Ť Cumple la institución 25 años de actividad
Libertad e independencia, bases del CADAC, dice Azar
Ť ''Angel María Garibay y Rosario Castellanos, muy cerca de mí''
Carlos Paul Ť La necesidad de comprobar si era posible realizar una carrera artística sobre bases de libertad y de independencia, fue el impulso que hizo que se instituyera, hace 25 años, el Centro de Arte Dramático, AC (CADAC), una de las escuelas que siempre se han preocupado por la enseñanza y la difusión del arte en sus diversas manifestaciones.
Héctor Azar, luego de 20 años de trabajar en instituciones oficiales, fue uno de sus principales promotores motivado por ''dos personajes inolvidables que estuvieron muy cerca de mí: el padre Angel María Garibay y esa hermana providente que fue Rosario Castellanos".
Cada uno por su lado, ''ante las lamentaciones que yo les hacía a causa de las presiones como funcionario, me dijeron: cuando seas capaz de romper el cordón umbilical de papá gobierno y de mamá universidad, y pongas tu propio centro de trabajo, tendrás que sentirte mejor", recordó Azar.
La fundación del CADAC, el 2 de febrero de 1975, fue precedida por una década ''bastante luminosa, particularmente para el teatro universitario, para el que se había obtenido una serie de espacios importantes como el teatro trashumante, se inauguró el Centro Universitario de Teatro y se fundó la Compañía de Teatro Universitario, con la que se obtuvo el gran premio mundial de teatro universitario en Francia".
Faltan apoyos al teatro nacional
En el campo teatral del Instituto Nacional de Bellas Artes, agregó Azar, ''se habían instalado una serie de lugares que propiciaron el desarrollo del teatro en México, y en particular se fundó la Compañía Nacional de Teatro".
Convertirse en artista independiente fue una decisión que Azar adoptó a su regreso de Francia, y se ''precipita cuando injustamente me es arrebatado el Foro Isabelino, por un movimiento seudolibertario, como el que ahora padece la Universidad Nacional Autónoma de México".
Después de dejar aquel espacio universitario, Martha Ofelia Galindo, Selma Beraud, Eloísa Godínez, María del Carmen Farías, Adalberto Parra y Gilberto Pérez Gallardo, entre otros, ''comenzamos a trabajar de manera independiente llevando producciones de teatro por todos lados", hasta que se inauguró el espacio teatral del CADAC con dos obras, la de Alfonso Reyes, Ifigenia Cruel, y La cantanta de los emigrantes, de Azar.
Esta primera etapa fue ''muy esforzada, porque muchas personas no le dieron más de seis meses de vida al CADAC. Dijeron: 'esto es una vacilada más de Héctor Azar y no va a durar'. Después vino una etapa de asentamiento que se caracterizó por sostener la institución, porque no se cuenta con apoyos realmente importantes de otras instituciones, ya que éstas sólo mediante los conflictos procuran apoyo. Y como no soy muy dado a eso, ni a chantajes, ni a hacer escándalos ni mucho menos, ha sido muy difícil el sostenimiento del CADAC en sus diferentes etapas, por las que desde 1975 a la fecha han pasado cerca de 20 mil personas".
Hubo cierta solidez, continúa Azar, ''cuando mi entrañable amigo Pepe Ruiz Massieu me llamó para dirigir las Jornadas Alarconianas, y con lo que le pagó al CADAC se obtuvo cierta estabilidad; incluso se inauguró el CADAC Atlixco, en Puebla''.
Por otro lado, Azar consideró ''que todas las personas que han demostrado a través de 20 o 30 años de trabajo teatral, como son los teatristas de mi generación Héctor Mendoza, Juan Ibáñez, José Luis Ibáñez, Gurrola, Margules, son personas que deberían ser suficientemente apoyadas por el Estado, porque han demostrado que tienen un concepto del teatro, que existe un grupo alrededor de ese concepto, y que sólo con un apoyo real puede proyectárseles internacionalmente. Esto es lo que le falta al teatro de México''.
Como inicio de las celebraciones por los 25 años, que formalmente se festejarán el 2 de febrero del 2000, se impartirán una serie de seminarios, cursos, talleres; habrá distintas puestas en escena, conferencias, presentaciones de libros y conciertos.
En este contexto todos los lunes se presenta, a las 20:00 horas, el espectáculo Mi vida con la ola, evocación a Octavio Paz, espectáculo integrado por juegos escénicos, música y lectura a partir del cuento homónimo del Nobel mexicano. La cita es en Belisario Domínguez y Centenario, Coyoacán.