La Jornada martes 12 de octubre de 1999

Alberto Aziz Nassif
Poder ciudadano

CON EL LEMA "EL PODER ES LA GENTE" --que podría parafrasear la canción de John Lennon, "Power to the People"-- un conjunto de organizaciones civiles ha desarrollado un esfuerzo para generar una agenda de la sociedad civil de frente al año 2000 y a la próxima sucesión presidencial.

El hecho es importante por varias razones: se trata de una acción de cientos de organizaciones que forman parte de una amplia red social en todo el país; es la primera vez que ocurre de esta forma; y es una expresión del nivel de organización de amplias franjas de la sociedad.

1. Hay al menos dos elementos para enmarcar este esfuerzo. El primero es que estos grupos forman parte de la sociedad actual como la caracterizó Manuel Castells, es decir, se trata de la emergencia de una sociedad red, que es la estructura social dominante en esta era de la información; y la otra, es la orientación de estas organizaciones sociales emparentadas con los nuevos movimientos sociales que, en palabras de Riechmann y Fernández, tienen una orientación emancipatoria; se ubican entre la búsqueda del poder y el perfil cultural; establecen una crítica al productivismo y a la sociedad patriarcal; cuentan con una integración plural y diferenciada; su universo se mueve en el "pensar globalmente y actuar localmente"; poseen estructuras sociales tipo red, descentralizadas y antijerárquicas.

2. Algunos antecedentes de este esfuerzo para plantear una agenda se pueden encontrar en el documento denominado 20 Compromisos por la Democracia de 1994. El esfuerzo de ahora es más amplio y complejo, se mueve en un número mayor de problemáticas y plantea prácticamente un proyecto de país orientado a ciudadanizar la vida pública. Las propuestas más agregadas son por una nueva estrategia económica que tenga como ingredientes la reactivación del mercado interno, un replanteamiento de la integración del país al mercado mundial, una reforma fiscal y financiera, y un alto a las privatizaciones sin amplios consensos sociales; una política de reactivación para el campo; el reconocimiento pleno de los derechos indígenas; una reforma democrática del Estado (separación de poderes, sistema de impartición de justicia, derechos humanos, derecho a la información, modificación al régimen de concesiones en medios masivos); ampliación de las formas de participación ciudadana y de derechos sociales, económicos y culturales; pluralidad, tolerancia y equidad entre los géneros. Para ubicarnos en la globalidad, con esta agenda ciudadana no se pide nada que en cualquier país democrático no sea ya una práctica institucional.

3. El ciudadano se encuentra generalmente en una posición muy débil frente al gobierno, porque no tiene instrumentos eficaces para que le rindan cuentas y para vigilar al vigilante. Los momentos electorales son los instrumentos verticales para evaluar y sancionar a los gobiernos; pero hacen falta mecanismos horizontales, nuevas instituciones autónomas e independientes, como el Instituto Federal Electoral, pero en otros campos, como la rendición de cuentas, la generación de información, el acceso a los medios masivos, la definición de políticas públicas. No sólo es importante el hecho de votar, sino ampliar los espacios sobre los que se puede votar, vigilar, exigir cuentas, como señaló Bobbio. Se trata, según dice Przeworski, de encontrar nuevos equilibrios institucionales en donde los gobiernos tengan más poder, pero al mismo tiempo, que los ciudadanos puedan controlar de forma más eficiente a sus gobernantes.

4. "El poder es la gente" puede ser un lema más, si este esfuerzo no logra alcanzar suficiente fuerza para establecer compromisos de reforma con los actores que toman decisiones. Por lo pronto, se puede considerar que lo importante es generar un consenso lo más amplio posible, en torno a las reformas que hacen falta para que este país pueda tener un sistema democrático consolidado y durable y tenga una economía menos excluyente. Un primer objetivo es que estos planteamientos se conozcan de manera generalizada para que alimenten el debate público; y que formen parte de la discusión política, que se dará con la campañas electorales de los próximos meses, como una forma de cambiarle un poco el tono a la guerra sucia que vendrá ineludiblemente.

Esta agenda ciudadana es un programa mínimo de cambios necesarios en México para recuperar la estabilidad que haga previsible el futuro inmediato. Es, a fin de cuentas, un llamado para construir la civilidad democrática e incluyente que necesita el país del siglo XXI. *