GALERIA Ť Alejandro Alagón Cano
"El investigador es como un explorador"
Casi cualquiera desearía alejarse lo más posible del veneno de un animal, sobre todo si es una serpiente, cuya mordedura y ponzoña causan gran dolor, una viuda negra, una avispa o un alacrán. Sin embargo, el doctor Alejandro Alagón Cano (México, DF, 1954), investigador del Instituto de Biotecnología (en Cuernavaca) de la UNAM, ha hecho de esas sustancias tóxicas el objeto de su curiosidad y estudio, y por tanto, su forma de vida.
Al principio de su carrera, Alejandro Alagón, médico cirujano, maestro y doctor en investigación biomédica básica por la UNAM, se dedicó a estudiar todo tipo de venenos, ya que "son fuentes de moléculas con actividades biológicas muy interesantes, una herramienta para estudiar otros proceso biológicos, y su estudio nos da la posibilidad de desarrollar nuevos medicamentos".
De manera más reciente, el investigador se ha dedicado a mejorar y producir nuevos anti-venenos, conocidos coloquialmente como sueros. Su interés se centró en ese propósito, apunta, debido al interés del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y un grupo de especialistas de atender la gran demanda que México tiene de esos productos por el elevado número de picaduras, sobre todo de alacrán.
Los primeros sueros eran jugo de caballo. Es decir, se le inyectaba al caballo el veneno de un animal determinado, de manera que produjera anticuerpos contra éste; luego se le extraía un porción de sangre y de ella se separan los glóbulos rojos y blancos. Lo que quedaba era suero de caballo, que contenía los anticuerpos pero también otras pro teínas contaminantes. Como la purificación no era total, las proteínas irrelevantes producían reacciones secundarias.
"En México siempre ha existido una gran tradición en la producción de antivenenos de gran calidad. Con el tiempo se elaboraron los de la segunda generación, que eran mejor purificados, y ahora hemos desarrollado los más avanzados, que son los faboterápicos. Los anticuerpos se componen de dos partes: una que neutraliza las toxinas y otra sin uso en este proceso. En los faboterápicos se corta ésta y sólo queda la parte activa, por lo que son más seguros todavía. Uno de los logros es que la farmacopea mexicana ya aceptó el término de faboterapia, que es precisamente el uso del anticuerpo purificado con sólo su parte activa, lo que ha tenido un gran impacto."
El desarrollo de la tercera generación de sueros ha sido posible gracias a la colaboración de diversos grupos de investigación y la compañía mexicana Bioclon, que trabajan para que parte de su labor "desemboque en un bien útil para la sociedad".
Hoy, Alejandro Alagón trabaja en el establecimiento de controles de calidad para lograr faboterápicos reproducibles. Con Bioclon, el especialista ha desarrollado faboterápicos nuevos, como el elaborado contra la viuda negra, que no existía y ya está disponible y fue aprobado por la Secretaría de Salud a partir del primero de enero de este año.
"Es un suero contra una de las arañas más peligrosas de Mé-xico, y eventualmente queremos mejorarlo para que también nos proteja contra la llamada violinista, ya que son las dos que producen más daño en nuestro país y no siempre es fácil distinguirlas de otras especies."
Alejandro Alagón, quien a logrado registrar varias patentes de esos y otros productos, también trabaja en un faboterápico contra la abeja, tarea difícil debido a la naturaleza propia de los componentes tóxicos del veneno, los cuáles son muy pequeños y dificultan la producción de anticuerpos.
En su interminable lista de logros, el investigador también ha estudiado la actividad enzimática de la saliva de los vampiros, para encontrar un principio farmacológico que disuelve los coágulos en sólo unos minutos cuando se forman en el corazón y producen infartos. Lo anterior en una alianza con una compañía alemana ųScheringų que permite que ahora se produzca ese fármaco.
Y cuando parece que es todo, Alejandro Alagón replica y agrega que todavía falta mencionar su línea principal de investigación: estudiar la manera como funciona la maquinaria de secreción de proteínas de las amibas. ƑPara qué? Sólo por conocer, porque "un investigador es como un explorador, el cual se emociona al pisar tierras nuevas y desconocidas". (Mirna Servín) (Fotos: Francisco Olvera)
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