Astillero Ť Julio Hernández López
En la mera tierra del profe Hank, en el Atlacomulco mítico, en el punto donde convergen todas las resistencias (pacíficas y no) al proceso nacional de cambio democrático, Roberto Madrazo Pintado habló de lo que más le revolotea por la mente: la ruptura con el PRI.
Lo hizo el tabasqueño con el estilo oratorio que define posiciones propias adjudicándolas a factores externos: sí habrá ruptura, reconoció, pero con las viejas formas de la política, con la cargada; y habrá también fractura con quienes pretenden obstaculizar la democracia en México, con quienes atacan para ocultar sus errores.
Madrazo hizo aterrizar así el fantasma de la división interna. Y, como en política todo tiene significados, lo hizo en la tierra de su jefe y guía, de su modelo a seguir (en cuanto al enriquecimiento personal y familiar por la vía del erario), de su principal arma y escudo, de uno de los tres Carlos que forman la fuerza aliada que pretende arrebatar el poder al grupo zedillista.
La declaración y el escenario escogido muestran sin lugar a dudas que Madrazo Pintado está ya en un camino sin retorno. Sólo le queda seguir hacia adelante, denunciando al candidato oficial (Labastida), censurando la política económica del doctor Zedillo y empujando hacia la ruptura. Tras de él está el salinismo galopante (revitalizado en sus intereses estratégicos, por irónico que parezca, tras el episodio macabro de Mario Ruiz Massieu) y está la propia estela oscura de la campaña para gobernador de Tabasco, del ejercicio patrimonialista hecho ya desde la Quinta Grijalbo, de las amistades peligrosas, como la de Cabal Peniche.
El enigma sigue siendo otro: ¿Hacia dónde iría Madrazo, ya que todo se consumara en el PRI, le impusieran a Labastida como triunfador y se recrudecieran las persecuciones, justas en su origen, pero convenencieras en cuanto al momento político de aplicarlas?
Al interior del PRD, en las cúpulas directivas, se tiene claro que Roberto no podría afiliarse oficialmente al partido del sol azteca, ni ser candidato a nada. Pero también está absolutamente claro que cuando se produzca la ruptura entre Madrazo y Labastida-Zedillo, habrá una desbandada de priístas que no puede ser ignorada por políticos pragmáticos que buscan ganar el 2000.
Por ello, hay quienes al interior del PRD, en niveles importantes de decisión, dicen: bueno, que se venga la gente de Roberto, y con eso se puede robustecer la campaña de Cárdenas. No dicen cuáles serían los términos de la negociación para que Madrazo aceptase empujar a ``su gente'' hacia el PRD, pero el asunto está en la carpeta de los pendientes más importantes.
Ojalá y quienes vayan a decidir no olviden que, en un momento similar, de pragmatismo, de política de grandes niveles, de estrategias de ligas mayores, en 1994 habían llegado a pensar en hacer militante perredista a Mario Ruiz Massieu.
La venganza contra Rigo
A primera vista, parece insensato lo que ha sucedido en Nayarit con Rigoberto Ochoa Zaragoza.
Ciertamente, el cetemista es un personaje político que no puede suscitar alegrías a quienes luchan por el cambio democrático del país: Hecho al más puro estilo de los líderes charros, Ochoa Zaragoza es grosero, arbitrario y boquiflojo. Las evidencias muestran que se sirvió del poder con apetitos desbordados, y que durante un sexenio agravió a la sociedad nayarita de cuantas formas le fue posible, de ellas, la más leve acaso, la de los frecuentes eructos que hacía pasar como declaraciones públicas.
Sin embargo, y a pesar de todo lo anterior (que en esta columna ha sido denunciado y documentado en varias ocasiones), no ennoblece al ejercicio político antipriísta la venganza pastelera con la que se ha agredido al cetemista Rigo.
Si la política se ejerce con principios éticos e ideológicos, y lo que se busca es el cambio estructural del país, de nada sirven las revanchas personales, los ataques individuales, a menos que lo que haya movido a la alianza opositora de Antonio Echevarría haya sido, en realidad, una disputa entre priístas distanciados, o una reyerta de ex compañeros de andanzas de la que el ganador se venga echándole encima a las masas propias para que lo abucheen (como en la rendición de protesta del nuevo alcalde de Tepic, no priísta) o para que le den el buen pretexto de no asistir a la toma de posesión del propio Echevarría.
Ya se verá si, en realidad, el citado Echevarría (el hombre más rico de Nayarit, ex secretario de Finanzas durante 12 años de administraciones priístas, ex secretario general de Gobierno tricolor) sabe servir a los intereses de la transición democrática o, por el contrario, fue uno más de quienes se valen de las siglas de la oposición para llegar al poder y luego, con el mismo pragmatismo con el que fueron acogidos, darle la espalda a esa lucha por cambiar positivamente las cosas en el país.
Astillas: Una voz del más allá (que en un descuido es del más acá, pero haciéndose pasar como sonido de ultratumba) pide a esta intrépida columna que haga saber a su legión de seguidores lo siguiente: el beneficiario del suicidio o asesinato de Mario Ruiz Massieu es el salinismo. En primer lugar, Raúl; en segundo, Carlos; en tercero, Roberto. Que no lo olviden, dice la ronca voz. O, como decía quien luego se iría a vivir a Dublín: no se hagan bolas... José Angel Gurría es premiado en el extranjero mientras en el país millones de mexicanos sufren por las políticas económicas aplicadas por él y su grupo neoliberal (ayer, Salinas; hoy, Zedillo). La revista Euromoney le hace un reconocimiento por su atinada labor como secretario de Hacienda de México. ¿Cuándo el pueblo mexicano le hará al menos una millonésima parte de ese reconocimiento al muy laureado señor secretario?.. Ya viene Gerardo de Prevoisin a México. Sus relatos sobre la podredumbre de ciertos segmentos del poder no serán tan crudos como los que se esperaban de parte de Ruiz Massieu, pero de algo servirán para mantener vivo el morbo nacional. Por cierto, las palabras del ex director de Aeroméxico podrían resultar dañinas para el actual gobierno, y no para el anterior. Es decir, Salinas seguiría acumulando puntos a favor, y Zedillo, en contra.
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