La técnica usada en el rescate de Bellas Artes podría salvar la Catedral


Sobrevivir al hundimiento

Arturo Jiménez y Renato Ravelo * La técnica que se utilizó a principios de siglo en el Palacio de Bellas Artes para solucionar su hundimiento diferenciado podría servir para salvar la Catedral Metropolitana.

Como una especie de ilusión óptica, que provoca la distinta altura de las calles de Eje Central e Hidalgo, así como por no existir nunca un estudio completo sobre el hundimiento real del palacio de mármol, que este mes celebra sus 65 años, tradicionalmente se consideró que Adamo Boari, primero, y Alberto Barocio, en la década de los veinte, habían cometido una de las aberraciones arquitectónicas del siglo al inyectar concreto debajo de los cimientos.

contaminacion-bellas-artes-jpg El estudio Palacio de Bellas Artes (campañas de inyección del subsuelo), realizado por un equipo inter- disciplinario integrado por Enrique Santoyo, Xavier Guzmán, Efraín Ovando, Oscar Cuanalo y Oscar de la Torre, demuestra que el magno edificio se hunde de manera uniforme desde 1914. El trabajo, que patrocinó la consultora TGC, recibirá el 30 de este mes el Premio de Ingeniería Alberto J. Cuevas, otorgado por el Colegio de Ingenieros de México.

El Palacio de Bellas Artes celebra su 65 aniversario, curiosamente, un día antes. Aunque iniciado en 1902 por Boari, el proyecto tardó más de tres décadas en demostrar su monumentalidad, si bien desde 1907 mostró signos de hundimiento. Bajo la dirección de Fernando Mariscal se concluyeron los trabajos el 29 de septiembre de 1934. Con la presencia del entonces presidente Abelardo L. Rodríguez, y con obras de Chávez y Beethoven, el recinto abrió sus puertas a la cultura nacional.

En su construcción trabajaron juntos Adamo Boari y Gonzalo Garita, quienes ya habían construido el edificio de Correos. Desde el principio, Boari se percató que Garita planeaba una construcción demasiado pesada. Pidió a una consultora estadunidense la revisión de los cimientos, pero esta empresa no aportó nada.

El entonces Teatro Nacional, con una plataforma de vigas de acero y concreto, se empezó a hundir de manera diferencial debido a que parte del suelo ya se había endurecido con la construcción del Convento de Santa Isabel, explica Santoyo.

Como la esquina de 5 de Mayo es de suelo duro y la contraesquina es de suelo blando, el teatro se empezó a inclinar hacia la Alameda Central 42.9 centímetros, mientras del lado contrario mostraba un hundimiento de 15.7 centímetros.

Con esas dimensiones fue el primer edificio en México que presentó el problema, aunque la técnica que Boari utilizó creyendo que la traía de Europa, ya había sido empleada por primera vez en el mundo en 1875, con el edificio de Ferrocariles en Buenavista.

La técnica consistente en la inyección de una mezcla de arena y cemento, por debajo de la placa o plataforma, pretendía nivelar el hundimiento, para que éste no fuera diferenciado y se produjera a largo plazo una fractura en el edificio. Se aplicaron entonces, del lado de la Alameda, 6 mil toneladas de cemento.

Con características similares se realizaron otras dos aplicaciones en 1912 y 1913. Tres años más tarde Boari sale del país, sin que su proyecto hubiera concluido.

Correspondió al ingeniero mexicano Alberto Barocio realizar una serie de campañas de inyección del subsuelo entre 1921 y 1925. El gran proyecto del porfirismo, que fue asumido por el naciente Estado posrevolucionario, quedó con los signos de ambos en su estructura, un palacio en el mejor estilo europeo, sí, pero con murales que cuentan la historia de las gestas libertarias.

Todavía en el 60 aniversario el entonces asambleísta del Partido Acción Nacional, Rafael Guarneros, denunció que las obras de la línea 8 del Metro habían acelerado 3 centímetros el hundimiento diferencial del edificio.

Santoyo explica que el trabajo, que duró aproximadamente un año entre investigación en el Archivo Ge- neral de la Nación y el análisis de los datos, surgió de su participación en las tareas de rescate de la Catedral Metropolitana. La técnica de inyección, denostada durante décadas, podría ahora sustituir a la que se utiliza actualmente, como una forma de frenar el hundimiento de ese edificio y otros en esta ciudad condenada a flotar en el lecho de un lago.