n Exposición del pintor en el contexto del Cervantino
Yaacov Agam: en el arte de lo que se trata es expresar la vida
n Realiza una ''gran obra'' en el exterior de un edificio del DF
Merry Mac Masters n Yaacov Agam, reconocido artista israelí y uno de los creadores del arte cinético en los años cincuenta, trabaja aquí en el exterior de un edificio del sector privado, en lo que sea ''tal vez la obra de arte más grande de México". Sin divulgar más detalles, al parecer el proyecto será terminado dentro de nueve meses o un año.
La visita de Agam también se debe a que apenas inauguró una exposición de obra gráfica en el Museo del Pueblo de Guanajuato, en el contexto del Festival Internacional Cervantino, muestra que posteriormente itinerará por las ciudades de Jalapa, Veracruz y México. Cabe recordar que en los años setenta expuso en el Museo de Arte Moderno.
Crear un alfabeto visual
Agam, de hecho, está involucrado en muchos proyectos. Trabaja en otro edificio en Florida y el cuarto/experiencia artística que creó para Georges Pompidou, cuando era presidente de Francia, será reinstalado en el Centro Pompidou para su reapertura en el año 2000. Sin embargo, da especial énfasis a su desarrollo de un alfabeto visual, no verbal, para incrementar las capacidades creativas e intelectuales de los niños, y la construcción en Israel de la ''ciudad Agam para la cultura, el arte y la educación".
El torbellino de actividad que lo sigue por donde vaya lo hizo prorrogar su estancia en el país. En medio de una apretada agenda de conferencias, Agam se da tiempo para hablar con La Jornada. De mirada intensa y aspecto de rabino (su padre sí lo fue), habla con entusiasmo de las inquietudes que lo llevaron a realizar investigaciones en cuanto a la cuarta dimensión en el arte:
''Uno de los diez mandamientos dice no hacer una imagen grabada. Me tomó años entenderlo. La civilización egipcia se basa alrededor de la muerte, de la lucha contra el tiempo que te envejece y te mata. Hubo una revolución y Moisés quiso crear una sociedad a partir de la vida y la libertad. En la vida la cosa más constante es el cambio; lo estático representa la muerte".
Trasladados estos conceptos al arte, Agam ''intuyó" que algo faltaba porque una obra artística siempre muestra ''lo que ocurrió", mientras que en la cotidianidad las cosas "pasan".
De joven, el entrevistado viajó a París gracias a un empleo como profesor de kínder. Allí entabló amistad con los grandes como Brancusi y Léger, pero le seguía molestando que toda estaba ''fijo". Así que poco a poco desarrolló un arte que ''se movía y cambiaba". En 1953 hizo una exposición que fue un ''gran choque". Max Ernst y Jean Arp compraron sus cuadros y André Breton lo adoptó. Si Newton descubrió la gravedad gracias a la caída de una manzana, Agam encontró la cuarta dimensión mientras trabajaba en un cuadro: ''Alcé una hoja de papel buscando dónde colocar el color. De repente el papel se movió unos centímetros, pero seguía viéndose bien. Advertí que no había por qué fijarlo en un solo lugar. Entonces, encontré tres o cuatro lugares. Por fin había descubierto una manera de liberarme de la presentación estática de algo que había sido, a favor de algo que podía ser. Desarrollé una forma de arte que a pesar de su unicidad es infinita".
Espiritual, la cuarta dimensión
El movimiento cinético vino después. Otra muestra individual del joven atrajo la atención del artista óptico Víctor Vasarely, a quien gustó ver que ''una nueva generación trabajaba en algo novedoso". A raíz de una exposición de 1955, se creó el movimiento que revolucionó el arte de su momento. Junto a la obra de Agam, Soto, Tanguy y Burri, se incluyeron trabajos de Duchamp y Vasarely. Acerca de la confusión surgida entre el arte óptico y el cinético, el entrevistado recuerda que el primero es de dos dimensiones y estático, mientras que el segundo, como encierra el movimiento, es de la cuarta dimensión. Agrega que se trata de una dimensión espiritual porque una vez que algo ''se mueve", lo importante no es lo que se ve, ya que dentro de un minuto será diferente. Así, ''hay que ver más allá de lo visible, lo que te permite pasar a algo más. Mi pintura nunca podrá ser vista en su totalidad porque al observar el lado izquierdo, no se podrá ver el derecho. Y de frente, no se podrán ver los costados. Escher (el dibujante holandés) pensó que al multiplicar la tercera dimensión llegaría a la cuarta, sin embargo no es una cuestión de multiplicación, sino de tiempo. De lo que se trata es de expresar la vida".
Hace tres años Agam recibió la medalla Jan Amos Comenius, de la UNESCO, por concebir ''un método particularmente efectivo para la enseñanza visual de los niños". Plantea el problema así: ''Cuando uno ve algo, una forma o una imagen, le pone un nombre porque de otra manera no se puede guardar en la mente. Pero, ponerle un nombre a ese algo lo detiene, mientras la imagen siempre cambia. Así que creé un alfabeto visual que permite a las personas guardar lo que ven a la velocidad de la luz".
El entrevistado realiza ejercicios con niños a partir de los tres años, que duplican su capacidad creativa e intelectual, y los provee de mayor motivación. Dice que el ser humano es iletrado visualmente hablando, nuestro pensar es muy lento, no encaja con los tiempos modernos. En un tiempo que es de una ''agresión visual, no comprendemos un mundo en movimiento".
(Yaacov Agam dictará hoy una conferencia sobre su obra, a las 18:00 horas, en el Museo Universitario del Chopo, Enrique González Martínez 10, colonia Santa María la Ribera.)