n Mesa redonda acerca del libro Para una historia cultural
Enjuiciar a los investigadores marxistas sería una revancha y un error, considera Sirinelli
n Rafael Tovar: con la biología y la genética comenzamos a encontrar respuestas a lo universal
n El fracaso del ''gran ensayo social'' fue del marxismo-leninismo, sostiene Enrique Semo
Arturo Jiménez n En Europa existe una especie de tentación de los historiadores culturales de realizar una revancha contra los historiadores marxistas, así como de separar la historia cultural de la social, advirtió el investigador francés Jean-Francois Sirinelli.
''Pero esto sería un error, pues sabemos que la historia se encarna en grupos humanos. Una historia cultural separada de lo social se mutilaría", dijo durante la mesa redonda La importancia de la cultura, donde además comentaron su libro Para una historia cultural (Taurus).
En el Museo Nacional de Arte también estuvieron Enrique Semo, Antonio Saborit, Teresa del Conde y Rafael Tovar, quien mencionó su inquietud porque no encontró en este libro sobre historia cultural, por definición antropocéntrica, una explicación del universo y de nosotros mismos.
''Es mediante la inteligencia, del propio desarrollo intelectual, como se puede llegar a conocer cuál es el origen de todo. En este momento empezamos a encontrar respuestas a lo universal, a que si no entendemos lo que es la biología, la genética que nos compone, difícilmente podremos tener una visión del hombre, de su comportamiento social y, en consecuencia, de su desarrollo y de su obra cultural."
El calibre de Marx y Freud
Enrique Semo, como respuesta a una intervención de Sirinelli, indicó que el pensamiento marxista como corriente dominante en universidades mexicanas y europeas ha sufrido un colapso debido al ''gran ensayo" social en su nombre, el cual se llevó de paso visiones humanistas que no tenían nada que ver con esa práctica en varios países.
Luego de recordar que los primeros libros sobre historia cultural fueron escritos por marxistas, Semo señaló que la ''bancarrota" fue del marxismo-leninismo, que siempre estuvo cuestionado por un marxismo más abierto. Por eso dijo: ''No quisiera ver en el auge de la historia cultural una respuesta al marxismo sino una continuidad".
Sirinelli aclaró que él no avalaba esta última afirmación y que más bien quiso poner énfasis en la historia ideológica reciente del reflujo del marxismo en las ciencias sociales en Europa. Sin embargo, consideró que aunque muchos historiadores marxistas abordaron la historia cultural, éste no era su interés central.
Del Conde comentó que Marx y el marxismo llegaron para quedarse hasta que venga un pensamiento de ese calibre que lo sustituya, lo mismo con las teorías freudianas. Tovar acotó: llegaron para quedarse en la historia de las ideas, pero ya no son vigentes. Y el presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes puso como ejemplos los planteamientos de Platón y Aristóteles.
''A eso me refiero", dijo Del Conde, aunque señaló la validez de los planteamientos de filósofos mexicanos marxistas como Adolfo Sánchez Vázquez, para quien muchas de esas ideas aún tienen aplicabilidad.
Acerca de la historia cultural, Semo indicó que es una disciplina que durante este siglo se ha transformado de un campo menor, ''sospechoso de charlatanería", a un enfoque más influyente de la historia en los últimos 20 años.
Mencionó a Daniel Roche, uno de los varios ensayistas de este volumen, para quien conceptos como mentalidad, historia del libro, historia de las culturas, historia de la empresa, cultura culta y cultura popular, se han vuelto parte del lenguaje común. ''Y agregaría otros, como historia de los géneros o de la vida cotidiana, que tienen sus raíces en la historia cultural".
Dijo que este libro es una síntesis breve, rica y brillante de los logros alcanzados en la superación de problemas como la indefinición de las ideas en su carácter de agente histórico, la evidente distancia que separa a las manifestaciones estéticas y humanísticas del resto de las experiencias humanas, las profundas contradicciones entre cultura popular y cultura culterana, y los límites que impone al estudio comparativo que por esencia es tan diverso como la cultura.
Saborit consideró que la historia cultural es el género de la historia que ofrece la mayor esperanza o la máxima apuesta intelectual, por encima de la historia económica o de la política, y agregó que la primera ha devuelto densidad a los asuntos del pasado, ''y al hacer esto lo llena de futuro".
Recordó que instituciones culturales mexicanas figuran dentro de la vanguardia de la historia cultural y puso el ejemplo de los institutos nacionales de Bellas Artes y de Antropología e Historia, pues este último hace algunas décadas promovió con énfasis el desarrollo de la historia de las mentalidades, ''que en cierto modo hace frontera o es parte de la historia cultural".