinismo extremo permite convertir en un "numerito" el intento de tomar por asalto, con métodos porriles y vándalos, un espacio concebido a celebrar el diálogo y la reflexión.
Ante esta declaración, el CGH tiene que enfrentarse a la evidencia de que en su seno, y amparados en las reivindicaciones del movimiento estudiantil, actúan grupos porriles que contradicen, con acciones intolerantes y con un discurso paupérrimo, los ideales y los métodos reivindicados por el propio movimiento. Es necesario, adicionalmente, que los huelguistas realicen un ejercicio crítico ante un grupo que recurre a la provocación, el vandalismo y la violencia para agredir a un diario que, como La Jornada, se ha negado a sumarse al linchamiento mediático e informativo de que han sido objeto. Sólo una ceguera equiparable a la de los agresores que actuaron el lunes pasado frente al Museo de la Ciudad de México podría ignorar el daño que la intolerancia de corte porril puede causar al movimiento estudiantil y, en general, a las causas sociales, populares y mayoritarias en el país.