n CRONICAS DEL MEDIO OESTE EN EU
El corazón de la tierra estadunidense
Jim Cason y David Brooks, enviados, Omaha, Nebraska n Maíz, bombas nucleares, historias del socialismo, rastros de res y puerco, recuerdos de las batallas imperiales de Washington contra los primeros habitantes del país, más maíz y soya, cielo y tierra que compiten para llegar primero a la infinidad, maíz y trigo, los granjeros más productivos del mundo en bancarrota, suicidios rurales, inmigrantes de Bohemia, de México, de Laos, llegando después de los escandinavos, y de vez en cuando un búfalo: este es el "corazón de la tierra americana", el heartland.
Detrás de lo que a primera vista son paraísos agrarios y ciudades renovadas, detrás de los malls comerciales, de los hoteles y las gasolineras, de la casa del segundo hombre más rico de este país (el especulador Warren Buffet, quien vive en esta ciudad) hay una historia de sangre indígena, de luchas populares, de alianzas sin precedente entre granjeros y obreros, de una revoltura de inmigrantes de Europa, de Asia y de América Latina que, día con día, generan una enorme riqueza con manos y caras invisibles.
En esta ciudad estamos en el centro de dos posibles explosiones: la del fin del mundo y la de un debate nacional sobre la inmigración entre México y Estados Unidos. A unos cuantos kilómetros de aquí está la sede del Comando Aéreo Estratégico, centro de operaciones de la guerra fría encargado de coordinar los vuelos constantes -las 24 horas- de bombarderos armados con la bomba nuclear. Esto cesó hace cinco años, pero hasta ese momento, esta ciudad era uno de los principales blancos de las armas nucleares rusas. Aún hoy, se nos informa, hay numerosos misiles nucleares intercontinentales activos, escondidos bajo colinas y campos de trigo y maíz. Incluso hay un museo sobre la guerra fría con todo y una sección "interactiva" para niños.
Pero aquí también comienza un debate sobre la inmigración que amenaza con convertirse en nacional. Las enormes procesadoras de carne -rastros y empacadoras- en Nebraska y Iowa son objeto del programa de expulsión interior de trabajadores indocumentados, la mayoría mexicanos, más ambicioso del gobierno estadunidense. Pero las grandes empresas de esta rama, los ganaderos, y hasta los políticos republicanos de esos estados se están oponiendo, causando un debate sobre la necesidad de la mano de obra de los inmigrantes y la política antinmigrante promovida desde Washington.
Esta zona del centro estadunidense, conocida también como el medio-oeste, es el centro de la riqueza agroindustrial del país, aquí se produce demasiado de todo. Trigo, maíz, soya, carnes de res y de puerco, leche y quesos, son producidos a tal nivel que casi siempre hay excedente. Viajando por partes de Nebraska, Iowa y Dakota del Sur (así como en los estados vecinos de Minnesotta y Kansas), lo más notable es la infinidad de enormes granjas y ranchos con casas bien cuidadas, tractores y equipo de agricultura de último modelo. Pero la prosperidad que uno se imagina con el ojo esconde la mayor crisis granjera de la historia estadunidense. Nadie gana lo suficiente para pagar sus costos de producción. "Estos productos son materia prima y, como toda la materia prima en el mundo -petróleo mexicano, cobre chileno, o maíz estadunidense-, tiene su precio mundial deprimido... como estrategia de las empresas transnacionales", explica John Hansen, presidente de la Unión de Granjeros de Nebraska.
Por aquí también existen otros países -naciones "soberanas"-. Las reservaciones indígenas, lo que queda después del despojo sin piedad de los invasores que llegaban con órdenes llenas de mentiras y traición de sus jefes en Washington, son "naciones" de una multitud de antiguos pueblos. Algunos sobreviven, otros no. Pero en Dakota del Sur está la reservación Pine Ridge del pueblo Lakota -guerreros indígenas que derrotaron al naciente imperio estadunidense en la batalla contra el general Custer, y un pueblo que nunca se rindió, aunque se encuentra aplastado bajo un siglo de represión realizada con balas y dólares que garantizan su permanencia el lugar más pobre de todo el país- y aun así no han abandonado sus danzas de resistencia y dignidad.
