Ť Sus delegados tuvieron que volver a la COCU


En el 88, la presión estudiantil hizo recular al rector: Moreno

Ť Hubo varios intentos de aplazar el congreso universitario: Santos Ť Se atravesaron la transición sexenal y la carrera por la rectoría

Elena Gallegos/V Ť Las elecciones de los representantes académicos y estudiantiles en la Comisión Organizadora del Congreso Universitario (COCU) se efectuaron el 3 de diciembre de 1987. Los actores políticos se encontraban inmersos en las campañas por la Presidencia de la República. En medio de un gran despliegue, Carlos Salinas de Gortari recorría el país, y Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano se empeñaba en construir un amplio frente opositor.

Luego de la caída más drástica en la Bolsa Mexicana de Valores en casi 90 años de existencia ųcon sus consiguientes repercusiones: fuga de capitales, inflación y devaluación de la moneda--, el gabinete económico del presidente Miguel de la Madrid instrumentó lo que se consideró "el primer esfuerzo de concertación institucional entre los sectores" (Pacto de Solidaridad Económica), mismo que terminó por oficializar los topes salariales y resultó el plan de choque más duro padecido por la población hasta esa fecha.

Los resultados de los comicios en la UNAM ųla planilla estudiantil proclive a las autoridades, por ejemplo, no obtuvo ningún sitio--fueron leídos por muchos, como un indicativo claro del cambio que se producía en México y como un aviso de lo que podía suceder en las elecciones federales de julio. Otros, calificaron esa interpretación de exagerada o, de plano, la desdeñaron.

Más del 60 por ciento de los universitarios acudieron a las urnas (alrededor de 190 mil) y salvo pequeños incidentes ųla única protesta generalizada fue por la mala calidad de la comida que se repartió entre quienes se hicieron cargo de las casillas, lo cual resultaba risible frente al tamaño de la contienda--, la jornada transcurrió en calma.

La planilla del CEU se llevó ųcon 75.13 por ciento de los sufragios, esto es, 125 mil 905 votos-- las 16 posiciones disputadas por los estudiantes. En la escena apareció el Frente Académico Universitario (FAU) lidereado por Máximo Carvajal (fue director de la Facultad de Derecho), a quien se identificaba con la derecha universitaria. El FAU peleó al Consejo Académico Universitario (CAU) la representatividad de los maestros. El primero alcanzó 8 sitios y el segundo ųse quejó del abierto apoyo de las autoridades al FAU-- los cuatro restantes.

Por lo que se refiere a los investigadores, Academia Universitaria ganó tres de los cuatro lugares reservados a ese sector. Sus representantes en la COCU fueron Rafael Pérez Pascual (después fue director de la Facultad de Ciencias y permanece muy cerca del rector Francisco Barnés de Castro en el actual conflicto), Arturo Warman (más tarde dejó esa posición para colaborar con Carlos Salinas de Gortari) y José de la Herrán. La COCU quedó instalada los primeros días de enero de 1988. Todavía iba a ser largo y tortuoso el camino al congreso.

Se le atravesaría el relevo sexenal en el Poder Ejecutivo y la carrera por la rectoría. Se rumoraba que Jorge Carpizo no buscaría la reelección ųen los días más críticos del conflicto quiso incluso renunciar--, por lo que los grupos de poder en la universidad comenzaron a tomar posiciones y a sabotear los trabajos de la comisión.

Más pronto de lo esperado, la comisión se empantanó. El CEU culpó a la representación de la rectoría, apoyada por el FAU, de entorpecer los avances. De inmediato, las autoridades respondieron que eran el CEU y el CAU los que imposibilitaban los acuerdos al pretender introducir a la discusión temas que eran ajenos a la COCU. Esta fue una historia que se repitió durante mucho tiempo. Pero en ese febrero del 88 la cuerda se tensó tanto que acabó por reventarse. Fue el momento más riesgoso de esa etapa.

