Ť No se reconocerá a líderes ni organizaciones de damnificados, insiste


Recomienda Zedillo que la ayuda externa se canalice a la Cruz Roja

Ť En Alamo, Veracruz, de nuevo pide paciencia y reitera que se recuperarán bienes materiales

Rosa Elvira Vargas, enviada, Alamo, Ver., 12 de octubre Ť Las aves de rapiña oscurecen aún más el cielo de Alamo. Abajo todo se pudre. El agua llegó con tal fuerza que todo se perdió. Todo. La gente deambula entre la pestilencia del agua encharcada que corrompe los animales muertos, que hace un amasijo de muebles y enseres revueltos, destrozados, inservibles. La contaminación, la peste de descomposición, de drenajes rotos, de encharcamiento y lodazal hacen temer que en cualquier momento surja una epidemia. Y llueve.

Finaliza aquí otra gira del presidente Ernesto Zedillo para revisar el estado de los pueblos costeños y del norte de Veracruz. Espacio el de hoy que usó para insistir en la necesidad de tener paciencia, de ofrecer que todo lo material se recuperará, de admitir que en la entidad aún quedan 300 comunidades aisladas, pero también para reconsiderar posiciones recientes:

"El gobierno mexicano ųdice a ABC News, cadena de televisión estadunidenseų no está pidiendo ayuda al exterior. Sin embargo, sabemos que hay algunas organizaciones que quieren aportarla, y lo que nosotros recomendamos es que la dirijan a la Cruz Roja Mexicana, y será bienvenida. Ellos están capacitados para recibir cualquier ayuda; por nosotros no hay problema. Insisto en que en estos momentos la ayuda internacional no sería útil; hay que resaltar que en la emergencia que acabamos de vivir el problema es que la comunicación ha sido interrumpida; tenemos suministros, pero por razones de clima los helicópteros no pueden volar y los caminos están cortados".

Nautla, Tecolutla, Casitas y Alamo, en total desamparo

Ciertamente en Nautla, Tecolutla, Casitas y Alamo no se reportan muertes por las tormentas. Por las lluvias, sin embargo, las poblaciones quedaron en total desamparo. Ruegan todavía sus habitantes por que se avise a sus familiares que están vivos y que no se preocupen por ellos. Y en los sitios de la costa, hombres y mujeres se reagrupan para limpiar y reconstruir la infraestructura de lo que desde hace mucho es casi su única fuente de ingresos: el turismo.

"No tenemos trabajo", le expresan a Zedillo apenas llega al primer albergue. "Abra empleos, Presidente", insisten. Y es que las aguas se llevaron las palapas y los restaurantes de la playa; en Tecolutla al menos seis hoteles se cayeron, y en Casitas los que se mantienen en pie operan como albergues. La actividad pesquera está diezmada y las siembras siguen bajo el agua.

Los destrozos de la carretera costera en Casitas son impresionantes. Grandes tramos de la carpeta asfáltica fueron rotos por la fuerza de los afluentes, que buscaron sus cauces naturales y evidenciaron la fragilidad de cualquier obra humana que intente desafiar "la memoria de los ríos", como definiría la secretaria de Medio Ambiente, Julia Carabias. Ella misma expuso que la gran destrucción del norte veracruzano está sobre todo en las cuencas de los ríos Tuxpan-Pantepec, Cazones, Tecolutla y Bobos-Nautla.

Expresó entonces que "los desastres naturales no tienen por qué desquiciar a los países", pero concluyó rotunda que si bien la precipitación pluvial de principios de mes fue excepcional ųy que se explica por el cambio climático globalų también es cierto que sus graves consecuencias se deben a la deforestación de las ciénagas, a la desaparición de manglares, a los asentamientos humanos que le ganaron terreno a los afluentes y a la expansión de la ganadería en zonas no aptas.

Pero hoy todo transcurre de nuevo, ante la mirada perdida del gobernador, Miguel Alemán Velasco, enmudecido, literalmente paralizado y sin capacidad para reaccionar o al menos tener a la mano la elemental información sobre el nombre de tal o cual río, de los alcaldes de los municipios dañados y hasta de los propios funcionarios de su gobierno. El, personaje nacido en mullida cuna, no abandona su reloj Bulgari ni sus zapatos Church para seguir el paso presidencial, y cuando una damnificada le pregunta en Alamo cuánto tiempo más deberán permanecer en los albergues, vacilante responde: "Siete días, señora", y luego: "Quizá 30".

Zedillo regresó hoy también a convicciones que le vienen de otras temporadas de catástrofes naturales. No se reconocerán líderes ni organizaciones, estableció. Nadie hará o continuará su carrera política a costa del desastre. "Cada familia se representa por sí misma, es importante por sí misma y tiene que ser atendida en lo individual por el gobierno. A cada familia una respuesta; ese es mi compromiso".

En Tecolutla, los afluentes del río del mismo nombre, al retomar su cauce natural, provocaron tal destrucción que hoy la ciudad tiene cuatro islotes dentro de su propio espacio urbano y mucha gente permanece incomunicada. Por el temporal, cinco brazos de agua atraviesan la ciudad. Cien casas se perdieron y la gente pide pilotaje para el río, desazolvarlo.

