Jaime Martínez Veloz
Presupuesto, historia sin fin

Aun antes de comenzar formalmente, la negociación sobre el presupuesto está amenazada de negros nubarrones.

Varios legisladores de las fracciones presentes en la Cámara de Diputados han asegurado que no hay de qué preocuparse. Los diputados de oposición, dicen sus voceros, tomarán las previsiones necesarias, y agregan que si algo sale mal será culpa del PRI. A su vez, los diputados de este partido juegan al mismo juego y aseguran que todo marchará bien, a menos que los partidos de oposición en la Cámara Baja hagan algo irresponsable. Por su parte, más de un estratega hacendario apuesta a que el PAN volverá a sus prácticas y al final se aliará con los legisladores priístas para aprobar el paquete financiero. Para completar el coro, el hombre del año, según la revista Euromoney, deja claro que se espera una aprobación del presupuesto del año 2000 sin sobresaltos, dado que el asunto Fobaproa ya no será tratado en el Congreso. El secretario Gurría asegura que se está trabajando para crear consensos alrededor de la propuesta que en el corto plazo será enviada al Poder Legislativo. Después de todas estas declaraciones ``tranquilizadoras'', parece que estamos ante generales de ejércitos que velan armas antes de la batalla.

Los antecedentes para dudar de las buenas intenciones de los legisladores y de la propia Secretaría de Hacienda están a la vista. El año pasado se aprobó el presupuesto para 1999 el último día de diciembre. Apenas unos días antes la aprobación del Fobaproa había enemistado al PRD y al PAN, partido este último que había decidido llegar a acuerdos con el PRI o, para ser más precisos, con las autoridades de las secretarías de Gobernación y de Hacienda.

Dos hechos más apuntan en el sentido de que veremos una versión corregida y aumentada de lo que sucedió el año pasado: de un lado, una oposición que pretende arrinconar al PRI y al gobierno federal; del otro, negociadores gubernamentales que buscarán fracturar el bloque opositor por la vía del partido blanquiazul. Desde luego, no se pretende descalificar la negociación como forma de resolver las diferencias, finalmente, de esto se trata la política. Lo negativo para el PAN es que muchas de sus negociaciones parecen obedecer a motivos poco claros hasta para algunos de sus integrantes.

El primer hecho se dio en el marco del quinto Informe de Gobierno. Las posiciones se enconaron y la reunión del pleno no tuvo nada qué envidiar a las sesiones del CGH de la UNAM. Con el discurso de Carlos Medina, el PAN pareció querer sellar un compromiso opositor con el PRD. El segundo hecho es más claro. Representantes de las fracciones opositoras en la Cámara de Diputados han adelantado que están preparando un presupuesto alterno al que será presentado por la SHCP. Aun teniendo hombres y mujeres talentosos en materia económica, sería difícil que se sustituyera la experiencia y el aparato administrativo de la dependencia responsable de elaborar los documentos de egresos e ingresos que año tras año se presentan.

Ante este panorama, es explicable la preocupación que al respecto han manifestado los organismos ligados a la iniciativa privada. Inclusive, en boca del director del Consejo Coordinador Empresarial han ofrecido mediar entre los partidos. Esta mediación de ningún modo es neutra, por lo que cabría preguntarse ¿qué fuerza mediará a nombre de los millones y millones de mexicanos que no son empresarios ni miembros de algún partido político?

Es evidente que el presupuesto del año 2000 debe ocupar un lugar importante en la estrategia de lograr un fin de sexenio sin crisis. Seguramente, el conseguir su aprobación con los menores cambios posibles será una prioridad gubernamental. Desde luego, tener un sexenio sin crisis final no significará resolver los graves problemas que están a la vista. Como un ejemplo de esto, en días recientes, instituciones tan diferentes como la Cepal, Sedeso y el Banco Mundial han señalado las llagas de un cuerpo que a fuerza de publicidad se nos quiere hacer aparecer como sano. Así, pobreza, distribución del ingreso y bancos se quedarán pendientes y agravados como indeseable herencia de una administración que se debatió en la crisis.

Desde luego, no es mucho lo que se puede hacer en lo que queda del sexenio, pero en el caso del presupuesto para el año 2000 y el resto de las medidas que hacen parte del paquete económico sería conveniente que los legisladores acordaran un método de negociación que sin menoscabo de sus diferencias lograra un acuerdo institucional y responsable en beneficio de todos, incluso de la imagen del Congreso de la Unión.

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