El reduccionismo en la ciencia
Miguel Angel Barrón Meza
Sabemos más acerca del mundo real en la medida en que podemos explicar y entender los diversos fenómenos que se presentan en él. Para facilitar sus exploraciones en busca del conocimiento, el hombre generalmente ha considerado que la realidad posee una estructura de capas concéntricas (como cebolla), en la que cada capa está causal y dinámicamente interconectada con las otras. En el exterior de esa cebolla de la realidad se sitúa la capa cognoscitiva; posteriormente la social, después la biológica y, en el núcleo, la capa material. En términos de disciplinas científicas, la cebolla estaría formada, de fuera hacia dentro, por la psicología, la biología, la química, y la física.
Una faceta del reduccionismo en la ciencia considera que cualquier fenómeno en una de las capas puede ser explicado mediante las leyes y teorías de la capa inmediata interior. Generalizando, uno podría explicar una declaración X mediante una teoría Y si es capaz de inferir X partiendo de T+H, donde H son ciertas hipótesis auxiliares. Para los reduccionistas, los fenómenos psicológicos podrían ser explicados mediante la biología, los biológicos mediante la química y los químicos mediante la física. No es de extrañar, pues, que esa visión de la realidad sea apasionadamente sostenida y defendida principalmente por los físicos, quienes afirman que en principio es posible, si se dispusiera de una potencia de cálculo infinita, determinar cualquier cosa que suceda en el universo por las leyes básicas de la física.
Entre los más destacados defensores de esa visión reduccionista están Richard Feynmann (premio Nobel en 1965 por desarrollar una versión cuántica del electromagnetismo), Murray Gell-Mann (premio Nobel en 1969 y creador de la teoría de los quarks) y Steven Weinberg (premio Nobel en 1979 por sus contribuciones al desarrollo de una teoría unificada de las fuerzas de la naturaleza). De acuerdo con Feynmann, tres teorías fundamentales de la física (la electrodinámica cuántica, la relatividad general y la cromodinámica cuántica) son suficientes para describir todo. Gell-Mann sostiene que los fenómenos biológicos son producto de un sinnúmero de circunstancias fortuitas, pero eso no implica que estén gobernados por leyes misteriosas que actúan independientemente de las leyes físicas. Weinberg es todavía más radical al afirmar: "La imagen reduccionista del mundo es fría e impersonal. Tiene que ser aceptada tal como es, nos guste o no, porque así es como el mundo funciona. Todo, finalmente, es mecánica cuántica".
Otra faceta del reduccionismo presupone que todas las leyes y teorías de cierta capa de la realidad pueden ser obtenidas (o derivadas) de otras más fundamentales. De modo más general, esa situación se expresaría así: una teoría S puede ser reducida a una teoría T si y solamente si T implica S. Formalmente eso no es posible debido al conocido teorema de incompletitud de Goedel. Generalmente S y T difieren tanto en su estructura matemática como en su vocabulario y semántica, de modo que existen términos en S que carecen de significado en T y viceversa. Los reduccionistas resuelven ese inconveniente mediante la derivación de leyes puente (que actúan como traductoras), las cuales permiten que la reducción de S a T pueda ser efectuada. Los detractores del reduccionismo aducen que esas leyes puente están hechas ad hoc y que, por lo tanto, la reducción de S a T no involucra una deducción lógica. De ese modo, la validez de la reducción queda en entredicho.
Para los reduccionistas, el objetivo de la ciencia es proporcionar explicaciones de los fenómenos complicados del mundo real en términos de principios simples y universales. De ahí que la ciencia sea una actividad esencialmente reduccionista y la explicación reductiva constituya el núcleo de la actividad científica. En los últimos 15 años, los físicos han desarrollado las teorías de supercuerdas, fuertes candidatas para obtener una teoría unificada de todas las fuerzas de la naturaleza. Recientemente se ha propuesto que las teorías de supercuerdas pudieran converger en una sola, a la cual se ha denominado teoría M. Dichas teorías proponen que la vibración de las supercuerdas en un espacio de diez dimensiones permite generar todas las fuerzas y partículas del universo, así como el espacio tridimensional y el tiempo.
ƑPermitirá la teoría M describir las propiedades emergentes de estructuras complejas (los procesos mentales, los fenómenos sociales, etcétera), propiedades que al menos en apariencia no se detectan al nivel de las partículas elementales? Los reduccionistas responden afirmativamente, ya que no perciben ninguna frontera para el método científico. Sostienen que cualquier fenómeno inexplicable será comprendido tarde o temprano, pues nuevas leyes, estructuras e interacciones serán descubiertas.
Feynmann lleva al extremo su pasión reduccionista al aseverar que los descubrimientos supuestamente científicos que no son reducibles a la física no son parte de la ciencia genuina. Según los detractores del reduccionismo, el concepto de reducción es más de naturaleza metafísica que científica, de manera que, a pesar del enorme prestigio de la física y su indiscutible rigor metodológico, no se justifica que ésta se autodesigne la única disciplina verdaderamente científica.
Uno de los riesgos del reduccionismo extremo es la posibilidad de provocar en los jóvenes candidatos a científicos actitudes de rechazo hacia otras disciplinas diferentes a la física, e incluso hacia la propia física.
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