Ť Bertha Navarro no ocultaba su felicidad por los premios a Un embrujo


La noche de los Arieles, un renacimiento que devolvió la fe en la cinematografía nacional

Ť Fiesta dedicada a los in-dis-pen-sa-bles, esos actores de segundo plano que no exigen ni un close up

Ť Este año la producción fílmica, en México, ''tocó fondo y fue la más baja de la historia'': Fons

Raquel Peguero Ť El inefable rostro de Vitola se encargó de recibir a los invitados. En blanco y negro sobre una pantalla, arriba del escenario del Palacio de Bellas Artes, hizo sonreír a todos, pero su baile y canto al lado de Tin Tan, fue la gran fiesta de una noche dedicada a ''los in-dis-pen-sa-bles", esos actores de segundo plano, ''los que nunca exigen un close up", como dijo Rafael Inclán y que ''como buenos toros de lidia, le entran a todo".

carrera-aragon-ariel-jpg Y de igual forma le entraron los miembros de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, que en su segunda ceremonia de entrega del premio Ariel ųcuyos resultados se publicaron ayer en estas páginasų apostaron por la sangre nueva y premiaron a los Carlos ųCarrera y Boladoų, pues Un embrujo se llevó nueve estatuillas, incluido mejor director; y Bajo California, el límite del tiempo, siete, entre ellas mejor película; contrario a lo que se hubiera pensado que se irían por el veterano Arturo Ripstein, cuyo filme El evangelio de las maravillas se llevó sólo un premio de diez nominaciones que tenía.

Y claro, tenía que ser por la coactuación de Katy Kurado quien, feliz y contenta, a paso de tortuga (''en 1950 recibí mi primer Ariel y en los años noventa subir estas escaleras cuesta trabajo", dijo sonriente) recibió su estatuilla en medio de una ovación.

ƑY el apoyo del Imcine?

prado-lilia-ariel-jpg Sin embargo la protagonista de El bruto no fue la única festejada, lo fueron también las películas, los actores y actrices galardonados, porque el público corroboró con ello la elección de los académicos. Aunque no toda la sala se puso de pie, sí fue cálida la acogida que se otorgó a los arielados de oro, Lilia Prado, ''tan emocionada que no puedo hablar", y Walter Reuter, que levantó sus dos bastones al cielo en señal de triunfo, mientras su hija sostenía su premio.

De Prado regalaron en pantalla su erotismo a ultranza, en fragmentos de películas que la hicieron famosa, como Subida al cielo. Del maestro del documental, una semblanza, pues es bien sabido que la mayor parte de sus películas se quemaron en el incendio de la Cineteca Nacional, en la época de López Portillo.

Bertha Navarro, productora, con Guillermo del Toro, de Un embrujo, no ocultaba su felicidad por los nueve premios a su filme, aunque en cierta forma ''sí me decepcionó que no ganara mejor película, pero también me gusta mucho la de Bolado: me encantó el premio a Carrera; con el de Blanca estoy feliz, igual con el de Vanessa (Bauche) por actriz de cuadro y todo lo que es la imagen de la película, porque su aspecto visual es muy rico".

De ahí que José Luis Aguilar se llevara dos arieles: uno por diseño de arte y otro por escenografía; Carlos Gutiérrez, el de ambientación; María Estela Fernández por vestuario y, por supuesto, la fotografía de Rodrigo Prieto, quien competía contra sí mismo en esa terna por Fibra óptica. Su noveno premio fue por guión cinematográfico adaptado, que realizaron Carrera y Martín Salinas.

Así, la entrega se convirtió en un ''renacimiento que devolvió la fe en nuestro cine", fue la voz popular de la noche, no obstante que este año, como señaló Jorge Fons, presidente de la Academia, la producción de cine mexicano ''tocó fondo y fue la más baja de la historia".

guerra-blanca-ariel-jpg Sólo se realizaron 11 largometrajes y 18 cortos cuando todavía, hace diez años, se realizaban cien. ''Somos necios" en seguir celebrando, agregó el cineasta, quien llamó la atención hacia el hecho de que ''todo lo que ayuda a nuestro cine tarda en llegar. En cambio, lo que denigra va aprisa". De ahí su enérgico extrañamiento de que, a ''principios de año, el Instituto Mexicano de Cinematografía anunció apoyo para 24 películas, pero en mayo todo se detuvo en una espera que asombra, desanima y hace preguntar el porqué de esa parálisis".

Aunado a ello, agregó, después de que ''celebramos la aprobación de la ley de cine, que sufrió su primer revés al ser acotada en el Senado, no ha podido nacer por la falta del reglamento, pues los avances que propusieron los diputados, como el fideicomiso, siguen esperando". Pero todavía hay más, pues de nuevo, ''el sector comercial de la industria ha insistido en el doblaje de las películas ųno lo dijo, pero se supo que se interpusieron tres amparosų, cuando ese fue un punto consultado en cámaras y fue votado en contra por razones de defensa cultural. Al defender otras culturas, defendemos la nuestra", enfatizó.

Blanca Guerra, mejor actriz

La noche comenzaba apenas y las peripecias de celuloide de los indispensables se encargaron de deslizar el tiempo más fácilmente, al mostrar las calamidades del Chicote, de Consuelo Guerrero de Luna, del Chaflán y de Mantequilla, entre otros, para que Blanca Guerra, bellísima como siempre, dedicara su Ariel por mejor actriz a su hijo Emiliano y, modesta, lo compartiera con sus jóvenes contrincantes, Ana Claudia Talancón y Mariana Avila, porque con sus trabajos demostraron ''que si bien hay crisis de producción, lo que hay tiene un gran nivel".

Damián Alcázar y Jesús Ochoa hasta porra recibieron por su trabajo en Bajo California... El primero, como mejor actor, recibió la presea acompañado de su hijo; el segundo, que a ley ganó coactuación, apareció jalando a Rafael Inclán con quien compartió el premio y lo dedicó a su padre, El Chato Ochoa, recién fallecido.

Por esa misma película, don Fernando Torre Lapham ganó el premio de actor de cuadro y Antonio Fernández Ros, por música. Su director, Carlos Bolado, subió dos veces al escenario para recibir sus estatuillas por edición ų''es la quinta vez que estoy nominado en este rubro y la primera que gano", dijoų y ópera prima.

De las otras películas que contendieron por ''el hombre desnudo'', Fibra óptica y La otra conquista, que tenían seis nominaciones cada una, la primera se llevó dos; guión cinematográfico original, que también escribió el director del filme, Francisco Athié, y sonido, a cargo de Samuel Larson y Antonio Diego. La segunda sólo alcanzó la presea de maquillaje que otorgaron al desaparecido Sergio Espinoza. El cometa, que tenía siete nominaciones y La primera noche, con una, se fueron en blanco.

En el rubro de cortometraje, los ganadores fueron, en animación, René Castillo y Antonio Urrutia, por el divertidísimo Sin sostén y, en ficción, Carlos Salces, por el multipremiado internacionalmente, En el espejo del cielo.