Ť Culminó el festival que durante 17 días tuvo más de 126 mil visitantes


El 27 Cervantino, una versión que buscó revisar el acontecer del siglo que fenece

Ť El público de Cuévano se quiso inventar el entusiasmo Ť Cuatro personas murieron

Ť Más de 60 millones de pesos, derrama económica para el estado de Guanajuato

Renato Ravelo, enviado, Guanajuato, Gto., 18 de octubre Ť El vigesimoséptimo Festival Internacional Cervantino llegó a su término, en una versión que quiso ser revisora del siglo XX, sin bombos ni platillos, aun con el luto que dejó la pólvora en Celaya, con una Cristina Hoyos entregada a medio vapor y un público que se quiso inventar el entusiasmo. Este encuentro, que convocó a más de 126 mil visitantes en sus 17 días de duración, costó 20 millones de pesos y por lo menos cuatro vidas (tres provocadas por excesos en el consumo de alcohol y droga, y una en accidente de motociclismo).

De Wilson, el espectáculo más oneroso

La derrama económica que dejó al estado rebasa 60 millones de pesos, aunque por boletaje sólo se recupera de 10 a 15 por ciento. Sergio Vela, director del festival, y Rafael Tovar y de Teresa, presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, coincidieron en que no es una fiesta que se haga para sacar dinero.

festival-cervantino-jpg Robert Wilson fue el espectáculo más costoso, confirmaron los funcionarios, con 300 mil pesos, aunque buena parte de sus honorarios, que normalmente rebasan el millón, se consiguieron mediante apoyos. Otro elemento destacado fue el Nederlands Dans Theater, que con su propuesta contemporánea de ocupación artística del espacio encontró con el público guanajuatense un código extraño de entendimiento: primero los desconcertó, luego los maravilló. Considerada una de las compañías de danza contemporánea más innovadoras, con una tradición de 40 años, tiene en Jiri Kylian su fuente coreográfica de inspiración.

La remembranza apenas se hace perceptible, pero Kylian participó durante sus años de formación de la escuela de Martha Graham a finales de la década de los sesenta. De las 50 coreografías que ha creado, One of a kind, la que se presentó en este Cervantino, es una de las más ambiciosas pues busca la coincidencia de la explotación de los talentos individuales de la compañía, sin ponderar el cuadro general. Cuerpos que se levantan entre sí en una especie de búsqueda evocadora de los temas fundamentales: el destino, la tragedia, la sensualidad. Los Dans Theater I, integrada por 32 participantes. Existe un segundo grupo de 12 bailarines que montan sus propias coreografías, además de una insólita compañía: un grupo pequeño de bailarines mayores de 40 años, que representan obras donde son capaces de dar muestra que la experiencia escénica de la danza no caduca. En el escenario se busca la originalidad hasta el grado del fastidio: en dos ocasiones se realiza una especie de rompimiento de la cuarta pared, el público es testigo de lo que sería un ensayo, con la luz del Auditorio del Estado a medio prender.

cervantino-festival-jpg Sergio Vela explicó que el área de danza y teatro, últimamente relegada en favor de la música, fue una de las que registró el mayor índice de ventas de boletos, que en su conjunto llegarán a representar en dinero cerca de 2.5 millones de pesos.

El boletaje de cortesía, por otra parte, no llega a 5 por ciento, aseguró Luis Fernando Brehm, director del Instituto de Cultura del estado.

Pervivirá la fiesta del espíritu

Se trató en lo musical, dijo Vela, de hacer una revisión exhaustiva a las propuestas de este siglo, aunque se le exigiera más al público. Entre éstas una contó con la total complicidad del auditorio: los trombones de Costa Rica, una original reinterpretación lo mismo del repertorio popular que de la Tocata y Fuga de Bach. La demostración del virtuosismo que cabe en los dos trombones tenores y un bajo.

Si Astrid Hadad prendiera a fuerza de empuje, la noche del sábado, la Alhóndiga de Granaditas, la talentosa Cristina Hoyos, con su propuesta dancística, no terminó por empatar con el público que necesitaba más augurios de que este último Cervantino del siglo, o penúltimo para quienes renuncian al cero maya, que continuará siendo una fiesta del espíritu.