Gilberto López y Rivas
Los aires renovadores del zapatismo

APARTIR DEL LEVANTAMIENTO DEL EZLN en 1994, el rostro de la sociedad civil mexicana cambió para siempre. Ya no puede haber ninguna forma de lucha por la democracia que no reconozca al zapatismo como uno de sus componentes fundamentales.

El zapatismo atrajo la atención hacia los olvidados de la política, hacia los rincones y subterráneos de la resistencia social y los sacó de los esquemas en los que los había enclaustrado la izquierda tradicional; además, los colocó al frente de la lucha nacional e internacional contra el neoliberalismo, por los derechos de los pueblos indios y por la reivindicación de nuevas formas de gobierno y de ejercicio del poder emanados de la sociedad civil.

Alrededor de él y de la solidaridad con las demandas de los pueblos indios, se ha tejido una nueva capa de la sociedad civil internacional que ya no conoce fronteras geográficas ni políticas. El gobierno mexicano ha promovido la ruptura de esta nueva sociedad civil mediante la xenofobia y la expulsión de observadores internacionales. Poco puede hacer, sin embargo, contra esta creciente unión de voluntades de los pueblos de México, Estados Unidos, Canadá, Europa. La solidaridad fluye sin cesar y nuevos hombres y mujeres sustituyen a otros.

La respuesta coercitiva del Estado mexicano ante el zapatismo es de grandes proporciones porque, como nunca antes en la historia de los movimientos sociales postrevolucionarios, una colectividad india había puesto en jaque al Estado, ése que sólo les ofrecía puertas cerradas, oídos sordos, ojos ciegos, ante su realidad de injusticia y opresión.

El Estado neoliberal no sólo se cerró al diálogo con esas comunidades indias movilizadas, sino que además se cerró a comprender la realidad misma. Nunca ha podido advertir ni sospechar siquiera que el zapatismo es el símbolo y la síntesis de una vasta colectividad de intereses que se expresa en los movimientos sociales que se reaniman a partir de 1994.

Una de las novedades de este nuevo cuerpo social en movimiento es que fusiona la solidaridad internacionalista con el sentimiento patriótico. Ese patriotismo lucha en contra de la abrogación de lo nacional que conlleva la apertura neoliberal a los grandes capitales financieros que no tienen nacionalidad ni arraigo ni interés alguno que no sea la ganancia y la expoliación social.

En su resistencia contra el neoliberalismo, la autonomía indígena ensancha sus fronteras y las amplía hasta integrarse en la construcción de una nación de nuevo tipo, en la transformación nacional que despoja a la democracia de la retórica oficial y la convierte en la práctica que llega e inunda cada espacio de la sociedad, de la economía, del gobierno, incluso de los propios movimientos sociales y partidos opositores.

Esta lucha encuentra su fundamento en las propias raíces históricas del país, principalmente aquéllas que se plasmaron en el artículo 39 constitucional, el cual reconoce que la soberanía descansa en el pueblo y que éste tiene el derecho inalienable de alterar o modificar su forma de gobierno.

La soberanía nacional no es entonces aquélla que defiende la fracción política en el poder para impulsar su proyecto de privatización del país, sino aquélla que reside en la voluntad de un pueblo que desea la paz, el crecimiento con equidad, la armonía social, y entre los pueblos de la nación, y la aplicación imparcial de la justicia.

A pesar de la depredación de los movimientos populares en México, estos protagonistas emergentes han sabido resistir a cualquier embate represivo. Se han constituido en un polo alternativo de poder ciudadano, que avanza hacia la democratización de cada rincón social. La oportunidad de crecer y borrar sus fronteras nacionales puede constituir para este movimiento social una oportunidad de largo plazo para construir una alternativa a la integración globalizadora de capitales y gobiernos desnacionalizados. Necesariamente, cualquier ruta que se quiera tomar en pos de la democratización de México, tiene que considerar que el zapatismo es el que les da coherencia a estos nuevos actores sociopolíticos.