Marco Rascón
Temblores y tempestades
EL PROXIMO 7 DE NOVIEMBRE, las casillas donde se decidirá la candidatura del PRI a la Presidencia de la República deberán ser consideradas zonas peligrosas y de alto riesgo para la seguridad de las personas.
Ese día, toda la historia reciente de fraudes, mentiras, caídas del sistema, recursos ilegales, intereses ocultos, golpes, violencia, clientelismo, corporativismo, cinismo, lo grotesco, manipulación y amenazas se encontrarán en las urnas que ellos mismos colocarán y se disputarán.
El "nuevo" PRI será una competencia de a ver quién llega primero a las urnas, las rellena y se las lleva. Las fuerzas que invirtieron en los precandidatos querrán ganar a toda costa y ni Gutiérrez Barrios, ni nadie podrá parar la ambición y la necesidad de cobrar las facturas hasta ahora invertidas en los personajes en contienda.
Los medios electrónicos les habrán facturado ya a la baja, aunque Tv Azteca anuncia ya la elevación de las tarifas de tiempo, pues si al país le va mal a ellos les tiene que ir bien.
Cada casilla será zona de alto riesgo, porque ahora decidieron repartir la violencia de Lomas Taurinas en 1994, en miles de casillas donde un Aburto estará acechando los resultados. Ese día los priístas irán pertrechados con toda su cultura electoral y aplicarán la regla de la defraudación que le aplicaron al país durante 70 años.
La primera parte ya la vimos y el país fue testigo del uso de recursos públicos y privados sin límite en medio de un país herido por las desgracias y mexicanos que han perdido todo. La segunda, la veremos el 7 de noviembre arrebatando y declarándose ganadores desde el inicio de la jornada. Todos harán fiesta, porque todos se dirán ganadores mientras abajo entre sus partidarios, en los pueblos y los territorios las urnas serán ofrenda y botín.
El 7 de noviembre, los priístas serán víctimas finales de sus propios métodos y le habrán aportado al país su propia desaparición, pues a estas alturas, gane quién gane en esa selva, romperá la máquina de lo que fue el PRI. Roque, Bartlett, Madrazo y Labastida; Fernández, Silva y Campa por lo que se han dicho, demostraron lo que todo el país ya sabía y con cada discurso de uno contra otro, hundieron el barco todo.
Damnificados por sus propias palabras, el país deberá llenar el vacío que se iniciará el 7 de noviembre y donde los intereses al garete pueden hacer su obra de destrucción al paso, pues el PRI es agua mala que sustenta su sobrevivencia en la destrucción de los otros, sin importarle el futuro del país.
El 7 de noviembre, será el anunciado choque de trenes, de un régimen decadente que sobrevive a la deriva, pese a las despensas millonarias a través de los medios de comunicación, el gasto insultante y la cantidad de mentiras.
Por otra parte, ante la desgracia verdadera del pueblo por los temblores y las tempestades, el gobierno se enloda porque sus criterios autoritarios de salvamento ya no resuelven nada, pues los ríos y el agua lo que han puesto al descubierto es la infinita pobreza que existe en el país y que era ocultada con cifras y mascaradas de una prosperidad que no existía. Por eso, el dolor se ha vuelto coraje, porque encima de toda la pobreza ahora la naturaleza deja la misma devastación que el blindaje económico, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
La conciencia que ha formado la desgracia tendrá el equivalente que tuvo Río Blanco y Cananea durante el final del porfiriato. Miguel Alemán demostró quién era, Madrazo demostró lo mismo, de Fox se supo (luego de Celaya), que no es más que una obra del marketing, pero por la política, incapaz de asumir lo que fue su responsabilidad frente a las explosiones y la muerte de los guanajuatenses. En todas estas circunstancias, los años de insistencia en el cambio tendrán que imponerse y ya al final de año se podrá saber que Cuauhtémoc Cárdenas será el próximo presidente de México, por congruencia y solvencia política.
La tarea entonces será reconstruir el país y las ciudades y dejar la larga noche de México. *