n CRONICAS DEL MEDIO OESTE EN EU

Sioux, larga historia de traiciones y despojos

Jim Cason y David Brooks, enviados, Reservación Indígena Pine Ridge, Dakota del Sur n Unos 2 mil indígenas Oglala Lakota tomaron las calles del pueblo Whiteclay en el norte de Nebraska este verano, en la frontera de su reservación Pine Ridge, para declarar que ese es territorio indígena robado y se enfrentaron a la policía. Este tipo de manifestación no había ocurrido desde los años setenta.

Encabezando la marcha de cuatro horas que llegó a Whiteclay desde la reservación en Dakota del Sur estaban Russell Means, Dennis Banks y Clyde Bellacourt, quienes fundaron el Movimiento Indígena Americano en los años setenta y que durante 71 días en 1973 enfrentaron a fuerzas federales en Wounded Knee, el conflicto armado más largo en Estados Unidos desde la Guerra Civil del siglo pasado.

Ese movimiento comenzó a raíz de una serie de homicidios racialmente motivados contra indígenas. Ahora, 27 años después, la protesta en las calles de Whiteclay fue por la muerte de dos indígenas de la reservación a principios de junio, aún no explicadas. "Estamos enfrentando a gente que considera aceptable matar a indígenas porque se cree impune", afirmó Means.

Pero este acto tiene que ver con una larga historia de represión, traiciones y robo de tierras. "Estamos aquí hoy para decirle a Nebraska...que esta es nuestra tierra", dijo Means, indígena Oglala. Recordó que bajo un tratado del siglo pasado, este territorio es de los indígenas.

El pueblo Lakota ofreció la mayor resistencia a la primera aventura imperial de Estados Unidos, la conquista de sus pueblos indígenas, y fue el más reprimido en consecuencia.

Un líder indígena rebelde de este pueblo, Leonard Peltier, es el prisionero político estadunidense más conocido en el mundo, por primera vez el búfalo ha regresado de la extinción para correr por estas tierras indígenas, algunos rescatan el conocimiento antiguo de las plantas medicinales, otros estudian cómo recuperar sus tierras.

Nada de esto debería de ser posible después de 150 años de represión social, política, cultural y económica del pueblo Lakota, también conocido como Sioux. Casi quedó destruido no sólo el conocimiento de cómo hacer las cosas, sino la voluntad humana. Pero los pequeños proyectos que surgen entre estos llanos y colinas, los intentos para recuperar la identidad y la autosuficiencia que fueron sistemáticamente destruidos por el gobierno y los empresarios blancos durante más de un siglo, son respuestas casi milagrosas. Todo apenas empieza de nuevo.

Primero que nada la tierra. Esta enorme reservación no pertenece a sus ocupantes, a pesar de la designación formal de este lugar como "reservación" indígena y "soberana". La tierra está llena de vacas y caballos bien nutridos. Pero esos animales son de rancheros blancos que rentan estas tierras para pastorear su ganado. Supuestamente es tierra de los indios, pero cada parcela se comparte entre decenas de familiares, y nadie tiene los recursos para explotarla, y menos para tener su propio ganado. No hay alternativa -y así lo mantiene el propio gobierno indígena- mas que rentar la tierra "soberana" a los hijos de los conquistadores.

La lucha por la tierra continúa. El estado de Dakota del Sur está intentando trasladar tierras indígenas a manos del Estado, violando de nuevo los tratados indígenas. Esto sigue el mismo patrón histórico que ha reducido el tamaño de las tierras indígenas del pueblo Lakota. "Todo lo que nos pasa hoy es resultado de una imposición, esa es nuestra historia", frente a los gobiernos de los estados y el federal, comenta Eileen Iron Cloud (Nube de Hierro), activista indígena Lakota. Recuerda que el gobierno estableció en 1898 que todo terreno en exceso de las necesidades de los indígenas se podría repartir a extranjeros, y el gobierno definía "exceso". La especulación con estas tierras, y la fragmentación de la propiedad ha provocado que hoy día sólo 300 rancheros controlen la mayoría de la tierra explotable.

