Ť Marta Elena Montoya reconstruye el infierno de la dictadura en Chile
Rompiendo el silencio, una voz contra el horror
Ť A las mujeres nos cuesta trabajo hablar, tratamos siempre de matizar el dolor, dice la escritora
Ť Hay que hacer algo para que ya no padezcamos dolor en AL Ť El miércoles presentarán el libro
César Güemes Ť El 18 de septiembre de 1973 cambió por primera vez la vida de Marta Elena Montoya Vélez, hoy dedicada al periodismo en México, entonces estudiante colombiana: ''Fui tomada presa el 18 de septiembre en la calle Miraflores con Merced, me llevaron a la comisaría de Huérfanos donde fui sometida a tortura sicológica mientras mi pareja era víctima de un simulacro de fusilamiento, y de ahí conducida al Estadio Nacional, sirviendo de escudo a los militares que recorrieron toda la ciudad con nosotros colgados en la parte de atrás de un jeep para, según ellos, defenderse de los francotiradores''.
El fragmento es sólo una mínima parte de Rompiendo el silencio. Yo te acuso, Pinochet (publicado por el Taller Editorial La Correa Feminista), libro en el que Marta Elena Montoya reconstruye el infierno helado de aquellos días de hace 26 años, cuando Chile padeció golpe de Estado. Justamente para este miércoles a las 18 horas es la cita en Aguascalientes 54 (Roma Sur), a la cual convocan el Agora feminista del Cicam y Triple Jornada, a fin de dar a conocer el volumen.
ųƑQué tanto buscaba la eficacia, además de reflejar las difíciles circunstancias que narra? Vamos, el dolor que contiene el volumen se expresa ciertamente de una manera literaria.
ųCuando decido romper el silencio comprendo que no sólo era importante sacar todo ese dolor dentro de mí sino que otros supieran que era necesario no permitir que se repitiera. En esa medida quise comunicarme con los posibles lectores para que ellos y ellas tornaran suyo esto que narro e hicieran consciente que no se puede ir por la vida reproduciendo la intolerancia, la discriminación o la falta de respeto al otro.
ųHay otra parte en la cual se advierte que piensa en el lector: en esta suerte de fragmentación del discurso, en dividir lo que narra en una gran cantidad de capítulos muy breves, muy concisos.
ųCuando nació el libro o la idea de armarlo, así se me fue dando y me gustó. Sentí que eran pedazos de la vida que se entrelazan y con ellos se puede realizar un tejido. Fue en ese sentido que respeté la creación, no me la propuse forzadamente. En cuanto aparecieron las partes me decidí a ponerles nombre. En una jornada de trabajo alcanzaba a hacer dos o tres de estos breves relatos, y cuando los tuve todos me dediqué a darles coherencia cronológica. Uno de mis deseos fue que en cuanto alguien se acercara al libro, pudiera comenzar a leerlo por cualquier parte. Hay ocasiones en que así se desea abordar un volumen. Eso busqué y espero haberlo conseguido.
ųA propósito de la sanación que en cierto modo lo es política además de personal, Ƒincluye limar el rencor social, el coraje?
ųSiento que las situaciones de tanta agresión, de tanto dolor, no las tienes que borrar, ni limar, sino transformarlas. Supongo que mientras todo esto se vaya volviendo memoria colectiva vamos tomando conciencia de situaciones indignas para el ser humano. Sólo entonces podemos transformar la realidad. El proceso interesante no es olvidar, sino sacarlo todo y que se convierta en amor. Tengo la firme convicción de que los seres humanos debemos comenzar a respetarnos. Siento que esa sanación de la que hablamos implica transformar todo eso malvado en palabras. Si el lector al acercarse al libro también se siente indignado, no es para que padezca, sino para que haga algo a fin de que esto que se cuenta en el libro ya no vuelva a pasar. Creo que ahí se da otro de los fenómenos del lenguaje: en cuanto lo expresas, se transforma en acto. A lo que tenemos que llegar es a volver el lenguaje en acción y en compromiso con la realidad de todos nosotros.
''Es claro que tuve este dolor, y luego de revisar nuestra historia, me pregunto: Ƒcuántos más lo tenemos en América Latina? Viene ya el nuevo milenio y continuamos en un continente adolorido. En la medida en que nuestro continente pueda romper el silencio, estará mejor preparado para un nuevo siglo con otros valores".
ųEstamos hablando de un libro escrito por una mujer, no por un varón. ƑDiría que esto le da un tinte peculiar, Marta?, Ƒgana acaso en identidad?
ųMe doy cuenta que hay una sensibilidad humana en general, pero que las mujeres tenemos una manera de relatar y de hablar con nosotras mismas o al interior de nuestra vida personal. Esto se da en la medida en que hayamos ido recuperando nuestro ser mujer, porque si no, todo se queda en un término que aprendimos en el sistema patriarcal, lo que equivale a hablar con la voz del hombre. En cambio, a partir de ciertos procesos de identificación, las mujeres podemos ir descubriendo algunos elementos de la cotidianeidad y de la vida que son muy de la mujer. En el libro debo reconocer, sin embargo, que existe una presencia muy grande, la de mi pareja. El estuvo al pie de los relatos, a pesar de que él no vivió la experiencia y que pertenece a otra cultura política. Sin embargo, logramos ir concatenando esas distintas maneras de ver una misma realidad dolorosa y encontrar un lenguaje común. Después de todo esa era la idea: que no sólo las mujeres se identificaran con lo que iba planteando, sino también los lectores varones.
ųAunque ciertamente a quienes les deja varias páginas en blanco al final del volumen son justamente a las mujeres. La invitación es para las lectoras.
ųLo hice así porque siento que a nosotras nos cuesta más trabajo hablar. Tratamos siempre de matizar el dolor, de olvidar, y no encontramos los conductos o los canales para decir "aquí estoy yo". Por ejemplo, a mí lo que me sucedió es que al trabajar ya sobre el texto lo hacía en tercera persona. Al principio los relatos aparecieron de ese modo. Fue mi compañero quien me cuestionó: 'Ƒy tú dónde estás?' Bueno, pues si era la recuperación de mi yo, era yo quien debía de asumir el peso del relato por medio de la primera persona. Creo que ahí es donde está la invitación a las mujeres para que comiencen a hablar. Sé de muchas de ellas que han pasado por situaciones semejantes y ante ello guardan silencio. Podemos ver, por ejemplo, que luego de la Segunda Guerra Mundial los hombres sí lograron hablar sobre los campos de concentración, y hablaron por todos y por todas. Creo que en este sentido la mujer corre el riesgo de no hablar, de que no se conozca su punto de vista.
ųEl libro se titula Rompiendo el silencio, y se subtitula Yo te acuso, Pinochet. Una parte, Marta, es buscar el alivio al decir lo que sucede y otra el fincar las responsabilidades. El texto, pues, cumple con ambas funciones.
ųCreo que cuando empezamos a denominar el dolor, a nombrarlo, se vuelve concreto. En este caso hay un personaje específico que actuó en un tiempo determinado. Hay también varios actores sociales que participaron en el conflicto. Si habláramos de la problemática sin denominar a quienes fueron responsables, sería como dejar a medio camino el proceso de romper el silencio.
ųEs una forma de salud social, digamos.
ųDigamos que por eso asumo la responsabilidad de señalar que la persona que encabezó el movimiento y se convirtió en responsable de todo se llama Augusto Pinochet. No estaba solo, claro, pero él representaba a todo un aparato que lo mismo está reflejado en el libro.