J. Agustín Ortiz Pinchetti
Las confesiones de J. Agustín

EL PROCER PANISTA DFC solicitó a quienes integramos el Consejo encargado de descubrir un método para elegir al Candidato de la Coalición Opositora (en lo sucesivo CCDMCCO) que nos arrepintiéramos pública y humildemente de nuestros errores, es decir por no haber logrado adivinar lo que DFC quería. (El nada propuso, ni dio la menor pista).

La exigencia del prócer me da la deliciosa oportunidad de renovar un rito, el de confesarme, que abandoné a los 17 años. Así, confieso los siguientes errores:

1. Exceso de esperanza. La esperanza no es un pecado pero en dosis excesivas puede volverse la alcahueta de los pícaros. Yo tenía en mí ánimo como posible lo que desean millones de mexicanos, es decir que los opositores acepten que sus intereses y convicciones converjan en lo esencial y se unan para desafiar y pro-bablemente vencer a la maquinaria del sistema presidencialista monárquico. Fue un deseo virtuoso y sabio porque nacía del sentido común, pero pudo ser excesivo y lo fue. No contó con los aliados contra la alianza: desde las posiciones estratégicas más diversas conspiraban para impedirla. Forman mas allá del Partido Revolucionario Institucional (PRI) una red muy poderosa y abarca a la burocracia de los partidos de oposición, la ultra, los pequeños arribistas, una legión de comunicadores, los grandes oligarcas y algunos clérigos de primera magnitud y todos aquellos que prefieren "lo malo por conocido", porque viven de ello. Estos se movieron siempre en el sentido apropiado mientras que los favorecedores de la alianza simplemente confiaban en la opinión pública y en el sentido común.

2. Error de cálculo político . Los largos meses en que se publicitó la alianza fue despertando una respuesta de apoyo que llegó a 63 por ciento del electorado. Fenómeno único en la historia política de México. Hice el cálculo de que los políticos de oposición no podían ser tan irresponsables para desencadenar este fenómeno y dejarlo luego colapsarse y abrirle al PRI la ruta hacia el triunfo. Calculé que Vicente Fox iría sin dudar a una consulta acotada cuando tenía en las encuestas una ventaja de casi 3 a 1 sobre Cuauhtémoc Cárdenas. Calculé que se decidiría a convertirse en el líder de la oposición y que avanzaría con ella hacia el poder para crear un proyecto de auténtica transición. Sobrestimé a Fox.

3. Exceso de confianza en los litigantes. El responsable panista de la negociación fue DFC (quien actuó siempre como si fuera dueño del PAN, no su representante). Yo lo conozco bien desde que éramos estudiantes. Es un penalista muy, muy hábil. El problema con D. es que traslada el ambiente rijoso del litigio a la política. Cuando yo supe que había invitado al licenciado Javier Quijano al Consejo, debí suponer que de lo que se trataba era de entorpecer nuestras gestiones o "reventarnos", porque Quijano no sabe mucho de cuestiones políticas (como lo confesó), pero sí de litigios corporativos. Trató de emplear las tácticas bloqueadoras que conoce al dedillo. No tuvo éxito, pero hizo turbio un final de tareas que podía haber sido de mucha altura.

Una de las razones por las que las confesiones católicas se van volviendo impo-pulares es porque no tienen una pequeña sección de "lo que hice bien".

Yo propongo a la clerecía que revise su postura y que admitan que también uno puede confesar las cosas en las que acertó.

Por lo que toca a nuestro trabajo en el Consejo, debo decirles a ustedes ųnos salió muy bienų: a) Pusimos límites a los partidos. No sólo al Partido Acción Nacional sino a todos. No nos dejamos arrastrar por la dinámica de los diferimientos. No engañamos a la opinión pública dando falsas expectativas. b) Cumplimos nuestro mandato. Presentamos una alternativa que sí era una tercera vía a las posturas aparentemente "irreductibles" del PAN y del PRD y sobre todo pudimos decir NO. Rechazar las presiones y terminar el capítulo con bastante decoro. c) Reafirmamos amistades. Un grupo de hombres y mujeres con ideologías diversas.

Probamos juntos que se puede coincidir en lo esencial: Trabajar por México.

DFC me ha retado a que presente "pruebas". Siempre actúa como un litigante.

El litigio en este campo puede volverse un "bumerang" si se carece de nivel ético y político. Los duelos fueron prohibidos por Bonifacio VII en 1611 en la bula "Anima Sua". Pero voy a darle gusto a mi colega. Me propongo completar una investigación: Un pequeño libro sobre el colapso de la alianza opositora, que incluya una breve inquisición respecto de los responsables del fiasco. *