"Cuando tenía seis años, todas nuestras familias eran autosuficientes", comenta Iron Cloud. Señala que los rancheros se juntaron para imponer requisitos y medidas que obligaron a que los indígenas no tuvieran más alternativa que rentar sus tierras y dejar de explotarlas para su propia superv foto-badlands ivencia. "La gente tenía estos terrenos de forma colectiva, a través de las familias extendidas", informa. Pero ahora, al manejarla como "propiedad privada", la tierra de cada familia no puede ser utilizada por nadie sin el consenso de todos los "propietarios" de la parcela. "Eramos un pueblo nómada, nunca aplicamos el concepto de propiedad de la tierra, hasta que establecieron las reservaciones".

Ahora, la tierra está en manos de rancheros, de empresas, con la bendición del gobierno tribal, mientras que el pueblo no sabe quién la controla. Pero los Iron Cloud y otros como ellos están investigando todo esto, elaborando mapas para identificar quién y cómo se controla este extenso territorio que la ley y los tratados dicen que es suyo, pero que la realidad no lo confirma. Estos son primeros pasos para promover proyectos alternativos de tenencia y uso de estas tierras, y de recuperar su uso para beneficio de uno de los pueblos más pobres del país.

Otros están tratando de restablecer los jardines de verduras que antes eran parte de la vida cotidiana aquí. Leola One Feather (Una Pluma) recuerda el maíz, el amaranto y todo lo que sostenía a los que "siempre hemos estado aquí". Insiste en que "debemos enseñar que tenemos todo los que necesitamos para cuidar nuestras tierras". Otra indígena dice: "estamos cansadas de esperar, vamos a hacer las cosas a nuestra manera y nunca jamás ceder nada".

Estas mujeres son artesanas, pero necesitan vehículos para llevar sus productos a las tiendas. Están recuperando el conocimiento de cómo plantar jardines, cazar y usar a los animales en las formas tradicionales, están defendiendo el idioma con la intención de educar a sus niños en todo esto. "Tenemos que rescatar la sabiduría, que los muertos regresen, que nos preparemos para retomar los Montes Negros (tierra que fue robada de los indios aquí) para cuidar a nuestros hijos", dice One Feather.

Mientras tanto, Leonard Peltier, uno de los dirigentes de la rebelión de 1973, está encarcelado y condenado a cadena perpetua por el supuesto homicidio de dos agentes del FBI, que lo buscaban en 1975 como resultado de la ocupación de Wounded Knee y para destruir un creciente movimiento indígena nacional, el Movimiento Del Indio Americano. Amnistía Internacional lo considera prisionero político. Dorothy Sun Bear (Oso de Sol) y One Feather apenas tienen con qué darle de comer a sus hijos. Sun Bear no pudo pagar la electricidad durante las últimas tres semanas y se encuentra sin corriente eléctrica. "Tenía que escoger entre luz o comida para los hijos", comenta. Pero la memoria de la rebelión no se queda en la nostalgia -se siente cada día.

Richard Sherman, indígena Lakota, habla del regreso del búfalo a estas tierras, de tres manadas de entre 500 y 600 animales. Esto representa una recuperación ecológica y cultural, después de que la especie fue casi desaparecida por los blancos. Otra clase de animales también regresan: guajolotes silvestres, venado. "La forma occidental es cuantificar todo, pero la forma indígena es entender la tierra, manejarla como parte de la vida".

Sherman también está recuperando el conocimiento de las plantas medicinales -la Echinacea, que ahora está de moda entre los blancos para luchar contra el malestar, es originaria de estas tierras, él es un cazador experto. Cuando cazaban de la forma tradicional, explica, "el curandero le daba las gracias al animal por haber dado su vida y le prometía que sería utilizado para buenos propósitos".

Ahora llegan muchos turistas que desean participar en los ritos de la cacería tradicional. Sherman cuenta que se encontró con una europea que rezaba ante una gran ave que se había encontrado. Le preguntó qué hacía, y le respondió que rezaba ante la águila sagrada que estaba enfrente. Sherman la tuvo que desilusionar al informarle que estaba ante un buitre-guajolote.

Otros proyectos que nacen aquí: diseñando casas de paja empacada entre concreto que aísla del clima sin igual en el frío; de promover el cultivo de canabis para fabricar telas y otros objetos (aunque la DEA amenaza que si insisten en esto, a pesar de la "soberanía", intervendrá para destruir el cultivo); y proyectos educativos.

