MIGUEL ANGEL VELASCO representa en la izquierda mexicana la alegría de vivir. Activo, responsable y generoso como pocos sabe ganarse a la agente que le rodea, lo mismo en la cárcel que en las actividades clandestinas de ciertas épocas. Era un placer oírle contar sus historias de militante viejo, dibujando con unas cuentas frases retratos certeros de sus solemnes contemporáneos. En distintas ocasiones dejó testimonios escritos y orales de su vida, pero también una extensa colección de ensayos sobre la situación nacional que resumen su pensamiento.
Hacia 1919, Miguel es un adolescente atrapado por la marea de la revolución. Ese año, se funda en Jalapa la Unión Gremial de Panaderos y Miguel es electo secretario de actas, que fue su primer puesto sindical. Se le ve aparecer organizando a las ``desmanchadoras'' del café en Córdoba o como guerrillero de las huestes de Ursulo Galván. Más tarde, Velasco es testigo de la huelga inquilinaria que capitanea en Veracruz Herón Proal, ``una especie de santón'' con apariencia de iluminado que fascinaba a sus seguidores en el barrio de la Huaca. La distribución ilegal de El Machete en Jalapa le permite establecer vínculos con las Ligas de Comunidades Agrarias pero sobre todo con los militantes comunistas que las dirigen. La lectura del periódico lo lleva ``a distinguir la diferencia entre el socialismo y el anarquismo'' y, finalmente, y a afiliarse al Partido Comunista Mexicano. Pronto, el Ratón destaca por su capacidad política y propagandística, la generosidad de carácter y el humor.
¿Dije humor? Bastaba oírle contar la vida cotidiana en Nueva Italia entre los peones que esperan las tierras o las dramáticas experiencias de un panadero revolucionario en las Islas Marías, adonde fue a dar, un año oscuro de la represión, en una cuerda de prisioneros políticos junto con Pepe Revueltas y otros comunistas jóvenes.
Ya como dirigente partidista, conoce en Moscú al mítico Dimitrov (que siempre fue uno de los grandes personajes para Velasco); a la Pasionaria, al bolchevique Manuilsky. En 35, participa en el VII Congreso de la Internacional Comunista, al que también asisten (aunque como ``visitantes'') Vicente Lombardo Toledano, Víctor Manuel Villaseñor y Alejandro Carrillo. En encuentro tendrá consecuencias para la política de los comunistas: ``Hernán Laborde, José Revueltas y yo -recuerda Miguel Angel-, los visitamos en el hotel donde ellos estaban, tuvimos una larga conversación en los días anteriores al Congreso de la IC. Con posterioridad, gracias a las discusiones sostenidas por los delegados mexicanos con los representantes de otros partidos, la posición sobre la situación mexicana comenzó a cambiar...''
La carta enviada por la delegación desde Moscú marca el comienzo del viraje comunista hacia el gobierno de Cárdenas. La delegación integrada por Laborde, Revueltas y Velasco, abandona la línea izquierdista adoptada por el PCM 1929 y pasa a la unjdad con Cárdenas. ``Todavía en ese momento, recuerda Velasco, estábamos fundamentalmente bajo el impacto de los casi cinco años de vida semiclandestina del partido comunista''... (pero) ``...lo que no advertíamos es que no todas las fuerzas que gobernaron al país, que se inscribían dentro de la corriente general que dio origen a la Constitución del 17 no era un bloque homogéneo...'' El cambio no había sido fruto de una reflexión asilada.
Velasco describe con exactitud las conversaciones con el bolchevique Manuilsky: ``Nos acosó a preguntas, preguntas, preguntas; y sus preguntas fueron el origen fundamental de nuestras rectificaciones. Las preguntas de Manuilsky eran mas o menos de esta índole: ``la cuestión agraria: el general Cárdenas ¿está repartiendo la tierra o habla de repartir la tierra?'', ``Está repartiendo la tierra''; bueno, dice Manuilsky, ``entonces a juicio de ustedes ¿es demagogia estar repartiendo la tierra?'', ``No bueno, eso no es demagogia'', y así sucesivamente.
Velasco tendrá una importante e histórica participación en el Congreso fundacional de la Confederación de Trabajadores de México. En esa ocasión, el maniobrero de última hora, impidió que ocupara el cargo de Secretario de Organización que quedo en poder de Fidel Velazquez, un hombre gris y mortecino. Qué ironía de la historia.