Ť Simpatizantes del EZLN interceptaron la caravana


La sociedad civil se volcó a la Marcha por la Paz, en Perugia

Ť Estuvieron presentes Darío Fo y un protegido D'Alema

Ť Un gran telón llamó a "romper el muro del neoliberalismo"

Hermann Bellinghausen, enviado, Perugia, Italia, 26 de septiembre Ť El primer ministro Massimo D'Alema y Darío Fo, el gran bufón, participaron por distinto y por igual en la gran Marcha por la Paz que hoy cubrió los 22 kilómetros que separan Perugia de Asis. A golpe de calcetín, 50 mil personas de toda Italia y todo el mundo hicieron la esforzada caminata.

"Contra todas las guerras del mundo (y no sólo)", según Il Manifesto de hoy, los alcaldes de decenas de ciudades italianas, múltiples organizaciones cristianas, humanitarias y feministas, así como la florida descendencia del extinto Partido Comunista Italiano, convertido hoy en tres agrupaciones, y una vasta y diversa sociedad civil se unieron a la marcha.

D'Alema, quien por supuesto caminó pocos kilómetros, sólo los necesarios para hacerse ver, iba rodeado de eficientes guaruras, y con soltura hablaba con la televisión y la prensa. El mismo primer ministro que apoyó a la OTAN en su "guerra humanitaria" sobre Kosovo y Yugoslavia, hoy proclamaba que "la paz no se puede imponer desde arriba. Se necesita el compromiso de la sociedad".

Tan campantes como él iban el secretario general Walter Veltroni y la plana mayor del gobernante Partido Democrático de Izquierda. Hace pocos meses, una marcha aquí mismo, con los manifestantes de hoy, fue contra su gobierno, acusado de ser cómplice de la guerra.

El premio Nobel de Literatura, Darío Fo, acompañado como siempre por Franca Rame, iba por su parte, siempre rodeado de niños a los que les cuenta interminablemente historias.

Alto como una torre rubicunda, el cómico y autor teatral se reía, no del mundo, sino con él.

Al llegar a Ponte de San Giovanni, la eurodiputada independiente Luisa Morgantini, y con ella Las Mujeres de Negro, viudas simbólicas de la guerra de Kosovo y el genocidio de los kurdos, abandonaron la marcha en protesta por la presencia del primer ministro. "El hizo también la guerra", decía Morgantini.

D'Alema se refería a las necesidades de una "diplomacia de la sociedad civil", y la "prevención oportuna de los conflictos".

A tres kilómetros de Asís, miembros de la organización Ya Basta, procedentes de varias ciudades italianas, interceptaron la marcha y gritaron consignas contra la guerra en Chiapas y a favor del cumplimiento de los acuerdos de San Andrés.

La pesadilla y después

Ya para llegar a la ciudad de Asis, destruida hoy hace dos años por un terremoto, un gran muro de tela con ladrillos pintados proclamaba: "Rompe el muro del neoliberalismo. Haz caminar la paz".

Una voz decía desde una bocina: "El tratado de libre comercio con México de la Unión Europea no debe firmarse hasta que se cumpla la exigencia de respeto a los derechos humanos".

Un grupo del Movimiento Sin Tierra de Brasil inclinó su bandera para atravesar el muro de trapo, mientras un romano de Ya Basta decía: "El neoliberalismo de un lado, la humanidad del otro".

Marcharon representantes de cerca de un centenar de naciones reales o virtuales que vienen de la guerra o están en una: Colombia, Chechenia, Kurdistán, Timor Oriental, Afganistán, Nigeria, Ruanda, Sierra Leona, México, Guatemala, Irlanda del Norte, Kosovo, Serbia, Sudán y un impresionante etcétera.

Así como iban Ramón Mantovani y otros diputados de Refundazione Comunista, el hijo pródigo del viejo PCI, participaron Sin Feinn, el Pkk de Kurdistán y hasta el presidente del Parlamento Kurdo, así como Srdjan Mikovic, alcalde de Pancevo.

Esta ciudad serbia, a 15 kilómetros de Belgrado, fue la más dañada durante la guerra. Poco le faltó para desaparecer sepultada. Además, siendo sitio de grandes fábricas petroquímicas, los bombardeos heredaron una contaminación mortal. El alcalde habló esta mañana en Perugia ante la multitud e inmediatamente intervino Lush Giergi, sacerdote y protagonista de la endeble paz en Kosovo. También hicieron uso de la palabra un turco y un kurdo.

"Otro mundo es posible construyámoslo entre todos", era el lema de la movilización.

Y si Darío Fo le imprimía un espíritu franciscano pero bufo a la marcha, el hecho es que todos iban al santuario del poveretto de Asís. Con ánimo contestatario, los manifestantes repetían que San Francisco enseñó "que la pobreza no es delito".

El mismísimo Kofi Annan, secretario general de la ONU, quiso treparse a la marcha, saludándola desde Nueva York: "La verdadera paz es mucho más que la ausencia de guerra". Tan tranquilo, después de su suicidio en Kosovo, cuando la ONU fue a la guerra, lo mismo que el gobierno izquierdista de Italia.

El mismo día que el cadáver en vida de Giulio Andreotti, algunas veces primer ministro, se exhibe en los diarios y las pantallas, patético pero "absuelto", Massimo D'Alema da una hábil maroma y trata de caer parado. Lo acompaña el ministro Bellillo, del también gobernante Partido Comunista Unitario.

Una sociedad civil diversa, llena de jóvenes obreros y estudiantes, amas de casa, niños, boy scouts y miembros de centros sociales, rebasó el teatro de los partidos, que se empujaban para salir en la foto.

El gobierno italiano intentó hoy ponerse al frente de la Marcha por la Paz y la Justicia, pero en realidad iba atrás, tratando de alcanzar a los ciudadanos que, con imaginación y entusiasmo, le llevaban la delantera.

En los años setenta, una pesadilla recorría al PCI, bien acomodado como "segunda fuerza": que un día le tocaba gobernar Italia. Era el país de la Democracia Cristiana, de los Andreotti, en el poder y no en el banquillo de los acusados.

Y cuando los comunistas despertaron, estaban con la OTAN, vendiendo minas y armas, y haciendo la guerra. Pero "París bien vale una misa". Y Darío Fo se les ríe en la cara. Así es la vida.