Para promover la pequeña empresa existe el Fondo Lakota, cuya función es otorgar préstamos para impulsar microempresas así como proyectos productivos. La idea es alentar la autogestión y generar proyectos del sector privado. Hay, por ejemplo, un nuevo hotelito de lujo y un restaurante que cuenta con máquina de café expres y capuchino.

Con una tasa de desempleo superior a 80 por ciento, el secreto de la supervivencia, como en todo país de Tercer Mundo, es la actividad en el mercado informal donde artesanos, mecánicos, plomeros, vendedores de artículos usados, cultivadores de mariguana, y todo lo demás generan los escasos recursos para de vez en cuando participar en la economía formal.

"La gente se va con la misma percepción de siempre de Pine Ridge, ven los más pobres de los pobres, el alcoholismo, pero no ven lo que está sucediendo en las bases", comenta la activista indígena Lakota Lori Poirer, líder de una red nacional de mujeres indígenas. "El tiyospaye (que significa familia extendida) perdura. La fortaleza de la comunidad existe a pesar de ser tan pobre. Las casas de paja, el proyecto de canabis, el de educación indígena, todo eso nos está ayudando a escapar de la dependencia del gobierno".

Al parecer el futuro de este pueblo reside en rescatar su propio pasado y evitar participar en las estructuras formales de poder, sean las locales del gobierno tribal o las del propio gobierno federal.


La vida de una "nación indígena" en el imperio

Reservación Indígena Pine Ridge, Dakota del Sur n El gobierno estadunidense utilizó balas para conquistar y despojar de tierra a los indios Lakota, y dólares y políticas sociales para robarles su cultura y su independencia.

Los efectos de más de un siglo de represión contra los pueblos indígenas de Estados Unidos son visibles; familias pobres en casas baratas subsidiadas por el gobierno, jóvenes que no recuerdan la historia de su pueblo y caen en la trampa de la droga y el alcohol igual que sus padres; hombres y mujeres tratando de sobrevivir sin empleo, tierras propias rentadas a rancheros blancos y perdidas para el uso de sus habitantes. Y más abajo, los efectos de la campaña para reprimir intentos que rechazan el sistema político establecido en estas reservaciones, en la búsqueda de alternativas a la cadena perpetua de la dependencia económica y el control político definido desde afuera como "democrático".

Esto es un cuento poco simple. Legalmente esta reservación Indígena Pine Ridge es un Estado soberano independiente dentro del territorio estadunidense, con un gobierno indígena democráticamente electo cada dos años y al que se le otorgan casi 70 millones de dólares en pagos federales directos e indirectos para apoyar a una población de entre 20 y 30 mil habitantes.

"La soberanía tribal describe el derecho de las tribus federalmente reconocidas de autogobernarse y de la existencia de una relación gobierno a gobierno con Estados Unidos", explica un documento oficial. "Por lo tanto, una tribu es... una nación independiente con el derecho de formar su propio gobierno". Pero el mismo documento agrega que los indios son ciudadanos estadunidenses, tienen la obligación de hacer su servicio militar y son sujetos a impuestos federales.

De hecho, todas las decisiones fundamentales sobre la vida política de los pueblos indígenas se hacen en Washington, por la misma burocracia que ha utilizado una sucesión de gobiernos indígenas locales para reprimir voces disidentes que abogan por un cambio en la vida de la reservación.

No resulta sorprendente que esta condición política ambigua genere cierta confusión. "Somos una nación soberana", afirma un hombre Lakota al responder a preguntas sobre la estructura política. Técnicamente esto es cierto. El Tratado del Fuerte Laramie de 1868, como parece saber todo habitante de esta, la segunda reservación indígena más grande del país, estableció un territorio "soberano" indígena para el pueblo Lakota que cubría gran parte de cinco estados. El tratado declara que "a ninguna persona blanca le será permitido establecerse u ocupar cualquier porción del territorio, o transitar por él, sin consentimiento de los indios".

"Nunca hemos acordado alguna modificación a ese tratado", comenta otro Lakota. De hecho, cualquier reforma es difícil: el tratado señala explícitamente que no podrá ser modificado sin el acuerdo de 75 por ciento de los hombres adultos de las siete bandas, o tribus, que conforman el pueblo Lakota. Desde que fue promulgado en 1868, nadie ha intentado modificarlo.

