ASTILLERO Ť Julio Hernández López
Tal como se preveía, fracasó el intento de un panista por encabezar exitosamente una alianza electoral.
Hasta ahora, sólo ex priístas, escindidos en los momentos electorales que les han sido oportunos, han logrado llevar al poder a confluencias de diversos partidos.
De esos casos, que son cuatro (Zacatecas, Tlaxcala, Baja California Sur y Nayarit) la totalidad ha optado por hacer vida política asociada al PRD, ya porque las alianzas que les apoyaron tenían como principal partido al del sol azteca (así fue en los tres primeros estados en mención) y no hubo presencia del PAN, o porque, como en el caso de Nayarit, donde sí confluyó el PAN, los principales cargos fueron entregados a perredistas.
Los resultados de Coahuila, por lo demás, conllevan consecuencias poco gratas para el proceso democratizador que vive el país. Con el triunfo de Enrique Martínez y Martínez triunfan las tendencias más primitivas y autoritarias del PRI (no por el perfil del propio ganador, dado que él en realidad aparecía desde siempre como el aspirante natural a la gubernatura, obstaculizado por el gobernador en funciones, Rogelio Montemayor, y su favorito, Jesús Ramón María), pues el comité nacional priísta, y los voceros de la cerrazón política, utilizarán la derrota de la Coalición Coahuila para tratar de demostrar que los pactos electorales opositores están condenados al fracaso.
Otro resultado negativo es que el pragmatismo priísta ha llevado a Martínez y Martínez a pactar con quien será su antecesor, el salinista Montemayor, en términos que de manera clara apuntan hacia el cuidado de las espaldas de ese gobernador saliente, al que se ha acusado frecuentemente de estar involucrado en actos de corrupción. En Saltillo, la capital del estado, la alianza priísta en pro de la impunidad quedó sellada con la candidatura a presidente municipal de Oscar Pimentel, un cuadro político de Montemayor. En Ciudad Acuña, el hermano de Ramón María, el candidato frustrado de Montemayor a la gubernatura, es el aspirante a alcalde.
Pero en el fondo de las cosas, no es mucho lo que se tiene que indagar para saber porqué perdió la coalición opositora en Coahuila: sí, por el uso de recursos públicos en las campañas, por la manipulación de los medios, por las tretas electoralesmapacheriles, sí...pero también, y acaso sobre todo, por las actitudes cerradas del panismo a la cabeza del pacto electoral, por la voracidad blanquiazul que inhibió la participación de los demás factores políticos (factores menores, seguramente en gran desventaja respecto al panismo, pero necesarios para una suma final exitosa).
El resultado, dicho en pocas palabras, y viendo hacia el esfuerzo nacional de la alianza opositora, es el siguiente: un candidato postulado a partir de su éxito en las encuestas, resultó derrotado a la hora de ir a las elecciones abiertas...
Lo inmediato triunfa sobre lo trascendente
Ya que en estos momentos casi toda la atención política está puesta en los asuntos del futurismo electoral (alianzas, candidatos, sobre todo), es ínfimo el cuidado que se da a temas trascendentes, que requieren planeación y de cuyo buen funcionamiento dependerá la estabilidad política en el 2000.
Tal es el caso de la asignación de dineros para la buena operación de dos instituciones creadas hace apenas pocos meses: el Instituto Electoral y el Tribunal Electoral, ambos correspondientes al Distrito Federal, y cuyo presupuesto debe ser asignado justamente por el gobierno capitalino.
En los dos casos se ha actuado con criterios contables altamente restrictivos. Echados a funcionar los trabajos del Instituto, y del Tribunal, luego se les ha dejado caminar con el mínimo de apoyo necesario, usando los recursos públicos para tareas políticas más inmediatas, más rentables, y dejando para después la atención de las entidades mencionadas.
Las historias de la extrema austeridad en la que se ha mantenido intencionalmente a las dos instituciones es alarmante. Porque, después de todo, la organización, la vigilancia, la credibilidad de las elecciones del 2000 en la capital del país están siendo defectuosamente forjadas desde ahora, y no por otra cosa sino porque, a pesar de las insistentes demandas de las autoridades de ambas instancias, el gobierno capitalino (sumido en las urgencias de la campaña presidencial cardenista, y en las indefiniciones propias del relevo en el mando) ha dejado una y otra vez para mejor ocasión el atender y resolver los problemas que se van acumulando en ambos órganos.
En el caso del Instituto, por ejemplo, se extiende la percepción de que hay una actitud desdeñosa de las autoridades del gobierno capitalino, entre otras cosas porque la conformación de ese instituto no se dio en los términos deseados por las autoridades, a quienes habría gustado que se hubiese nombrado como presidente a un abogado laboral de amplia experiencia (que finalmente no aceptó ser consejero), y no necesariamente a quien finalmente quedó en ese cargo.
En cuanto al tribunal, las cosas son un poco más complicadas, pues aparte de los problemas económicos mencionados, hay un cuadro de enfrentamiento entre algunos de los magistrados de ese órgano que preside Raciel Garrido Maldonado. Ya que de los nueve togados de ese tribunal, cinco son numerarios, y cuatro supernumerarios, se ha desatado una disputa respecto a la posibilidad de incorporar a estos en el trabajo ordinario de aquéllos, dada la alta carga de trabajo que se tiene. Dos de los numerarios, Estuardo Mario Bermúdez Molina y Rodolfo Terrazas Salgado, encabezan la oposición a que se incorporen plenamente los supernumerarios. El asunto deberá ser resuelto por la Comisión de Participación Ciudadana de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, la cual preside el diputado Javier Hidalgo.
Pero, como se ve, hoy lo importante es lo inmediato, lo redituable en imagen, en promoción, en candidaturas. Lo otro, lo relacionado con los complejos asuntos de la organización, de la seguridad jurídica, de la confianza ciudadana, puede quedar para más delante, para cuando las cosas ya sean difícilmente remediables o la solución tenga altos costos políticos. Y no es cuestión solamente de dinero...
Astillas: Es difícil bordar más sobre el asunto. Se le pueden dar mil y una vueltas, y quedará siempre lo mismo al final: el PAN no desea la alianza, no la aceptará bajo ninguna otra circunstancia que no sea el allanamiento de los perredistas a favor de Vicente Fox. Dado que ha sido el proyecto del consejo ciudadano, para hacer elecciones y combinar ese mecanismo con el de las encuestas, los panistas le están buscando salida al costo político de la negativa que ya han decidido plenamente. Por otra parte, hoy, cuando se vence el plazo que ellos mismos pusieron, los miembros de ese consejo llegarán al final de su periodo de gracia. Si conceden prórrogas, o alargan con cualquier pretexto la espera de una decisión oficial de los panistas, los miembros del citado consejo ciudadano habrán perdido su único capital, que es la autoridad moral por encima de los partidos. Así es que, ni darle muchos rodeos al asunto: el PAN ha decidido no ir a la alianza, y ahora nada más busca la manera de que le salga más barato el costo de esa negativa... Los misterios de la vida: pocas veces han tenido mejor oportunidad los apasionados seguidores del equipo de futbol profesional de Celaya de celebrar una victoria como sucedió ayer, cuando apabullaron 5-0 a las Chivas del Guadalajara en el propio estadio de éstas, el Jalisco. Ese triunfo histórico se producía al mismo tiempo que sobre la ciudad guanajuatense se abatía la tragedia de la explosión que causó decenas de muertes...
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