Luego de caminar por el centro de la ciudad, el Presidente llegó hasta uno de esos brazos de agua que van hasta el mar. Revisó la dimensión del daño y, ante los llamados de la gente que quedó del otro lado, cruzó a bordo de una pequeña lancha. Ya ahí, arreciaron las quejas, las peticiones de ayuda. También subieron de tono los reclamos para deponer al alcalde Salvador Ramírez, quien resiente la repulsa de la población, pues dicen que hasta hoy, con la visita presidencial, volvieron a verlo por aquí. El, por su parte, asegura que se quedó en Casitas porque ya no pudo trasladarse a la cabecera municipal al caer las tormentas y romperse las carreteras.

Zedillo entonces trató de tranquilizar a la gente. Explicó que, cuando se dan desastres como éste, los recursos municipales y los del propio gobierno estatal son insuficientes y hay que recurrir a los fondos de la Federación. Las cosas no se van a arreglar con buena voluntad, añadió, y ese dinero tiene que salir del presupuesto, de partidas que se iban a utilizar en otras cosas.

Enseguida, y para que seguramente llegara hasta oídos muy identificados por él, agregó que algunas personas le han preguntado por qué no ha ido a otros lados donde también llovió muchísimo. El asunto, precisó entonces, es que el gobierno ha enfocado su atención a los lugares donde la situación es de vida o muerte. "Si no hubiéramos llegado aquí, o a otros sitios de Puebla o de Veracruz, hubiese habido más muerte o proliferado las enfermedades. Por eso primero vamos a atender a estos lugares".

Hay muchos problemas, insistió, y, vehemente, pidió: "No nos dividamos ni tampoco nos disgustemos ni nos peleemos, porque este asunto se resuelve sólo con unidad. A veces la ayuda no puede llegar como uno quisiera. Mi frustración es que hay muchos pueblos de la sierra a los cuales no se ha podido llegar; los helicópteros ya están listos pero no pueden salir".

Insistió: "Tengan paciencia; no los vamos a dejar solos. La situación ha sido muy grave, no necesito yo decirlo, ustedes lo han vivido, lo han sufrido, y debo ser franco: ustedes van a seguir sufriendo en buena medida durante los próximos días".

Ofreció que Tecolutla recuperará su esplendor turístico, y prometió que él mismo pasará aquí algún día de sus vacaciones de diciembre. Mientras lo decía, los ojos de muchas mujeres reunidas en el zócalo se llenaban de lágrimas. Aquí, y en muchos lugares, no hay dónde, con qué y de qué vivir.

Sin comida ni medicamentos; proliferan las enfermedades

Tecolutla y Nautla son lugares a los que las tormentas dejaron durante varios días en el aislamiento total. Hoy se adaptan como pueden a su situación de casi total destrucción en su infraestructura urbana. Incluso, en los primeros días, lograron su único alimento fue la pesca ųsierras, chucumites, mojarras, lisa y demásų que salían a buscar los hombres del pueblo.

Pero en los dos poblados, lo mismo que en Casitas, pasado lo peor de la tormenta, se enfrentan otras calamidades. No está resuelto el problema de abasto, las escuelas no funcionan, las enfermedades respiratorias, por micosis y gastrointestinales son frecuentes y no termina aún la amenaza de que surjan epidemias.

Además, las redes de agua potable están rotas (y en algunos lugares, como Nautla, hace mucho ya no servían); apenas se trabaja en restablecer la energía eléctrica. Ni soñar en tener pronto servicio telefónico. Hoy se recibe la promesa de las autoridades de comunicaciones de tener restablecidos los pasos para el próximo fin de semana.

La gente sigue desesperada. Muchas mujeres rompen en llanto apenas se acercan al Presidente. Piden ayuda. No estar en su casa las afecta y entristece. Siguen llegando reportes de comunidades lejanas de las que no se tiene noticia, aunque poco a poco se empieza a saber ya de algunas, como Coronado, de la que desde el primer día que iniciaron los recorridos se temía lo peor. Y se confirmaron, pues un reporte rendido al secretario de la Defensa, Enrique Cervantes Aguirre, indica que en el lugar hubo 17 muertos y hay todavía cinco desaparecidos.

Pero es en Alamo donde el drama resulta inenarrable. Sin salida al mar, en las 40 colonias afectadas sus 50 mil habitantes caminan expuestos a infecciones, a que su pobreza los haga presas de aún peores calamidades. No tienen calzado y apenas ropas. Insisten en limpiar casas a todas luces ya totalmente perdidas y en buscar entre los montones de escombro algo que quizá pueda serles útil.

En el colmo de las ironías, en el albergue visitado aquí por Zedillo, un hombre se acercó para pedirle se construya una escuela muy grande en su colonia, "así, Presidente, podríamos usarla como albergue cuando vengan más situaciones como ésta".

Veracruz suma ya más de cien muertos. Y de muchas partes de la sierra aún no hay noticias.