El corazón de la tierra americana muestra una cara que no podría ser más estereotípica de gringolandia. Pero por debajo, estas tierras están llenas de historias tan antiguas como la de cuando los Lakota bajaron de las estrellas para vivir con el búfalo, y tan recientes como el fin de la guerra fría. Aquí, como en casi todas partes de este país, se encuentran pedazos de la historia mundial. Desde los escandinavos que llegaron para cultivar estas tierras, junto con los mexicanos, checoslovacos y otros que lo hicieron para construir el ferrocarril para transportar los granos a los mercados urbanos, a los refugiados de guerras intervencionistas como los propios indígenas, junto con los refugiados de Vietnam, Laos, Camboya, y ahora con kosovenses que trabajan en esta zona junto a hijos de vikingos, y con los miles de mexicanos y centroamericanos que producen el american beef.
Corazón de esta tierra estadunidense, que late de tantas maneras, idiomas, y ritmos, dando vida a este país con un costo cada día más alto, de granjeros enfrentando el fin del mundo, con indígenas que ya pasaron por ahí, con cohetes nucleares amenazando al resto del mundo, con inmigrantes que todos los días rescatan a este país.
Llegan desde Michoacán, Sinaloa,
Oaxaca, Durango, Zacatecas...
Aquí, en el mero centro de Estados Unidos, de donde nace el estereotipo del "americano" -hombres y mujeres güeros de grandes dimensiones físicas, donde el futbol americano, la Biblia, el maíz, el trigo y el steak son símbolos patrióticos- aquí, y cada vez menos escondida, aparece una gran comunidad mexicana.
Llegan desde Michoacán, Sinaloa, Oaxaca, Durango, Zacatecas, Jalisco, Guanajuato, Nayarit, Coahuila y Chihuahua.... El famoso steak americano de esta región es producto de la mano de obra preferida en la gran industria de procesamiento y empaque de carnes, vital para el estado de Nebraska y el vecino Iowa. Calculan que hay más de 100 mil mexicanos en Nebraska, y decenas de miles en Iowa. La comunidad está dispersa en pueblitos donde están los rastros y plantas de procesamiento de carnes en esos dos estados.
"Muchos de estos inmigrantes mexicanos son sólo granjeros destruidos, como nosotros, que llegan aquí para trabajar en las plantas de carnes de las mismas empresas que promueven las políticas económicas que los destruyeron en México", opina John Hansen, presidente de la Unión de Granjeros de Nebraska. "Las poblaciones rurales son las más afectadas y marginadas aquí y allá", concluye.
Históricamente, esta parte del país fue construida por inmigrantes. Documentos de bautismo en la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe registran la presencia de mexicanos aquí en 1918 para ayudar en la construcción del ferrocarril y cosechar betabel de azúcar. Vivieron junto con checoslovacos, bohemios y escandinavos. Al desplomarse la tasa de desempleo en esta zona, se han ampliado los esfuerzos de reclutamiento y algunas de estas empresas publican anuncios de empleo en periódicos en México y pagan a contratistas en lugares como Fresnillo y Ciudad Juárez por cada empleado que recluten y envíen por autobús a Nebraska.
Mexicanos y latinos conforman más de 55 por ciento de la mano de obra en la industria de procesamiento de carnes en este estado, y los empresarios hablan abiertamente de su preferencia de mexicanos como sus empleados. "Trabajan duro y no se quejan", dice un hombre de negocios. En ciertas plantas en Omaha se ofrecen bonos de hasta 4 mil dólares para capataces y supervisores que hablen español. Claro, hacen uno de los trabajos más peligrosos de Estados Unidos: según US News&World Report, 36 por ciento de quienes se ocupan en esta industria resultan heridos cada año, la tasa más alta a escala nacional. "No se quejan" en gran medida, señalan críticos, porque son una fuerza de trabajo indocumentada o vulnerable, ya que el sindicato de este sector ha sido derrotado durante los últimos 20 años.
