El Parlamento holandés estudia legalizar la eutanasia
Cuando es imposible vivir
Ap, Amsterdam * Sentada en su cocina, Marieke van Bekkem disfruta del dulce aroma de las uvas que entra por la puerta. Los días como éste tienen un significado especial para ella, ya que 1999 puede ser el último año de su vida.
Tras las extirpación de sus ovarios y nueve sesiones de quimioterapia, ha resuelto poner fin a su vida de manera serena e indolora antes de que el cáncer la destruya. Quiere pasar los días de vida que le restan en su casa, con familiares y amistades; no en un hospital rodeada de médicos y enfermeras.
Como miles de enfermos terminales en Holanda, esta mujer de 47 años, madre de dos, pedirá a los médicos que ųya que no pueden ayudarla a vivirų le ayuden a morir.
"He puesto todo en mantener mi calidad de vida ųdice contemplando a su hija Noelle, de 20 años, que estudia para un examen de sociología, y a su viejo perro perdiguero, que dormita a sus piesų. Pero cuando llegue el momento en que no tenga nada que brindar a los demás, ni a mí misma, la vida carecerá de sentido".
Si bien la eutanasia, bajo normas estrictas, se aplica en Holanda desde fines de la década pasada, técnicamente es ilegal. Ahora el Parlamento está estudiando un proyecto para legalizarla.
La iniciativa cuenta con mucho apoyo y podría ser aprobada a principios del año próximo, ahora que el Ministerio de Salud ha eliminado un polémico artículo que hubiera permitido a niños con enfermedades incurables, mayores de 12 años, solicitar el suicidio con ayuda médica, contra las objeciones de sus padres.
Aunque los grupos enemigos del aborto y los partidos religiosos se oponen a la muerte por compasión ųy libraron una campaña feroz contra el artículo sobre el suicidio infantilų el apoyo tradicional de los holandeses a la eutanasia no da señales de debilitarse.
Las encuestas han indicado que más de 90 por ciento de los holandeses cree que la eutanasia es una opción para personas como Van Bekkem, que no tienen esperanzas de mejorar.
"Cuando el cuerpo ha dejado de funcionar y lo único que queda de la vida es aguardar la muerte, las personas ya no pueden mantener relaciones y respetarse a sí mismas", plantea la ginecóloga de Marieke, Edith Sijmons, del Hospital Académico de Utrecht.
Van Bekkem dice que la alternativa de la eutanasia les ha ayudado a ella y a sus hijos a enfrentar el dolor y la pena que les aguardan.
"La sola idea de que (la eutanasia) es posible me ha quitado el miedo de morir ųexpresaų. En un año hemos hecho lo que otros hacen en 40: las discusiones que tenemos, las preguntas que hacen, los problemas que deben afrontar. Ha sido un año intenso que los ha envejecido, pero ha sido un año hermoso.
"No quiero morir ųañadeų. La muerte se ha cruzado en mi camino... pero estoy llena de vida. Sin embargo, mi enfermedad no me permite vivir".
No todos los pedidos de eutanasia son aprobados, y la legalización no cambiaría ese hecho. Las normas establecidas por el Parlamento en 1993, e incorporadas en la nueva legislación, requieren que el solicitante esté sufriendo dolor insoportable e irremediable; que conozca todas las alternativas médicas; que pida una segunda opinión y que haga una solicitud insistente, voluntaria y fundada. El médico no puede sugerirla.
De los casi 35 mil pedidos que se hacen cada año, los médicos asisten a unos 9 mil 700 pacientes, generalmente por medio de una inyección letal, según un estudio publicado en el New England Journal of Medicine de Estados Unidos.
Los médicos informan en la mitad de los casos, y los partidarios de la legalización dicen que la medida permitiría llevar un mayor control y documentación.
Pero los adversarios temen que se fomente la eutanasia como una forma de tratamiento y se incrementen las posibilidades de abuso. Algunos temen que las instituciones médicas la promuevan como un medio para reducir costos.
"Es la primera vez que un grupo particular de la población goza de impunidad legal para el asesinato"İ ha expuesto un grupo antiabortista y antieutanasia llamado Grito por la Vida.
Van Bekkem coincide en la necesidad de vigilar el proceso, pero sus preocupaciones son otras: cómo ahorrarse y ahorrarles a sus hijos un proceso largo y doloroso. "En determinado momento ųprevéų quedaré confinada en mi cama, estaré más enferma que ahora. Cuando no pueda comunicarme con los demás y sólo pierda peso, creo que mi vida habrá terminado". Aunque no ha planificado su muerte en detalle, sabe lo que quiere: "Lo dispondré todo con mi médico, le pediré que venga a mi casa. Supongo que me dará una inyección. Estaré rodeada por las personas que amo. Todos estarán aquí".
Y, con serenidad, concluye: ųSerá un momento muy hermoso, a pesar de que todo es tan difícil.