La Jornada Semanal, 19 de septiembre de 1999
Sobre "el mar que siempre está empezando", Luis Tovar, hombre de tierra adentro, escribe este diccionario en el que reflexiona y fabula sobre el océano y todos sus seres, paisajes, objetos, pescados y pescaditos. Tal vez nuestros lectores puedan sacar provecho de estas aproximaciones y comparaciones. Les recomendamos seguir al pie de la letra las "instrucciones para dejar de llorar" y les sugerimos "flotar" con la mayor frecuencia posible.
Ahogarse. Contraer matrimonio con el mar.
Amotinamiento. Según el sitio donde ocurra, puede ser terriblemente hermoso o terrible a secas.
A todo mar le llega su Triángulo de las Bermudas.
Buceo. Acción y efecto de inmiscuirse sin acceder a ser inmiscuido.
Brisa. Al escucharla con atención, puede advertirse el canto de todas las sirenas.
Borrasca. Estado de la memoria cuando nos preguntan sobre nuestras malas acciones.
Camarote. Sirve para guardar solamente cuerpos; al viajar en el mar, el alma reposa en el agua.
Colón. El más famoso de los niños que cruzaron sin permiso al otro lado de la calle.
Costa. Se descubre al mirar, desnuda, a una mujer a contraluz.
El discurso del mar habla de todo lo que hay que saber. Los peces son sordos.
El mar es el único cementerio donde vale la pena ser enterrado.
Estrella de mar. Sueño de cinco puntas que tiene la peculiaridad de no flotar.
Flotar. Lo que ocurre durante y después de un orgasmo.
Faro. Arcaísmo gracias al cual los marinos podían ver con un ojo luminoso y compartido que no residía en sus cuerpos.
Gotas en el mar. Idea que define imperfectiblemente la cantidad de errores que los hombres son capaces de cometer.
Gibraltar. Allí se casaron John Lennon y Yoko Ono.
Hipocampo. Colibrí sin alas.
Instrucciones para dejar de llorar: considérese un océano tan grande como sea dable imaginar, calcúlese la tristeza necesaria para igualar llorando tal cantidad de líquido y, con apego irrestricto a la honestidad, acéptese para siempre que jamás ningún dolor valió tanto la pena.
Imitación. Como Gog, habría que considerar a la tierra y sus criaturas como un mal necesario al cual volver las menos veces posibles.
Jonás. Era más mentiroso que Pinocho.
La muerte más hermosa sería esa en la que el mar se ahogara en uno, y no al contrario.
Mar Muerto. Porción de agua mal nombrada: es imposible ser mar y estar muerto.
Moby Dick. Cada quien le pone nombre a sus obsesiones, Ƒo no, Capitán Ahab?
Mar Rojo. Desafortunadamente, el calificativo no se refiere a su inclinación política.
No hay ningún ahogado que se respete.
Nadar. Impulso atávico que la humanidad sufre y por el cual le resulta imposible unirse al mar.
Océano Pacífico. Exaltada muestra de los pésimos resultados que tiene apresurarse a nombrar las cosas sin detenerse lo suficiente a conocerlas.
Ocio. Un marino en tierra es tan ágil como un globo sin aire.
Popa. Antípodas de pequeñas islas móviles, donde el avance parece retroceso.
Perlas. Todas las lágrimas extraviadas.
ƑPor qué vomita el mar los cuerpos? ƑCómo explicarse a un dios que devuelve las ofrendas?
Pesadilla. Sueño del mar en el que amanece seco.
Quilla. Sitio en el cual se colocaba a las personas que habían olvidado las cosas importantes de su vida, para que recordaran con rapidez. Habitualmente, lo recordado era tan difícil de cargar que la orilla era abandonada de súbito.
Red. Conjunto de palabras que se emplea para atrapar a la realidad.
Sirena. Maga con cauda.
Silencio. Una de las más grandes mentiras es esa que
afirma que puede oírse el mar pegando la oreja a un caracol. El mar, por sí solo, no produce un solo ruido.
Todo barco es una suerte de caballo de Troya que suele no saber dónde está la suya.
Un anfibio es el ser más despreciable sobre la tierra
(y también lo es en el agua, justamente por eso mismo).
Vela. Empleo que se le puede dar a las alas de los ángeles
que se han quedado a vivir en la tierra.
ƑY si las sirenas fueran como las imagina
Magritte?
Zarpar. Desistimiento de seguir mirando que alguien normalmente quien esperamos que un día haga grandes cosasų no atina sino a tejer y destejer.
Zozobrar. Echar a pique lo único que nos mantiene a flote.