CON LOS RESULTADOS PRELIMINARES de la elección de Coahuila, la tendencia está muy clara: el PRI venció a la coalición integrada por cuatro partidos (PAN, PRD, PT y PVEM) en una proporción de dos a uno. Al parecer, se trata de un rompecabezas en el que están todas las piezas de una derrota anunciada.
Hubo un alto abstencionismo; una ley electoral atrasada, confusa y con fuertes contradicciones, lo cual ocasionó permanentes litigios entre los priístas y la oposición por los registros de 12 fórmulas de coalición distrital y ocho municipales; el despliegue de los mecanismos tradicionales del PRI para la compra y la coacción del voto, de acuerdo con estudios realizados por la organización Alianza Cívica.
Del otro lado también hubo errores importantes, porque si el abstencionismo fue muy alto, quizá se debió a que la alianza no logró arraigarse en la sociedad; no hay que olvidar que el candidato se obtuvo como resultado de una encuesta, método pasivo de consulta que no involucra, ni vincula, a la ciudadanía con un proyecto aliancista. En contraste, el PRI hizo una elección abierta para elegir a su candidato. En suma, se trata de factores que todavía están presentes en las elecciones mexicanas, de riesgos y de mecanismos que dificultan la construcción de una democracia.
Sin embargo, no hay que perder de vista que los factores que distorsionan una contienda electoral se pueden evaluar al menos desde dos perspectivas: si hay una deformación generalizada que modifique los resultados, se puede llegar legalmente a una anulación. Esta posibilidad es muy complicada de alcanzar porque resulta casi imposible cubrir los requisitos legales para la anulación. La otra se refiere a una cierta dosis de manipulación electoral que todavía tienen las elecciones en México, y que a pesar de que se ha reducido de forma importante en los últimos años, todavía está presente. El caso de Coahuila, al igual que el reciente del estado de México, se pueden ubicar en la segunda perspectiva, ya que a pesar de todas las irregularidades no llegan a una anulación.
Por otra parte, hay que tomar en cuenta que quizá una característica específica del proceso de Coahuila sea la de tener cifras contundentes, porque un resultado de dos a uno en un contexto de competencia, en el que la oposición gobernaba algunos de los principales municipios del estado y tenía una representación importante en el Congreso local, expresa que se trata de un territorio con posibilidades de alternancia.
Otra situación particular que tiene que ser analizada es la de la alianza. En primer lugar, con la cifras preliminares se pintó casi una situación de carro completo, en la que el PRI gana de forma generalizada e incluso logra recuperar algunos municipios y distritos que estaban en manos de la oposición. En segundo, se trató de una coalición encabezada por un integrante de la oposición, del PAN, y a diferencia de otros casos en los cuales se han generado alianzas exitosas, el factor candidato parece que ha sido muy importante, pues se ha tratado de destacados militantes del PRI que rompieron con su partido; ejemplos como los de Zacatecas, Tlaxcala, Baja California Sur y Nayarit así lo han demostrado. En tercer lugar, las cifras rotundas, que ya estaban anunciadas en encuestas previas, hablan de un proyecto aliancista que ųademás de todas las dificultades mencionadas antesų no logró despertar un interés en la sociedad. Por último, podemos señalar que la oposición, además de hacer las denuncias respectivas por las irregularidades y presentar sus expedientes de impugnación, también necesita autocrítica, porque algo falló en su estrategia, que condujo a la oposición unida a perder y en varios casos a retroceder en posiciones que ya había conquistado.
Coahuila muestra hoy que las experiencias políticas regionales no son generalizables, que en cada historia local existe una racionalidad propia y que estamos sólo ante tendencias. A diferencia del estado de México, en donde una alianza de oposición hubiera sido exitosa, o del caso de Nayarit, entidad en la que la alianza triunfó, en Coahuila ni con coalición se pudo ganar. De la misma forma en la que no se puede generalizar, quizá tampoco se puedan sacar lecciones mecánicas para el ámbito nacional.