n Los precandidatos se limitaron a repetir sus discursos de proselitismo
El debate entre priístas, un acto a medio gas
n Esbozos de rudeza de Campa n Fernández, de la dureza a la comedia n Silva Herzog, esquivo
Gabriela Romero, Laura Gómez, Raúl Llanos y Ricardo Olayo n El debate nunca llegó. Una hora no fue suficiente para que los precandidatos del PRI al gobierno local cumplieran con la expectativa que se había creado. Además a mediodía el ascenso de Rosario Robles, la primera mujer en la jefatura del Gobierno del Distrito Federal, les había restado cartel.
Sin despertar la pasión política de los priístas que se dieron cita en el World Trade Center, Roberto Campa, Silvestre Fernández y Jesús Silva Herzog se limitaron a repetir las propuestas que a lo largo de un mes han presentado en sus discursos de proselitismo. Fue un acto a medio gas.
Desde su primera intervención Campa lanzó un gancho al hígado y buscó acorralar a Jesús Silva Herzog al hacer referencia a su edad; luego dijo que cuando estuvo a cargo de las finanzas del país se vivió ''uno de los periodos económicos más negros'', con mayor endeudamiento e inflación y una incesante devaluación del peso.
Parecía el preludio de una reñida pelea, pero el ex secretario de Hacienda midió distancia y se limitó a lanzar un jab: ''Recibo sus comentarios serios y objetivos de mi gestión como secretario, pero hago lo mismo que hizo con su departamento de quejas: lo pongo en un archivo y no lo atiendo''.
Faltaba el tercer actor, Silvestre Fernández Barajas, el ex empresario, el ''tipo duro'', como se hace llamar. Proclamó que si la gente se lo pide apoyará la pena de muerte, ''sin importar el desprestigio personal o político''. En su segunda intervención, prometió ''crear la Universidad Autónoma del Distrito Federal, pero habrá reglas especiales: no se permitirán las huelgas, los porros ni los fósiles''. Estas propuestas lo hicieron blanco de sarcasmos.
Pero todavía faltaba lo mejor de su repertorio, pues su última carta se la jugó al cerrar el debate. Del atril sacó dos playeras negras con el lema de su campaña: ''Para una ciudad violenta un tipo duro'' y las regaló a sus contendientes. A él mismo, a Silva, a Campa y a la moderadora, Julieta Lujambio, les costó trabajo contener la risa. Selló su ocurrencia con una frase: ''Para que no olviden que esta ciudad necesita un tipo duro''.
Los maquillistas tardaron 15 minutos para acicalar a los precandidatos antes de que posaran frente a las cámaras. Sin embargo, Campa tenía demasiado maquillaje, el nudo de la corbata torcido y, a diferencia de Silva Herzog, mantuvo quietas las manos sobre el atril.
Al igual que en su toma de protesta como precandidato, el ''tipo duro'' rompió la formalidad en el vestir y se presentó con una playera, pantalón y chamarra negros, vestimenta que se ha convertido en su uniforme de campaña.
Sin el tono de telenovela de los precandidatos priístas a la Presidencia de la República (Francisco Labastida: ''No, Roberto... Mientes y mientes otra vez''), los aspirantes al gobierno capitalino se mostraron fríos ante las cámaras. Pero sí hubo un provocador, Roberto Campa, quien no encontró respuesta de Silva Herzog. Los colaboradores del primero interpretaron esta falta de respuesta como una carencia de recursos. ''Si manda al archivo las preguntas que Campa le hizo, Ƒqué pasara con las quejas que los capitalinos le presenten?'', comentó alguien en uno de los salones donde los priístas presenciaron el acto.
En suma, las mismas propuestas, pero aderezadas con frases empalagosas: ''Vamos a devolverle la ciudad a usted, porque es de usted y de sus hijos'', afirmó Silva. ''La ciudad es mi proyecto de vida y es tiempo de poner en orden la ciudad y alejarla de quienes sólo la han utilizado'', expuso Campa, y cerró Silvestre Fernández: ''Déjenme mirarlos a los ojos y hablarles con el corazón''.
Una vez fuera, no faltaron los apoyos abiertos a Campa y a Silva, aun cuando la dirigencia priísta lo había prohibido. Dos grupos contrarios de simpatizantes, un centenar aproximadamente, hicieron gala de un entusiasmo que no se vio en el debate.
Con banderines, pancartas, mantas y consignas le atribuían el triunfo a sus respectivos candidatos, mientras fotógrafos y camarógrafos se quedaban con ganas de un enfrentamiento. Luego enrollaron su propaganda y abordaron los mismos camiones que a las seis de la tarde (90 minutos antes del debate) los habían llevado llevó al World Trade Center.
En su propia voz...
Miguel Hernández Labastida, coordinador del PAN en la ALDF: ''No vi el debate. Tuve cosas más importantes que hacer y para actuaciones ya tuvimos con las de los cuatro suspirantes a la Presidencia de la República. No tuve el mínimo interés en verlo, porque es claro que es algo creado, actuado y que en esencia sólo al PRI le interesó''.
Fernando Pérez Noriega, diputado local del PAN: ''Fue un excelente monólogo de cada uno de ellos, donde llevaban ya preparadas sus respuestas, sus intervenciones y no cambiaron una sola línea. Fue una evidente farsa, una pantomima, algo poco serio y, evidentemente, la ciudadanía pudo percatarse de que estaba todo preparado''.
Agustín Guerrero, vocero del PRD-DF: ''Vimos una exposición muy pobre por parte de los tres precandidatos. Ninguno dio propuestas en cuanto a la consolidación democrática del Distrito Federal y en los problemas más importantes de esta ciudad dijeron el qué, pero no el cómo. Además, los tres renegaron de su pasado inmediato''.
Florentino Castro López, coordinador de campaña: ''Campa ganó, pero la elección no se agota en el debate, pues hay que pensar en el futuro, en planes de largo plazo y rn la energía que se requiere para enfrentar los retos que vienen. No promete por prometer, y ya lo comprobó, y su juventud, más que un obstáculo, es una virtud en esta ciudad''.
Paloma Villaseñor Vargas, coordinadora de Finanzas: ''Ganamos y a la buena. Eso nadie puede cuestionarlo. Estamos demostrando que con trabajo y honestidad se puede llegar''. (Raúl Llanos Samaniego y Laura Gómez Flores)