Dejó de ser niña para convertirse en mujer, precisó Ponchito
Celebramos los primeros 15 años de vida de La Jornada
La noche del 15 de septiembre nos unimos a los festejos del inicio de la Independencia de México
Más allá del universo que cada uno somos, de las necesarias diferencias, de nuestros aciertos y errores, del coctel de afectos y desencuentros en que se mueve toda comunidad viva y actuante, compartimos un gusto y una emoción común: por un proyecto que una vez fue un sueño y hoy es una quinceañera realidad. Dice un famoso tango que "20 años no es nada". Depende. Para muchas y muchos jornaleros, estos tres lustros guardan las experiencias de toda una vida.
A la hora que el rito cívico lo indica, la directora general de este diario, Carmen Lira, subió al podio y pidió que la acompañaran todos los que, de un modo u otro, asistieron en su momento el parto de la hoy quinceañera. Ahí estuvo, en primer término, el director fundador, Carlos Payán, quien durante los 12 primeros años encabezó esta casa editorial. Junto a ellos, una treintena de fundadores. Y como testigo de calidad, Julio Scherer García, uno de esos periodistas en quienes la palabra "maestro" recobra su auténtico y más profundo sentido.
Una vez reunido el grupo, Carmen Lira subió la voz para lanzar los "švivas!" de rigor a "los héroes que nos dieron patria y libertad": Hidalgo, Allende, la Corregidora, Juárez, Zaragoza, Villa, Madero, Lázaro Cárdenas. "šVivan!", respondían al unísono los presentes. Pero cuando los clamores fueron para Emiliano Zapata y "los pueblos indígenas", la respuesta se multiplicó en intensidad y duración: "šViiivaaaaaan!". Como se multiplicó cuando Carmen Lira remató: "šY vivan México y La Jornada por muchos años!", mientras Carlos Payán ondeaba con emoción una bandera mexicana.
Pero la celebración no hubiera sido tal sin la participación solidaria del grupo Caliente, que a fuerza de sones y merengues dio a los ánimos el calor que la ocasión requería; o sin el enorme esfuerzo de Eugenia León, que venía de cantar en la delegación Venustiano Carranza, donde el aire frío casi le cerró la garganta, pero se sobrepuso y dio el toque íntimo a la velada con canciones de Agustín Lara, Liliana Felipe y Consuelito Velázquez. La celebración tampoco habría alcanzado tal nombre sin una de las mejores voces soneras que se han dado en estas tierras: Luis Angel Silva, Melón, acompañado por la disciplinada orquesta de Luisito Martínez, otro baluarte de la música afroantillana en México. Y para no dejar caer la enjundia bailadora, la Fama Colombiana cerró con un rosario de cumbias arrabaleras y cachondonas. Pero cuánta sería la gana de celebrar que hasta Ricky Martin y Caballo Dorado se adueñaron de los cuerpos de la concurrencia sobre la pista.
Hay que mencionar también a Ponchito (uno de los múltiples personajes en que se desdobla Andrés Bustamante), quien ofreció una conferencia magistral donde demostró que "hoy La Jornada deja de ser niña para convertirse en mujer". Recordó cuando los fundadores pretendían bautizar a este diario como Ponchito, pero él, con modestia y sensatez, rechazó el homenaje y propuso que se llamara La Jornada, ante la aprobación inmediata de todos. Asimismo, reveló que Mario Villanueva es en realidad una víctima de los rasgos monstruosos que Magú da a sus caricaturas. De ahí que ahora vive del dinero que le paga el Museo de Arte Moderno de Nueva York, por ser el "único Picasso viviente". Por último, hizo notar de manera fehaciente que 50 por ciento de los lectores de La Jornada "son la mitad".
Para recordar momentos del convulsivo pedazo de historia que le ha tocado registrar a este diario, en el lobby del Salon 21 se montó una exposición de fotografías, cartones, rayuelas (esa suerte de pequeños editoriales en contraportada) y reproducciones de primeras planas del periódico. De ahí, para la comunidad jornalera es particularmente significativo un fragmento de la rayuela publicada el 19 de septiembre de 1985, día de nuestro primer aniversario: "Este primer año es por la vida, y los venideros también. Por la pasión por México siempre. Por los errores que cometemos a diario. Y por los aciertos. Por la verdad. Por contar la realidad tal cual. Por el deseo de crear. De aclarar. De no confundir. Por informar verazmente. Por tratar de pensar, sin telarañas en la cabeza. Este primer año es, en efecto, una apuesta por la vida, y los venideros también (...)".
Pero ese 19 de septiembre la tierra se cimbró. Murieron miles en esta ciudad. Nunca sabremos con exactitud cuántos. Y la rayuela del día 20 de septiembre fue un verso de un poema de César Vallejo: "Hay golpes en la vida, tan fuertes, como el odio de Dios".
En fin, la cosa era celebrar... y celebramos...