La coalición no es el medio infalible para vencer al PRI. Esto quedó demostrado ayer en Coahuila, en donde el tricolor, aparentemente, volvió a las épocas del "carro completo".
Según los resultados de las encuestas a la salida de casilla, o exit polls, el partido en el gobierno ganó con amplitud el gobierno estatal, las 20 diputaciones de mayoría y los 37 municipios incluidos la capital, Saltillo, Monclova y Torreón, que estaban en poder de la oposición.
Anoche se mantenían algunas dudas respecto del municipio de Ramos Arizpe -- conurbado con Saltillo -- y en Torreón la ventaja para el candidato priísta Salomón Juan Marcos Issa era reducida. Respecto a los distritos electorales también había dudas sobre el cuarto, que comprende parte de la capital del estado.
A reserva de conocer los resultados oficiales, salvo estos casos, las victorias de los abanderados tricolores fueron por márgenes amplios. Por ejemplo, en el caso del gobierno del estado se atribuyen al priísta Enrique Martínez y Martínez ventajas sobre su rival de la coalición PAN-PRD-PT-PVEM Juan Anto- nio García Villa que van desde 35 hasta 100 por ciento (dos votos contra uno).
Coalición y otra cosita
El resultado de las elecciones de ayer en Coahuila, como decía Perogrullo, tiene una importancia directa sobre ese estado, pero debido a las actuales condiciones de la vida política nacional va mucho más allá, pues demuestra que no basta la unión de los partidos opositores para acabar con el largo predominio del PRI en el gobierno federal.
Los teóricos de la política y la comunicación han destacado desde hace tiempo que la lucha electoral ya no se limita a los partidos políticos y sus plataformas electorales, sino que cada vez es más importante el candidato con su impacto personal sobre los electores.
Las nuevas condiciones implican también que ya no basta, como antaño, con obtener la nominación del partido aparentemente mayoritario para asegurar el triunfo en las votaciones oficiales.
En el caso de Coahuila, más allá de las habituales protestas de la oposición de apoyos extralegales a candidatos del tricolor, desde semanas antes en los medios políticos se sabía de la escasa penetración del abanderado de la oposición, Juan Antonio García Villa, mientras que el priísta Enrique Martínez es ampliamente conocido y conquistó la nominación en reñida votación, en la cual no aparecía como candidato oficial. Incluso durante el proceso interno priísta hubo rumores de que sería invitado por partidos opositores para repetir lo sucedido en Zacatecas, Tlaxcala, Baja California Sur y más recientemente, en Nayarit. Esto lleva a otro de los aspectos a estudiarse, con vistas a la cada vez más remota alianza de los partidos de oposición para las elecciones presidenciales.
Hasta ahora, las victorias de las coaliciones en estados han sido con candidatos salidos del PRI a la cabeza de grupos descontentos, como Ricardo Monreal, Alfonso Sánchez Anaya, Leonel Cota Montaño y Antonio Echevarría. En cambio García Villa ha militado siempre en la oposición. Por último está el factor del gobierno saliente. El nayarita Rigoberto Ochoa Zaragoza terminó repudiado por todos los sectores de su estado, mientras que Rogelio Montemayor Seguy se dedicó a recomponer fuerzas luego de unas elecciones intermedias, hace tres años, con resultados adversos, también derivadas de divisiones internas.