Pero los blancos no esperaron permiso de los Lakota. Menos de dos años después de que el Tratado del Fuerte Laramie fue ratificado por el Congreso de Estados Unidos y firmado por el presidente, el tratado ya había sido modificado unilateralmente desde Washington. Los blancos descubrieron oro en las Colinas Negras (Black Hills), el centro espiritual y geográfico de la nueva reservación, y en los siguientes 20 años el gobierno federal se apoderó de más de 90 por ciento del territorio que se había concedido a los Lakota. Para 1889 el tamaño de la reservación había sido reducido a menos de 3 mil acres en una esquina de Dakota del Sur.

Sin embargo, el gobierno entendió que para pacificar a los Lakota tendría que hacer más que quitarle sus armas y robarle sus tierras. En los siguientes 100 años el gobierno federal promovió una serie de políticas calificadas en tonos humanitarios que fomentaron el fin de la cultura indígena y una relación de extrema dependencia.

Primero se promovió un programa de "parcelamiento y asimilación" bajo el cual el gobierno federal dividió en parcelas el territorio indígena entregando lotes a familias -320 acres para cada hombre adulto y 160 para cada mujer adulta no casada. "Eramos un pueblo nómada, nunca entendimos el concepto de propiedad de la tierra, pero se nos otorgaron las parcelas no según lo que necesitábamos, sino como resultado de un acuerdo", explicó Emily Iron Cloud (Nube de Hierro)-Koemen, activista de la Red Indígena de Tierras. Muchos de los Lakota que recibieron su tenencia de esta tierra no tenían idea de cómo administrarla y subsecuentemente muchos fueron despojados de su propiedad por granjeros blancos tramposos y otros especuladores a principios de este siglo. Hoy día, aunque toda la tierra de la reservación se considera parte de la "soberana" nación Lakota, gran parte de las mejores tierras son rentadas a (o propiedad de) granjeros blancos y bancos regionales.

Alterar el sistema de la tenencia de la tierra, y la apertura a la inversión "extranjera", fueron los primeros pasos para deshacer las formas tradicionales de vida. En los años treinta el Congreso promulgó el Acta de Reorganización India que estableció una nueva forma de gobierno tribal electo (aquí, la elección es cada dos años) en cada una de las reservaciones.

Estos gobiernos tribales se convirtieron en los aplicadores de la política gubernamental estadunidense, incluyendo políticas que se promovieron en los años cuarenta que obligaron a enviar a los jóvenes indígenas a internados escolares donde se hablaba exclusivamente el inglés, con programas académicos diseñados para la asimilación a la sociedad blanca y, más tarde con políticas que alentaban la migración indígena a las ciudades y el abandono de sus reservaciones. Con cada década se aplicaba una nueva política federal sobre los indígenas, pero ninguna ha mostrado un beneficio social y la realidad en Pine Ridge para la mayoría de los Lakota registra que la pobreza se ha mantenido más o menos a los mismos niveles década tras década.

Harold D. Salway, actual presidente del gobierno tribal de Pine Ridge, se presenta como un crítico del sistema. Entrevistado por La Jornada en sus oficinas en el edificio de gobierno, Salway comenta que su campaña electoral fue realizada con el propósito de cambiar el sistema actual y para reafirmar la soberanía tribal. "Fui electo sobre una plataforma política nacionalista que prometió crear una economía sostenible y autosuficiente", afirmó.

Habla de la forma en que la tierra no está al servicio de su pueblo, a pesar de su fertilidad. Señala que las políticas del gobierno federal, históricamente, han beneficiado a las grandes empresas que explotan los recursos naturales sin beneficio a los habitantes. "En el siglo pasado las empresas mineras extrajeron más de 20 mil millones de dólares en oro de tierras originalmente indígenas dentro de la reservación Lakota", indica Salway.

Pero la solución ofrecida por Salway es contradictoria. En un momento habla de demandar al gobierno estadunidense en la Corte Mundial por violaciones a los derechos soberanos indígenas y, enseguida, de aceptar fondos federales para crear una "zona empresarial" que atraiga industrias estadunidenses a Pine Ridge, algo que en otras comunidades no ha generado autosuficiencia económica.