Con el pretexto de un discurso pronunciado en el seno de la COCU por Imanol Ordorika el 9 de ese mes, en el que acusaba directamente a Jorge Carpizo de estar atrás de quienes retrasaban el congreso ų"šCarpizo militante, Carpizo provida!", caracterizó el líder estudiantil--, abandonó los trabajos preparatorios de esa comisión la representación de la rectoría comandada por Jorge Madrazo y el FAU.

Antes de irse, Madrazo argumentó: "Son absolutamente inaceptables las imputaciones que lanzó Ordorika. Llamó al rector provocador, fanático, militante, represor, tendencioso, corrupto, insidioso, demagogo, cobarde e intransigente. Todo tiene un límite y ese límite ya ha sido rebasado".

Unos minutos después, seis dirigentes del CEU ųOrdorika, Santos, Imaz, Leobardo Ordaz, Adolfo Llubere y Agustín Guerrero--se declararon en huelga de hambre "en defensa del congreso", mientras que esa misma noche, en conferencia de prensa, Miguel José Yacamán, Máximo Carvajal y otros funcionarios y miembros del FAU, anunciaron que pedirían al Consejo Universitario revocar los acuerdos de un año antes.

Oscar Moreno recuerda hoy aquella circunstancia: "los compañeros estaban en huelga de hambre en el cuarto piso de la torre de la rectoría ųOrdaz e Imaz se habían tenido que retirar por indicaciones médicas--, otra vez decenas de miles marchamos con una sola consigna šcongreso...ya!, el rector tuvo que recular y sus representantes volvieron a la COCU".

No quería el gobierno que se discutiera el tema de la universidad

Antonio Santos: "Hubo toda una intención de aplazar la realización del congreso. El gobierno no quería que, en plena campaña presidencial, se discutiera a la universidad".

De todas maneras en la COCU poco se avanzaba. Afuera de la universidad, la candidatura de Cárdenas despertaba simpatías y multiplicaba adeptos. Se discutía ya la necesidad de la candidatura única. Amplios sectores de la universidad ųentre ellos los integrantes de la dirigencia histórica del CEU-- se manifestaban abiertamente por esa posibilidad. Jorge Carpizo aprovechó para insistir en que no permitiría que la institución fuera convertida en ariete político. Señaló que "miles y miles" de universitarios estaban dispuestos a defender su casa de estudios contra quienes pretendían transformarla en un "organismo contestatario" o envolverla en "la vorágine de la política partidista militante".

--ƑPor irse a la campaña de Cárdenas se olvidaron de la universidad y esto incidió en que el congreso se retrasara tanto tiempo y se realizara cuando el movimiento había perdido fuerza?

Imanol Ordorika: "El cardenismo estaba produciendo un cisma. Nosotros teníamos que unirnos a los campesinos de La Laguna, quienes se movilizaban para llevar a Cárdenas a la Presidencia y le daban un golpe histórico al sistema político mexicano. Un sector del movimiento ųla Corriente por la Reforma Universitaria (CRU)-- se encargó de dispersar que nosotros habíamos cambiado el congreso por una campaña política".

Santos redondea: "Nuestra reflexión para impulsar el movimiento cardenista fue antes que nada universitaria. Dada la situación, teníamos dos opciones: incorporarnos a la corriente nacional que buscaba cambiar al país y, en consecuencia, que posibilitaba transformar a la universidad o quedarnos al margen y debilitarnos. La decisión fue que podíamos participar en lo individual sin dejar a la universidad para construir un paraguas político que impidiera que después de la elección se fueran sobre nosotros. El país votó por Cárdenas y nosotros habíamos organizado uno de los mítines más numerosos".

Efectivamente, el jueves 26 de mayo y a pesar de una hostil campaña que Carpizo y sus voceros idearon para repudiar la anunciada visita, Cárdenas convocó a decenas de miles de universitarios que lo recibieron con festivos cánticos ųšššya-lle-gó-ya-es-tá-aquí-el-que-va-a-chin-gar-al-PRI!!!--y se comprometieron a buscar, con él, una nueva victoria. "El pueblo -les dijo- acabará por imponerse".