La parte sur de esta ciudad, conocida como "South Omaha", ha sido desde siempre el lugar adonde llegan los inmigrantes a esta zona del país. Inicialmente fue una colonia de alemanes, checoslovacos, bohemios, polacos. Ahora es evidente el país de origen de la última ola de inmigrantes con paleterías La Michoacana, los carritos con campanas y restaurantes que venden taquitos, sopas, tortas y tamales frente a las iglesias.
Pero es una comunidad visiblemente invisible. "No tenemos voz en este mundo", comenta a La Jornada un duranguense que ha trabajado los últimos 30 años en las plantas de procesamiento de carnes. Es una queja que se repite. No hay organizaciones sociales que representen y defiendan a estos inmigrantes, ni sindicatos, ni asociaciones, ni el gobierno mexicano, afirman. "Los sindicatos son notables por su ausencia", critica la profesora Lourdes Gouviea, experta en asuntos migratorios y socióloga en la Universidad de Nebraska.
Lo mismo es aplicable en torno al gobierno mexicano, se quejan varios. "Llegan una vez cada tres meses para cobrar por sus servicios de expedición de documentos", dice a su vez el duranguense. Pero aquí "no hay presencia del consulado para protegernos". De hecho, en esta zona no hay ese tipo de auxilio diplomático. Para los mexicanos residentes en Nebraska, la oficina que les corresponde está a cientos de kilómetros, en Denver, Colorado. Para los de Iowa, el consulado encargado es el de Chicago.
La Iglesia católica es, al parecer, el único lugar en donde se toman en cuenta la presencia, las preocupaciones y los problemas de los mexicanos. En la iglesia Nuestra Señora de Guadalupe se han incrementado las misas en español, de una a cuatro cada domingo. Por primera vez llegó aquí hace ocho meses un cura mexicano enviado a solicitud de la diócesis de Torreón para apoyar el trabajo de la creciente población mexicana.
El padre Gonzalo Ojeda explica que vino a trabajar con los aproximadamente 30 mil mexicanos en esta zona de Omaha. "Aquí hay muchos abusos, mucha gente llega con poca educación y el siempre difícil obstáculo de no manejar el idioma. El americano siempre ve al mexicano de una forma despectiva", comenta en entrevista con La Jornada. "La gente viene a trabajar, sólo busca un techo y un trabajo dignos", pero encuentra una serie de abusos y también es víctima de las políticas antinmigrantes, señala.
Sin embargo, la gente se está organizando. Una agrupación social con base en decenas de iglesias tiene entre sus prioridades una campaña para asegurar que las oficinas del SIN locales ofrezcan mejor servicio a los inmigrantes; hay reuniones para promover la educación bilingüe en las escuelas públicas; encuentros en Iowa entre organizaciones comunitarias, religiosas y de apoyo legal para buscar cómo defender los intereses de los nuevos inmigrantes. Y, como lo señala el líder hispano Virgil Armendáriz, cuyos abuelos llegaron aquí desde Michoacán, la nueva ola de inmigrantes está rescatando la cultura y el idioma de los descendientes de los primeros mexicanos que llegaron a esta zona.
Lo nuevo del SIN: Operación Vanguardia
Omaha, Nebraska n La aplicación de las leyes de inmigración en esta parte del país ha dependido de la estrategia de redadas en las compañías como un reciente operativo en la planta Monfort en Grand Island, Nebraska, donde unos 400 trabajadores fueron deportados. Pero, históricamente, esto ha tenido un éxito muy limitado, ya que la principal industria de esta región -procesamiento y empaque de carnes- depende cada día más de la mano de obra inmigrante.
En el ejemplo de la planta Monfort, como en tantos otros, en unos cuantos días esos mismos trabajadores deportados encontraron la forma de regresar. "Uno puede determinar qué tan rápido vuelven desde México, cuando ellos mismos retiran sus autos del estacionamiento de la planta, donde fueron detenidos", comentó el padre Damián Zueriem, cura de la principal iglesia católica para los mexicanos en esta ciudad.