En esta reservación, pocos de los entrevistados expresaron alguna confianza en que el gobierno de Salway resultaría diferente a la sucesión de gobiernos tribales de los últimos 30 años. "Nada va a cambiar; es un sistema político diseñado para evitar la acción", comentó una mujer que está intentando promover un foto-el curandero proyecto económico independiente en la reservación. "Nuestra mejor esperanza es promover proyectos que simplemente ignoren al gobierno tribal".

Varios evitaron responder a preguntas sobre el gobierno tribal, el cual tiene el poder de decidir quién recibirá fondos subsidiados para vivienda o un empleo vinculado con el gobierno. Pero Rick Two Dogs (Dos Perros), un curandero tradicional, afirmó que "ellos dicen que son el gobierno de nuestro pueblo, pero nosotros les contestamos que sólo son dirigentes porque el gobierno de Estados Unidos los reconoce como tal. Pero el pueblo no dice que son líderes".

Sin embargo, el sistema político es poderoso entre este mar de pobreza. La reservación conoce bien los programas gubernamentales federales, desde vivienda hasta programas de distribución de alimentos básicos, queso, huevo, leche, cereal, a estas comunidades pobres. "Para mucha gente el único sostén son los bonos de alimentos y bienes subsidiados", explicó el senador Ben Nighthorse Campbell al describir la situación en las reservaciones indígenas del país en una entrevista de 1997 publicada en el Washington Post. "Creo que en cualquier sociedad, si uno tiene una falta de empleo, una baja autoestima, todo eso -no importa si uno es indio o negro o blanco- probablemente va a tener los mismos problemas".

A pesar de diversos intentos de disidentes por reformar este sistema político, y de iniciativas para promover proyectos autónomos que no dependen del gobierno tribal, esta estructura política y la seudo soberanía siguen como obstáculos mayores a cualquier cambio. "Al final, todo los problemas aquí son políticos y hasta que eso cambie, poco de lo demás podrá modificarse", reconoce una activista.

Este lugar se parece más, en muchas formas, a una colonia pobre que a un Estado soberano dentro del país más rico del mundo. En 1832 John Marshall, un juez de la Suprema Corte de Estados Unidos, describió a los pueblos indígenas de este país como "naciones domésticas dependientes". Hoy día, esa caracterización parece ser más válida que hace 168 años.

Los Oglala Sioux, ejemplo de marginación

Reservación Pine Ridge, Dakota del Sur n La Reservación Indígena Pine Ridge es la segunda más grande en extensión territorial de las 314 designadas por el gobierno de Estados Unidos como territorios tribales "soberanos". En la realidad menos de 40 por ciento de los 2.3 millones de indígenas que integran las 557 tribus en este país viven en las reservaciones, según el Buró de Asuntos Indios del gobierno de Estados Unidos.

A nivel nacional, la situación socioeconómica de las reservaciones es muy diversa. Pocas tribus, como los Mashantucket Pequot en Connecticut y los Chippewa en Michigan han logrado cierta prosperidad por medio de sus casinos que generan ingresos de millones de dólares. Pero la realidad es que la mayoría de los indígenas no se benefician de los millones en ingresos que generan los casinos tribales y son los más pobres de los pobres en Estados Unidos en todos los rubros socioeconómicos.

Los Cherokee son la tribu más grande, con una población de 300 mil, la mayoría en Oklahoma. Pero también existe una banda "oriental" de los Cherokee que vive en una pequeña reservación en Carolina del Norte, con su propio casino. La reservación más grande del país es la de los Navajo, con 16 millones de acres en una zona que se extiende en parte de los estados de Arizona, Utah y Nuevo México. La segunda más grande es la de Pine Ridge, con 3 millones de acres. Algunas reservaciones tienen menos de mil acres.

Pero a pesar de esta diversidad, lo que es una condición constante en todas estas reservaciones es que a los indígenas les han sido negados hasta la fecha los derechos que se les otorgaron en los tratados firmados con el gobierno federal en el periodo entre 1778 y 1871. Entre fines del siglo pasado y principios de este, el gobierno federal les quitó dos tercios de las tierras que habían sido reconocidas como territorio indígena en los tratados vigentes hasta hoy día. "Cualquier observador objetivo tendría que decir que nuestro tratamiento de los americanos nativos es una desgracia nacional", afirmó recientemente el senador republicano John McCain, entrevistado por el Washington Post.