Moreno: "Cuando la comunidad universitaria, la más crítica de los procesos modernizadores excluyentes, se volcó en apoyo de la posibilidad democratizadora que representaba el movimiento cardenista, echó al piso los señalamientos que se hacían a Cárdenas de ser representante del pasado y estar apoyado exclusivamente por campesinos ignorantes ųa decir de sus detractores-- que no sintonizaban con el proyecto modernizador que Salinas pretendía adjudicarse".

Santos: "Lo que no medimos fue el encono de Salinas, su perversidad. Estábamos en medio de la situación política más polarizante que había vivido el país en mucho tiempo. Salinas buscaría cobrárselo".

El STUNAM estalló una huelga que se alargó todo noviembre y se levantó hasta los primeros días de diciembre de 88. Coincidentemente, en ese lapso la Junta de Gobierno cabildeaba para el nombramiento del nuevo rector y se efectuaría el tránsito sexenal. Por eso, se dijo con insistencia que el fin último de la huelga era desmovilizar a la comunidad.

Los trabajos de organización del congreso duraron más de dos años. En enero de 1989, José Sarukhán Kérmez tomó posesión como rector de la UNAM. En su discurso, se comprometió con la realización del congreso. Acto seguido la rectoría impulsó la salida de la COCU de los miembros de la Comisión Especial elegidos el 10 de febrero de 1987, desbalanceando la representación del CEU y abriendo espacios a la Corriente por la Reforma Universitaria (CRU) cuyos miembros "facilitaron", camino al congreso, la pérdida de dos puntos claves para el movimiento: la paridad entre los estudiantes y los académicos, y la resolutividad de los acuerdos que se tomarían en los foros locales previos al magno evento. A esto se había comprometido, en su momento, el ex rector Carpizo.

En diciembre de 1989, la CRU ųcuyas cabezas visibles eran Martí Batres (líder de la Asamblea Legislativa), Ricardo Becerra (destacado miembro del staff de José Woldenberg), Ulises Lara y Martín Beltrán-- publicó un desplegado en el que buscaban justificar su posición. No obstante, en distintos sectores de la comunidad las pugnas de la CRU con la corriente histórica se miraron con recelo y se relacionaron con las múltiples coincidencias que los cruístas comenzaron a tener con las posiciones de las autoridades.

Becerra aceptó entonces, en una entrevista, que en el seno del CEU había una disputa por el liderazgo y criticó las estrategias empleadas por los históricos. A ellas, opuso: "el consenso será siempre la estrategia de lucha de la CRU". Consideró que la diferencia esencial entre las dos corrientes radicaba en que los otros "no plantean la elevación de la calidad"; y les pidió a los dirigentes del movimiento "dejar de lado la intención de convocar a cualquier aliado a la revancha y la mitificación de un pasado confrontativo".

Pero eran tan insistentes las caracterizaciones que se hacían sobre el papel que en realidad estaba jugando esta corriente, que en la citada entrevista, el reportero preguntó a Becerra: Ƒno resulta ingenuo pensar que en las circunstancias actuales y considerada la universidad como clave en la disputa por la nación, las autoridades van a aceptar su proyecto sin movilización de los estudiantes?

"Lo que podemos esperar de las autoridades y del gobierno es una actitud bastante cautelosa, de respeto a la universidad, como ya lo ha declarado el subsecretario de la SEP, Luis Eugenio Todd".

Finalmente y después de mucho tiempo, el ocho de diciembre de 1989, el Consejo Universitario aprobó la convocatoria del congreso, según la cual, el acto se efectuaría del 14 de mayo al 4 de junio. Antes se efectuarían las conferencias temáticas, los foros locales y las elecciones de delegados. Serían 848 distribuidos así: 318 estudiantes, 318 académicos, 106 investigadores, 53 trabajadores administrativos y 53 autoridades (48 directores y 5 representantes del rector).