PROCER DE LA DEMOCRACIA, paladín de la libertad de expresión, Belisario Domínguez es nuestro héroe civil por antonomasia. Médico de pueblo, supo defender el derecho de los demás como principio superior de la dignidad humana.
Originario de Comitán --ahora de Domínguez, Chiapas-- aprendió por herencia y experiencia propias que la política involucra la conciencia cívica, la convicción ideológica y la libertad. En la alta tribuna legislativa demostró que el valor civil es la máxima expresión de toda representación popular.
Por consiguiente, el Senado de la República otorga cada año la medalla que lleva su nombre con el propósito de rendirle un homenaje permanente a quien dio una clara muestra de la función social de la política. De alguna manera, Carlos Fuentes, quien ahora recibirá la presea de manos del presidente Ernesto Zedillo, se hermana con el prócer.
Si Belisario Domínguez (1863-1913) defendió incluso con su vida el derecho a la libertad de expresión, como cimiento de todas las libertades, Fuentes ha reflexionado sobre la libertad y la dignidad que la Palabra entrega.
Como novelista ha sabido crear personajes basados en la correcta observación de la realidad. No la simple imaginación, sino la expresión de la sociedad en tipos humanos, reales, concretos, donde las contradicciones de la condición humana se advierten de inmediato. Sus reflexiones sobre el poder de la palabra son valiosas. Por ello, en La nueva novela hispanoamericana (1969) expresa que el escritor no solamente divierte, sino que a través del lenguaje vierte el entorno social en que se halla inmerso.
Así, el lenguaje cumple una función social de repercusión en el contexto en que se circunscribe. Y puede incluso transformar los procesos sociales, la realidad misma a través del diálogo, el debate, la reflexión. El lenguaje se metamorfosea en un proyectil político, de dignidad y expresión. ``Libre, por la palabra libre'', indicaba Belisario Domínguez. Y Carlos Fuentes continúa esta máxima.
``La palabra vertida es la palabra enemiga: la palabra que no divierte ni advierte sino que, quizás, convierte'', puntualiza el autor de Cambio de piel (1967) e insiste: ``Es ésta la palabra que en el mundo actual sería imposible o que, si intenta hacerse posible, es reprimida''. Lenguaje y libertad, rebeldía y tradición. Valor civil y convicción ideológica. Los mismos valores y atributos de Belisario Domínguez. La visión adelantada de un hombre que con dignidad se erigió como el constructor de la democracia.
En El espejo enterrado (1992), Fuentes vuelve a estas consideraciones: ``las actuales instituciones políticas, que son auténticas, aunque frágilmente democráticas, necesitan adaptarse urgentemente a las exigencias sociales, no sólo a la racionalidad tecnocrática. Los Estados democráticos en la América Latina están desafiados a hacer algo que hasta ahora sólo se esperaba de las revoluciones: alcanzar el desarrollo económico junto con la democracia y la justicia social''. Las superiores convicciones que defendió nuestro ilustre chiapaneco Belisario Domínguez. n
* Senador de la República