La Jornada jueves 7 de octubre de 1999

Astillero Ť Julio Hernández López

El rompecabezas se va armando. Las voces supremas del sistema actúan en dos sentidos: los buenos anuncian que está en curso la solución del problema universitario; los malos advierten de las infiltraciones guerrilleras en las filas de los paristas. Las manos operativas (allí no hay distinciones entre buenos y malos) actúan, aprietan, organizan a los fieles, les lanzan hacia el frente, fuerzan los desenlaces. La solución está en curso, se reitera. El sistema en pleno necesita resolver el caso de la UNAM, pues electoralmente no ayuda que el gobierno sea incapaz de resolver un problema como el universitario.

Chiapas puede pudrirse, a miles de kilómetros de distancia, pero no un asunto que se desenvuelve en el asfalto, a unos kilómetros de la casa presidencial. Los ultras han tensado el conflicto hasta límites extremos (tal es la función de los ultras en todos lados), y la mescolanza de intereses, funcionarios, líderes y ambiciones ha vuelto aquéllo un batidillo vergonzoso, en el que ha destacado la reaparición vigorosa de la derecha universitaria. Pero los problemas de fondo no se han resuelto, ni hay una propuesta o un proyecto viable compartido, consensuado, para reanimar, recomponer la vida de la universidad pública más importante para el país. Resolver a fuerzas, definir a golpes, empujar con todo el peso del Estado, no será nunca una salida aceptable, ni inteligente, para un conflicto universitario.

Fortunas a partir de los infortunios

Cuando el presidente Ernesto Zedillo deje el poder habrá de enfrentar no sólo la cauda de críticas oportunistas de quienes durante su gobierno fueron aduladores y al cambio de régimen se volverán filosos inquisidores, sino también la producción interesada de quienes, movidos por revanchismos políticos y partidistas, buscarán convertirle en uno de los expresidentes más impugnados. Ya que en esos momentos los temas y los tonos serán graves, es conveniente advertir desde ahora sobre los riesgos que se corren en un punto en el que se ha mostrado de manera reiterada el perfil político del doctor Zedillo: el de la ayuda a los damnificados por desastres naturales. Aislado, sin equipo leal y eficiente, el presidente Zedillo se ha movido pesadamente en los escenarios dramáticos que se han repetido durante su gestión. La severidad de algunas de sus pretensiones (evitar que líderes políticos organicen a la gente para recibir ayuda) duraban más en las planas de los periódicos que en la realidad, pues el Presidente deseaba anular o sustituir los mecanismos clientelares tradicionales del sistema político del que él es jefe, sólo a partir de su palabra suprema, de su determinación circunstancial, de su estado de ánimo. Decenas de anécdotas de difícil digestión se han producido en los viajes presidenciales para ayudar a los damnificados.

El buen humor, como es sabido, no es uno de los rubros en los que el Presidente de México obtendría calificaciones aprobatorias, a pesar de su insistencia en incursionar en el difícil género. Pero, más allá de esos detalles, la gestión zedillista será enjuiciada con severidad respecto a la vigilancia que se haya hecho en la aplicación de los cuantiosos fondos que la naturaleza ha obligado a enviar a las zonas de desastre. La experiencia demuestra que ha habido gobernadores y funcionarios federales que han ensanchado su patrimonio a partir del manejo deshonesto (criminal, sería la palabra más adecuada) de los dineros públicos. El doctor Zedillo debería cuidar al extremo el buen uso de los fondos para la atención de las desgracias naturales, y evitar que a la carga futura de culpas que le harán se sume también el infortunio de haber sido incapaz de evitar más riquezas concentradas en beneficiarios tramposos del dinero que debía llegar a los más necesitados.

Empresarios a conveniencia

El sucesor de Vicente Fox en el gobierno de Guanajuato, Ramón Martín Huerta, está dando una extraordinaria demostración de cómo ciertos panistas juegan a conveniencia con los conceptos empresariales y con las obligaciones políticas y sociales. Ampliamente conocidas son las actitudes empresariales pretenciosas que suelen asumir personajes como Fox, y otros panistas llegados al poder luego de ser notables miembros del sector privado. Según sus constantes declaraciones, buena parte del presunto éxito político que les acompaña proviene de la aplicación de las más avanzadas filosofías empresariales. De hecho, sin ningún empacho declaran esos panistas con poder político, que para manejar los asuntos públicos de las comunidades bajo su mando (municipios, estados, y ahora se busca hacerlo en el país entero) les basta hacer de cuenta que son empresas y nada más. Los criterios gerenciales llevados a la política serían la salvación nacional, según esos empresarios-funcionarios públicos. Pero, en Guanajuato, ante la tragedia dominical de Celaya, cuando estallaron depósitos de pólvora y causaron cuando menos 62 muertes, el gobernador sustituto, Martín Huerta, reniega de las bellas piezas oratorias proempresariales que su grupo político proclama ante auditorios de universidades privadas y de líderes de negocios. El gobierno de Guanajuato, ha establecido el gobernador Martín Huerta, no indemnizará a los afectados por la ineficacia oficial (culpa de los tres niveles de gobierno, es decir, también del federal y no sólo del estatal y del municipal, ocupados éstos por panistas), pues ese concepto, el de las indemnizaciones, es más propio de las empresas, y no de ``un gobierno humanista con alto compromiso social''. Proempresarial cuando el concepto es lucidor, y adverso a lo empresarial cuando se trata de ayudar directamente a personas con necesidades urgentes, el gobierno que es prolongación confesa de las pautas foxistas no quiere faltarle al respeto a la ``dignidad'' y a la ``capacidad'' de los afectados. En lugar de darles dinero hoy, esperará a que se recuperen, a que filosofen para decidir qué quieren hacer en el futuro y, así, si desean trabajar, se les ayudará a buscar un empleo; si quieren estudiar, se estudiará la posibilidad de darles becas. A ver quién les cumple más delante a esos afectados a los que hoy no se les dará dinero pero, a cambio, se les respeta su dignidad y su capacidad de recuperación. Mientras tanto, el gobierno estatal, y el muy impugnado de Celaya, reparten créditos blandos para pequeños empresarios dañados por la explosión. Esa sí es buena empresa , la del proselitismo político clasista.

Astillas: Al presentar su libro sobre el Fobaproa, Andrés Manuel López Obrador reparó de cierta manera la omisión que había hecho en el texto editado por Grijalbo, al no mencionar expresamente las aportaciones que el periodista Carlos Fernández-Vega ha hecho al entendimiento del caso Fobaproa. El coordinador de asuntos especiales de La Jornada ha sido un punto de referencia obligada para conocer con exactitud y con buen contexto el saqueo de la riqueza nacional hecho para beneficio de unos cuantos. El largo reportaje seriado que denominó Fobaproa, expediente abierto, es un ejemplo de minuciosidad y visión. Por todo ello, la invitación a presentar el libro del perredista tabasqueño, junto con Enrique González Pedrero y Pablo Gómez, fue un mínimo reconocimiento a lo mucho que ha hecho Fernández-Vega para que todos entendamos mejor los complicados laberintos con que los dueños del capital, y sus cómplices políticos, han querido ocultar sus vergonzosos delitosÉ Hubiera sido mejor si el presidente nacional del PRI hubiese precisado quién cree que podría ser el herido o lastimado por el proceso presidencial del partido tricolor. Lo único seguro es que el herido o lastimado lo será a madrazos.

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