La forma en que se ha impulsado y dado a conocer el proyecto de una central eléctrica para abastecer algunos de los servicios que proporciona el gobierno del Distrito Federal es, para decir lo menos, una torpeza. No sólo porque se presenta en los momentos en que se debate sobre la reforma de la industria eléctrica nacional, sino porque se trata de una acción que se propone totalmente fuera de una visión estratégica alternativa del desarrollo energético de la ciudad, y sin ninguna discusión con sus pobladores sobre este desarrollo, sus vicios y sus alternativas. Puede ser que este proyecto resulte ųcomo señaló el Oficial Mayor al aclarar que se trata de un memorándum de entendimiento entre el Gobierno del Distrito Federal y la empresa extranjera que la construiríaų, no sólo viable, sino legal, en el marco de la ley actual que permite centrales para el autoabastecimiento. Pero, indudablemente, la intervención y defensa del proyecto que ha hecho en los medios este funcionario dista mucho de ofrecer una visión alternativa a las formas tradicionales en que la ciudad y sus habitantes han resuelto sus necesidades de energía ųcombustibles y electricidad. Visión que como gobierno, justamente alternativo, debiera ofrecerse a una sociedad que lo impulsó con el mandato de buscar escenarios nuevos, justos y pertinentes para resolver los problemas acuciantes de la ciudad, el abasto de energía en una zona de alto dispendio y elevada contaminación entre ellos. Pero, Ƒqué esperamos de un gobierno alternativo? No sólo que se informe veraz y oportunamente a la ciudad de sus planes y proyectos, y, sin duda, que se discuta con ella su pertinencia y solidez económica, financiera, social y ecológica. Se espera más, mucho más. Un gobierno alternativo de nuestra gran ciudad debe impulsar acciones, proyectos, programas y estrategias que de manera incluyente e integral permitan la apertura de una nueva fase en la vida de la ciudad, en la que los pobladores dejemos de ser consumidores pasivos para convertirnos en sujetos y colectividad mucho más consciente de problemas y soluciones y, en ese marco, capaces de asumir plenamente la responsabilidad de nuestro futuro, en este caso, energético. Hasta hoy, en nada se diferencia el tratamiento que se ha dado a este proyecto con el comportamiento tecnocrático tradicional. Y esto resulta injusto, no sólo con los ciudadanos, sino con el mismo Gobierno del Distrito Federal. Y por si esto fuera poco, se ha dejado fuera de la discusión a los trabajadores que tienen la responsabilidad del abastecimiento de electricidad en la ciudad de México, y que han defendido hasta el cansancio ųa pesar de enormes dificultadesų la necesidad de formas alternativas de gestión de la industria, que conduzcan a una reforma con amplia participación y amplio consenso social.
La nueva jefatura del Gobierno de la ciudad de México está a tiempo de asumir, bajo una nueva visión alternativa, este y otros proyectos que se tienen para cubrir las necesidades de combustibles y electricidad de la metrópoli más grande del mundo; de mostrar que la ciudad de México puede asumir este y otros proyectos energéticos con una visión alternativa. Para ello debe exigir una justificación que, al menos, incluya cinco aspectos básicos: 1) la legitimidad integral del proyecto, que supone el análisis completo de alternativas y su significación ante los requerimientos globales de electricidad, y la urgencia de un uso eficiente de la energía y del abatimiento de la contaminación; 2) la legalidad en el marco de la ley vigente; 3) la viabilidad económica y financiera, en el marco de un estudio detallado de las opciones de financiamiento y de ahorro de recursos que pudiera provenir de la reclasificación tarifaria de algunos de los servicios que se desea abastecer; 4) la viabilidad contractual, en el ineludible marco que proporciona la experiencia de una empresa como la CFE, reconocida mundialmente por sus concursos y sus procesos de adquisición y compra que, por ejemplo, en el caso de las licitaciones recientes para productores externos de energía, ha logrado precios realmente bajos; 5) el respaldo social no sólo de los trabajadores electricistas, sino de la ciudadanía, en el contexto de la discusión nacional sobre la reforma eléctrica. Y todo esto en la perspectiva de una forma distinta de vivir y revivir la ciudad. Un gobierno alternativo para una ciudad alternativa no puede exigirse menos.