Ť Javier Arriaga aceptó la condición de la FIFA e impulsó a Codesal
Argentina no debía ganar el Mundial de 90, la consigna: Humberto Rojano
Ť La razón, el conflicto entre Havelange y Maradona Ť Los errores arbitrales no son casuales: Spirin
Miguel Angel Ramírez / I Ť "Después del Mundial de Italia, Javier Arriaga tuvo una reunión con nosotros y nos comentó que la FIFA le puso una condición a (Edgardo) Codesal en el partido de la final: por ningún concepto podía ganar Argentina", confesó Jorge Humberto Rojano, ex presidente de la Asociación de Arbitros del futbol mexicano.
Agregó que fueron como 30 árbitros los que escucharon la confesión de Arriaga e, inclusive, el mismo Codesal estuvo presente en esa reunión. "Nos explicó que había tres candidatos para dirigir la final, pero como él estaba luchando para que su yerno fuera el elegido, lo llamaron para darle a conocer la condición. Si acepta, él será el árbitro, le dijeron. Y ya sabemos quién fue el árbitro", indicó.
Aunque Arriaga dejó la presidencia de la Comisión de Arbitraje de la Federación Mexicana de Futbol en 1986 ųtras casi 20 años al frente de ellaų seguía manteniendo relación con los silbantes, por sus cargos en la Comisión de Arbitraje de la Concacaf y FIFA. Sus confidencias eran frecuentes y no extrañaban a nadie. "En otro ocasión, nos habló de la promesa que le hizo al papá de Codesal en su lecho de muerte: llevar a su hijo a un Mundial como árbitro", apuntó Rojano.
Codesal no ocultaba el apoyo de su suegro. "Sí, me ha ayudado. Precisamente cuando nos abrazamos al enterarnos de mi designación como juez en la final de la Copa del Mundo, él lloraba y me dijo: esta es la culminación de un trabajo de hace más de 20 años, que iniciamos inclusive con tu padre" (Proceso 715).
La explicación que dio Arriaga para no querer que se coronara Argentina fue las diferencias entre Diego Maradona y el entonces presidente de la FIFA, Joao Havelange. Alemania se llevó el título de Italia 90 (1-0) vía un penal que Codesal marcó a Sensini, cinco minutos antes de concluir el trámite. Las protestas argentinas las encabezó el mismo presidente Carlos Menem. "Nos robaron el partido", aseguró.
Maradona estaba más que decepcionado al concluir el partido. "No va más. Yo solo no puedo luchar contra ellos. Acá hubo una mano negra. Lástima que no tenga la certeza, para dar nombres y apellidos. Pero un árbitro no puede dejar de ver el penal que le cometen a Calderón y luego dar penal por la caída de Rudi Voeller. Este árbitro tenía miedo de que Alemania llegara a los penales. Porque Alemania se estaba cayendo y la posibilidad empezaba a latir. Yo esperaba que esta mano negra y este poder no fueran tan fuertes, pero me dieron un bife grande y no quiero más. Solo no puedo luchar contra ellos. Y ya estoy cansado... Codesal quiso hacer felices a todos... menos a nosotros. Yo quiero decir que Alemania fue superior a nosotros... pero no tuvieron precisión para definir. No nos podían hacer un gol y como no podían, Codesal no encontró mejor solución para sacarnos de la Copa del Mundo que darles ese penal. Y está lo de Monzón... y del fair play no me hablen, porque es puro cuento" (Maradona, Rebelde con causa, de Sergio Levinsky).
Aprobado con 8.5
Los argentinos no fueron los únicos que criticaron a Codesal. "El diario francés Liberation hablaba de un penal abusivamente cobrado por el árbitro, y la revista Cambio 16, de España, sostenía que Alemania ganó con la ayuda de Codesal. Sin embargo, se conocía que la FIFA había calificado a Codesal con un excelente puntaje de 8.5" (Maradona, Rebelde con causa).
El silbante de origen uruguayo, por su parte, hizo después esta confesión: "Tengo familia en Argentina, un hermano, también mis abuelos nacieron ahí. Hay lazos de consanguinidad, tenía la alegría de que Argentina volvía a llegar a la final y yo, en 1986 junto con Carlos Espósito, grité en la tribuna de México los goles contra Alemania... Gocé y hasta lloré con aquel triunfo argentino, sentimentalmente era otra vez mi equipo favorito, pero como árbitros estamos ajenos a los sentimientos dentro de la cancha.. Ahora fue una final muy diferente". (El Gráfico, número 3693).
En la ceremonia de premiación de Italia 90, Maradona cometió la osadía de no saludar a Havelange ni a Joseph Blatter, los jerarcas de la FIFA. Le echó más leña al fuego, y en el Mundial de Estados Unidos 94, el astro argentino fue eliminado antes que su selección, al dar positivo un examen antidopaje. "En el Mundial no perjudicaron a un jugador. Perjudicaron a un país que respira futbol y eso es lo que lloramos todos. En México 86 protestamos porque nos obligaban a jugar a las 12 del mediodía, lo que era inhumano; además eso impedía que diéramos el espectáculo que se merecía el hombre común que paga su entrada. Luchamos para que se nos consultara, para que no se nos siguiera ignorando. Porque lo central del futbol son los jugadores y el público, no los dirigentes y sus reglas. O si no, imaginemos a Joao Havelange en la cancha, con pantalones cortos. Pero, bueno, lo que se inició en el 86 me lo hicieron pagar, y muy caro, en el 90 y en el 94" (Maradona, Rebelde con causa).
Los argentinos sabían desde hace tiempo cómo se manejan los hilos en el balompié. "Por más que han querido, el futbol no ha llegado a ser el gran opio del pueblo. Pero sí es un elemento de distracción. Es un fenómeno utilizado en muchísimas ocasiones. Yo vengo de un país donde la utilización fue un agravio para el futbol mismo en el Mundial del 78, en donde se acuñó aquella famosa frase de un militar argentino, ahora en la FIFA, quien dijo: 'cuando no hay objetivos políticos, suele ganar el mejor'. Eso viene a significar que cuando hay objetivos políticos se vale absolutamente todo: la trampa, la violencia, el dopaje y la gran confusión sobre el fundamento del deporte", confesaba Jorge Valdano, campeón en el Mundial de México 86 (Héroes de consumo popular, Héctor Huerta).
En pleno Mundial de Italia 90 lo oscuro del arbitraje se ventiló desde su seno. "Fue el árbitro ruso Alexej Spirin quien durante ese campeonato denunció que varios de los polémicos errores arbitrales no eran casuales y que él debía marcharse del torneo tras la primera ronda, porque no tenía un padrino dentro de la FIFA, como sí lo tenían muchos de sus colegas" (Ansa, 2 de abril de 1994).