La nueva estrategia
Aquí, el SIN decidió intentar algo nuevo: la Operación Vanguardia. Bajo el nuevo programa, el SIN pidió revisar todos los documentos de los empleados en más de 40 empresas de procesamiento de carne que operan en este estado y constatarlos con las fichas de cada uno -número de seguro social y credenciales de trabajo- en Washington. El SIN después se reunió con representantes de las compañías y envió cartas a los trabajadores en cuyos documentos se detectó alguna irregularidad. La carta informaba de esto y citaba a una entrevista con dicho departamento al trabajador, en las mismas plantas.
"Lo que encontramos fue que cerca de 75 por ciento de los trabajadores que contactamos se autocesaron o no acudieron a las entrevis- tas", explicó Michael Went, director en funciones del SIN. De más de 4 mil jornaleros con problemas en su documentación, 3 mil se retiraron de sus empleos cuando recibieron las cartas del SIN. La mayoría de los casi mil que sí se presentaron a la entrevista sólo tenían errores en su documentación o habían cambiado de nombre. Treinta y cuatro fueron detenidos en estas entrevistas y deportados. Para el SIN esta nueva estrategia es efectiva y poco peligrosa, además de que requiere de menos personal y responde favorablemente a protestas de grupos cívicos que critican el aspecto "inhumano" de redadas sorpresivas, detenciones y deportaciones sin aviso previo, señala el SIN.
"El mensaje es: si es indocumentado, no venga a Nebraska", enfatizó Went. La intención, afirmó, es ampliar Vanguardia a toda la región del medio oeste del país. "Lo que esperamos es que si este programa piloto funciona, se hará nacional", afirmó el director del SIN aquí.
"Aterrorizar", la fórmula
Críticos como el abogado Milo Mumgaard del Centro Appleseed -organización de apoyo comunitario- argumentan que Vanguardia no ha tenido éxito en deportar a indocumentados, y sólo ha hecho más subterránea a la comunidad inmigrante, lo que incrementa la falta de protección. Además, enriquece a los fabricantes de documentos falsos.
Esto es precisamente lo que preocupa a varios líderes sociales. "Aterroriza a los trabajadores, porque son citados y temen ser convertidos en víctimas sólo por ser inmigrantes", sostuvo Greg Denier, asistente del secretario general del Sindicato Unido de Trabajadores de Alimentos y Comerciales (UFCW, por sus siglas en inglés), en entrevista con La Jornada. Los sindicatos, que han sido casi destruidos por una ofensiva empresarial en la industria de la carne durante los últimos 20 años, creen que Vanguardia ayudará a las empresas a mantener vulnerables a sus trabajadores.
"Este es un problema en todo el sector, los empresarios inducen a los inmigrantes ocuparse en la industria de procesamiento de carne y pollo, tanto documentados como indocumentados", agrega Denier. "Es una estrategia diseñada para mantener salarios bajos y condiciones laborales horribles". Señala que es mucho menos probable que un indocumentado se atreva a quejarse, o a denunciar condiciones inseguras de trabajo. "Lo que la empresa consigue es, básicamente, un sitio de trabajo no regulado en donde el tra- bajador es fácilmente explotado", dijo Denier.
Aunque el SIN advierte que regresará a revisar los documentos, los líderes comunitarios dicen que con o sin documentos, los inmigrantes mexicanos continuarán trabajando.
"Muchos simplemente ven esto como parte del costo de vivir aquí", explica el padre Damian. "Los trabajadores nos dijeron que no nos preocupáramos, ya que siempre hay una forma, y así es, muchos han encontrado el modo de evitar las consecuencias de la estrategia. Algunos podrían tener que pagar un poco más para obtener documentos (falsos), pero siguen trabajando".
No obstante, los observadores señalan que el programa del SIN, por lo menos en un principio, tendrá como efecto hacer aún más vulnerable a la comunidad indocumentada. "La Operación Vanguardia establecerá las bases para violaciones serias y múltiples de los derechos civiles de los empleados", afirma la profesora Lourdes Gouveia, de la Universidad de Nebraska, quien rechaza argumentos de que este programa elevará salarios y mejorará las condiciones de trabajo.
"La Operación Vanguardia parece más un intento de 'limpieza étnica' en zonas donde las ansiedades antinmigrantes se están intensificando, que un esfuerzo convincente para abordar problemas serios de la fuente de trabajo", comenta Gouveia a La Jornada.